MEXICO.- Dudo que pueda Humberto Moreira aclarar los montos del endeudamiento de Coahuila, pero eso ya no importará, quedará impune, a pesar de los indignados en la zona lagunera a quienes se les irá cobrando generacionalmente el monto, si su honorabilidad hubiese sido canjeada por su pronto retiro. Lo que parece así es.
EPN no toleraría el peso de esa deuda en campaña, con la del Estado de México tiene suficiente, que no sabemos a quién benefició tanta cantidad firmada, si en algo a los coahuilenses. Pero ya se pusieron de acuerdo. No habrá sangre.
De que el ex maestro, ex gobernador, ex presidente del PRI, no vuelve a serlo, no vuelve. De que no será indagado ni procesado penalmente, no lo será. De que Peña Nieto no logró arroparlo, ni defenderlo, no lo logró. De que fue simple el arreglo, “vete tranquilo, hazlo por el partido” lo fue.
Que este delincuente suelto, quién sabe qué movida cavile, no se sabe.
Dicen sus conocidos que no se tienta el corazón.
Fiel costumbre del priismo: un político se convierte en desechable, antes da manchar la honra del partido. El orden y la apariencia del cumplimiento a la ley, es lo primero que hay que guardar o restaurar.
Moreira se irá, pero sin ajuste de cuentas. A cambio, se le ha exigido fidelidad, y su salida, desde luego, calienta los motores del aparato dictatorial, aporta lo suyo para engordar al dinosaurio.
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