Por Gilberto Lavenant
En tiempo y forma, como lo exigen las formas previstas para ello, los trabajadores del gobierno estatal, presentaron sus demandas de incremento salarial. Demandas estas que fueron atajadas por actitudes de insensibilidad e indiferencia de los funcionarios estatales, encargados de manejar este tipo de asuntos.
Evidentemente, no hubo conciliación, básicamente porque los negociadores de la parte oficial, no llegaron nunca con la intención de negociar, sino con el propósito de quebrar los reclamos salariales de los representantes sindicales, ofertando mínimos, que no satisfacían de manera alguna las necesidades y perspectivas de los trabajadores.
En toda fuente de trabajo, empleados y patrones se sientan a discutir temas como estos. Los trabajadores buscan los mayores incrementos posibles, que les permitan recuperarse de los embates que han sufrido en su economía casera, por los constantes incrementos en alimentos y satisfactores diversos. Los patrones, regatean, tratan de llegar a un punto, que les permita seguir obteniendo utilidades y por lo tanto continuar operando la fuente de trabajo.
Los trabajadores del sector privado, tienen a su favor, como medio de presión o “convencimiento”, la huelga. En ocasiones los patrones no ceden y entonces se procede a la colocación de las banderas rojinegras. Se suspenden las actividades y, generalmente, en esos casos, ambas partes pierden, cuando las fuentes de trabajo no vuelven a abrirse.
Los trabajadores del sector público, no tienen a su alcance, el recurso de la huelga. En casos extremos, hacen paros escalonados o suspensiones de actividades parciales. Afortunadamente, pocas veces se llega a eso. Generalmente las partes pactan y todo vuelve a la normalidad.
Las cosas se ponen difíciles, como ocurre actualmente, cuando los presuntos negociadores adoptan posturas necias, peores que las de los patrones comúnes y corrientes y no le dan la importancia requerida a estos temas. La poca seriedad, les lleva a las condiciones actuales.
Los modelos para fijar ofertas, por parte del gobierno, son los porcentajes aplicados a los salarios mínimos, que son realmente mínimos. Ofrecen incrementos ridículos, mediante porcientos casi imperceptibles, y para el caso de no lograr vencer resistencias, recurren a la descalificación, señalando de exageradas los reclamos de incrementos salariales.
Desesperados, porque la “versión oficial” los pinta como “los malos de la película”, los burócratas decidieron defenderse. Como parte de esa defensa, elaboraron folletos que han distribuido en diversas partes y en especial publicaron un desplegado, en el que aparecen, como protagonistas principales, los funcionarios encargados de resolver esta situación. El Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, el Secretario General de Gobierno, Cuauhtémoc Cardonas y el Oficial Mayor, Francisco García Burgos.
“…No pedimos un salario como el de ustedes; solo un aumento que en promedio es de 30 pesos diarios ¿es mucho pedir?” señalan y cuestionan. Pero luego, identificándolos como “Club del Millón”, insertan las fotografías de Osuna. Cardona y García Burgos, y señalan : “…Estos tres distinguidos y trabajadores bajacalifornianos cobran más del MILLON DE PESOS mensualmente : 1 millón 48 mil 579 pesos con 88 centavos”.
El desplegado, encabezado con el sello y nombre de la organización sindical, Sindicato Unico de Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado, Municipios y de las Instituciones Descentralizadas de Baja California, lo firman Ricardo Medina Fierro, Secretario General de la Sección Ensenada y Estatal, María Alicia Martíٕnez Mendoza, Secretaria General de la Sección Mexicali, Martin Plascencia Avila, Secretario General de la Sección Tijuana, Luis Humberto Gómez Medina, Secretario General de la Sección Rosarito y Margarita Corro Arámbula, Secretaria General de la Sección Tecate.
La publicación, es uno de los recursos que han tenido que utilizar los dirigentes de los burócratas, desesperados por la poca seriedad con la que han sido tratados, por parte de los funcionarios estatales e incluso por el propio Gobernador José Osuna Millán, quien no ha querido darles la cara y simplemente sentencia que no acepta presiones.
Los porcentajes de incremento salarial reclamados, parecen altos, pero debido a los salarios tan raquíticos, habrán de reflejar mejorías casi imperceptibles. En algunos casos las cargas fiscales anulan los aumentos y disminuyen las percepciones. Si fueran sueldos como los de los llamados “distinguidos trabajadores”, que ostentan puestos públicos de primer nivel, otra cosa sería. Con tales sueldos, vergüenza debería darles regatear los reclamos de los trabajadores.
La poca seriedad oficial, y la nula voluntad de atender sus reclamos, están obligando a los empleados de gobierno a adoptar posturas extremas, como el manifestarse públicamente en las cercanías de la garita internacional, que pretenden hacer mañana miércoles, lo que definitivamente entorpecerá aún más la circulación vehicular en esa zona. Pero no todo es culpa de los trabajadores. Ellos reclaman y merecen mejorar sus salarios. Si alguna molestia ocasionan con sus reclamos, los principales responsables serán quienes han dado poca seriedad a este tema.
Además, los trabajadores no tienen la culpa de que las finanzas públicas, no sean eficientes, ni sanas. Los trabajadores no fijan los altos salarios de los funcionarios de primer nivel, ni tampoco los que deciden endeudar al gobierno, para tratar de cubrir sus deficiencias. Pronto, cambiarán las cosas, cuando a cada trabajador de gobierno, como a los demás ciudadanos, les vean cara de electores. Entonces, les sonreirán y buscarán ganarse sus simpatías. Ya verán.
gil_lavenants@hotmail.com
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