Por Gilberto Lavenant
La madrugada de ayer martes, 18 de octubre, se dice que fue aproximádamente a las 2:20 horas, elementos policiacos, estatales y municipales, realizaron un operativo “sumamente peligroso”.
Se trataba de desalojar del camellón central de la avenida Paseo de los Héroes, a una veintena de jóvenes, hombres y mujeres, al parecer de “extrema peligrosidad”, que desde el pasado sábado se habían instalado ahí, al igual que en otras partes del mundo lo han hecho, quienes se autodenominan “Los indignados”. Se actuó con suma cautela y el resultado fue “exitoso”.
Qué “valentía” la de los elementos de la policía municipal, de la estatal preventiva y de la ministerial del estado. Quizás lo meditaron durante varias horas, pues la “peligrosidad” de los ahí instalados, era “evidente”.
Para eso son buenos. 26 jóvenes, de los cuáles 20 eran varones y 6 mujeres, una de ellas con su hijo de apenas 3 meses de edad, se instalaron en el camellón central de tan importante vialidad, para sumarse a las manifestaciones de otras partes del mundo, inconformes con las condiciones socioeconómicas prevalecientes. Los otros se autodenominan “Los indignados”. Aquí lo hacen bajo la leyenda : “Ocupemos Tijuana”.
Pero no estaban ahí preparando ningún complot. No organizaban algún golpe de estado. Tampoco se trataba de realizar actividades subversivas. De ninguna manera. Se trataba, simplemente, de manifestarse por las desigualdades sociales y económicas del mundo.
No era una protesta contra alguien en lo particular. Nadia habló mal del Presidente Calderón, ni del Gobernador Osuna Millán, ni mucho menos del Alcalde Carlos Bustamante. No hacían señalamientos específicos. Tampoco gritaban consignas contra tal o cual autoridad. No había pronunciamientos partidistas y, sobre todo, no eran vagos, malandros, delincuentes o individuos antisociales.
Por el contrario, se trataba de jóvenes estudiantes universitarios, abogados, comunicólogos, diseñadores, publicistas, antropólogos, sociólogos, artistas, obreros. Ninguno de ellos nocivos o peligrosos para la sociedad. Ellos nunca se imaginaron que prácticamente les darían trato de sicarios.
Ciertamente, lo dicen las autoridades estatales y municipales, el desalojo fue pacífico y los jóvenes no opusieron resistencia, como ha ocurrido en otras partes del mundo. Bueno, ante la fuerza policiaca, en el número de elementos participantes en el operativo, resultaba suicida oponer resistencia. Necesitaban estar locos, para intentar cualquier oposición.
Quien haya planeado, ordenado o autorizado este operativo policiaco, exageró de intolerante e inconsciente. Los jóvenes desalojados, no representaban riesgo para nadie, aunque ahora se les acusa de ingerir bebidas embriagantes en la vía pública y de ocupar un espacio público. De algo los tenían que acusar.
Qué distinto sería, si ese tipo de operativos, los realizaron en la zona este de Tijuana, totalmente abandonada, donde la ausencia de las corporaciones policiacas es notoria a simple vista. Donde los malandros son los dueños de las calles y delinquen a plena luz del día. Pero los “indignados” de Tijuana, dicen las autoridades, no tenían permiso para ocupar un espacio público. “Gravísimo”, “criminal”, sin duda alguna.
Bajo el argumento de que es ilegal la ocupación de la vía pública, pues deberían proceder en contra de todos los mercados sobre ruedas que invaden la vía pública constantemente. En muchos de los casos, hasta impidiendo a los propietarios de las viviendas, el libre acceso a las mismas. Lo que también hacen muchos otras personas, que libremente instalan sus negocios sobre la vialidad, sin que ninguna autoridad se los prohíba.
Constantemente surgen observaciones, quejas o lamentos, respecto de la apatía, del desinterés, del valemadrismo de los jóvenes, ante la realidad prevaleciente. Ahora que se manifiestan, cuando surge en ellos la intención de mostrar que están vivos y que no son testigos mudos de lo que acontece, se les calla, se les lanza y se les dá trato de delincuentes.
Que alguien les diga a las autoridades municipales y estatales, porque al parecer lo ignoran, que la libertad de expresión no es delito alguno. Es más, ni siquiera puede aplicarse sanción administrativa por ello. Tratando de justificar el desalojo, dicen que hacían sus necesidades fisológicas en plena vía pública. Igual que lo hacen los turistas o los tijuanenses en general, porque ante una urgencia personal, no existe servicio público de sanitarios a donde acudir. Absurdo, pero es cierto.
Que alguien les diga a las autoridades municipales y estatales, que la propia Constitución General de la República, establece el derecho de reunirse o asociarse, con fines pacíficos. Nadie ha dicho que los desalojados, hayan hablado de tener un fin ilícito. El uso de la fuerza policiaca, para desalojarlos, además de aberrante y anticonstitucional, es un abuso de autoridad.
Por fortuna, no hubo resistencia y tampoco hubo agresiones. No obstante, la acción es denigrante e indignante. A partir de esta fecha, según las acciones oficiales, en este caso concreto, las manifestaciones públicas, aunque sean pacíficas, están proscritas. Prohibidas, pues. Como si viviéramos bajo una dictadura.
Lo único que les faltó, a las autoridades estatales y municipales, fue solicitar el apoyo del ejército, para garantizar el “éxito” de este operativo. Nada menos eso les faltó.
Lo que sí podemos asegurar es que si los jóvenes desalojados, no eran, propiamente dicho, legítimos indignados, con este desalojo, ya lo son. Ya pueden señalar abiertamente que en esta ciudad, las autoridades estatales y municipales, les probibieron manifestar libremente sus ideas, sus inquietudes, sus preocupaciones. Que las autoridades locales son opresoras, que son fuertes contra los débiles, pero débiles, sumamente débiles, contra los fuertes, contra los delincuentes, contra los malandros, contra los sicarios. Eso si que indigna a cualquiera.
gil_lavenants@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario