Por Gilberto Lavenant
Hace unos días, luego del anuncio de que ahora sí se iniciarán las obras del llamado zócalo, en Tijuana, en un evento que hubo de todo, incluso “acarreados”, al cuestionar los periodistas al Alcalde Carlos Bustamante Anchondo, sobre las personas que han permanecido más de un año en el Parque Benito Juárez, oponiéndose a dicho proyecto, de manera despectiva respondió que se trataba de unos cuantos renegados.Bueno, si por renegados, refiere a todo aquel que se opone a sus deseos, o a los de su exesposa, doña Carolina Aubanel, pues entonces debe reconocer, que son mucho más de los que imagina. Uno de ellos, Henry Alberto Castro, ingeniero de profesión, con una enorme experiencia en cuestiones urbanísticas, de sólida solvencia moral, hizo llegar al columnista, una serie de reflexiones sobre ese tema, que se transcriben a continuación :
“Jorge Ramos, como presidente municipal, autorizó la clausura y venta de la calle lateral de desfogue de la vía rápida, en el eje del puente Miguel Hidalgo. Jorge Ramos, concesionó por treinta años, la plaza cívica del Palacio Municipal de Tijuana, para construir un estacionamiento de pago, en un lugar donde debiera ser sin costo, este estacionamiento, generalmente usado por los ciudadanos que van a pagar derechos fiscales municipales o a obtener algún servicio del ayuntamiento.
Jorge Ramos, dispuso de una calle frente a la iglesia, catedral católica, para obsequiarla al servicio de tal iglesia, sin consulta a la ciudadanía laica y de otros ritos. Jorge Ramos, permitió el cambio de uso del suelo del parque Benito Juárez, para obsequiarlo a la iglesia católica, a fin de construir una plaza de complemento al servicio de enterramiento de difuntos y guardado de casi doscientas urnas funerarias. De tal forma que un parque público, pulmón de la ciudad, se convierte en plaza comercial y anfiteatro de un cementerio católico.
Osuna Millán, como gobernador, avala el proyecto católico, y autoriza a vuela pluma, trescientos millones de pesos para el desarrollo del “elefante”. Para ejercer los trescientos millones, violando la ley, se inventa un patronato, que no contempla ninguna ley de licitación pública y se gastan el dinero, sin haber producido más que un modelo digital, una mínima maqueta de cinco mil dólares, y un concurso nacional sobre soluciones arquitectónicas, que gana un despacho alejado de la dinámica de la ciudad. Luego viene la defensa tenaz y honorable de los vecinos, de los ambientalistas, de los hombres de razón.
Más tarde el asunto se politiza, ante la presencia de los oportunistas de siempre, dispuestos a sacar raja de cualquier conflicto político. Luego, el gobernador se monta en su macho. No hay un paso atrás, a pesar de los razonamientos jurídicos y de los reclamos ciudadanos. El gobierno se impone con la fuerza del estado. El patronato, formado por principales de la ciudad, príncipes pues, asume su papel de cordero pascual.
Javier Batís, toca “la llorona” en Palacio, para estimular a los “acarreados”. El pueblo dá la espalda, fehacientemente, al proyecto. El gobernador se pone una gorra blanca, del PAN, desde luego, para insistir en que el proyecto se llevará a cabo, porque así lo dice “la mayoría”. Los defensores del parque Benito Juárez, muestran los miles de firmas de los ciudadanos, que han apoyado a los defensores del parque, porque desean que no se le destruya.
El gobernador, al mejor estilo del PRI de la vieja época, y del PAN de la nueva, no dá marcha atrás. Su prestigio está de por medio, su alma está en riesgo de pecado, las “magdalenas” enjugan sus lagrimas, ante el drama bíblico. Han tomado la decisión de caminar hasta el final, suceda lo que suceda, invertirán, o gastarán, más de mil millones de pesos, en una macró plaza que se construye en el lugar menos propicio.
Contra la razón, gana la sinrazón de la iglesia católica, la tozudez de un mandatario sin clase, ni estirpe ciudadana. El gatopardismo de un ex-presidente causante del desasosiego, que se ha ganado la simpatía de una candidata presidencial, la terquedad de una familia, crecida en la riqueza infinita. En donde la palabra pueblo, ofende sus sentidos.
Ellos ganarán el diferendo público, lo han ganado ya dentro de sus propias conciencias. Su ausencia de autocrítica y de sensibilidad social, les niega la posibilidad de comprender, de entender que lo importante no es vencer, sino convencer. No están dispuestos a negociar, a pesar de los ruego de Luis XVI, los estados generales son sordos a la razón del Rey y del pueblo.
Ante la tozudez, el pueblo muerto de hambre, toma la Bastilla, degolló a los nobles e impone el régimen del terror. Los nobles son enjuiciados y alineados, frente a la guillotina. Los mismos reyes son puestos ante el tribunal de pueblo, juzgados y sentenciados. La sin razón, lleva a la guillotina, lo mismo a los señores feudales que a su rey.
Hay repartos agrarios sin indemnización. La sinrazón desbordó la violencia, la violencia que barrió a la edad media y abrió las puertas de la democracia y de la industrialización.
No. definitivamente, no razonarán, así ocurre siempre en la historia, a veces, el rey toca a la razón, como Don Porfirio, que decidió, por sí mismo, irse a Europa, a tiempo. Inteligente medida. Más, en México, quedó la cuenta de la justicia pendiente, y la mecha prendida por Madero no se extinguió con la partida del Ipiranga, aún al contrario, se ensoberbeció y explotó.
Y aún con la muerte de Madero en mano de la traición, el alud creció hasta barrer todas las fronteras. No, definitivamente, no darán marcha atrás. No por la estatura de los personajes, allí no hay grandeza de miras, solo los mezquinos intereses monetarios, y hoy es el tiempo de esos intereses. Allá ellos”.
Así como Henry Castro, hay muchos otros renegados, auque no estén físicamente en el Parque Benito Juárez. El columnista también se confiesa renegado. No es un delito.
gil_lavenants@hotmail.com
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