El brío de Manny fue una prueba insuperable para el retador estadounidense, el congresista fue más audaz con los puños que con los discursos y desde el principio dictó las condiciones para mantener en su poder el cetro de peso welter de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
Después de emplear un par de rounds para analizar a su rival, Manny tomó la iniciativa, fue hacia el frente, pero con extremada precaución, pues sabia del poder de Mosley, quien se veía lento a comparación del filipino.
"Pacman" soltó ráfagas en el tercer round, sorprendió a "Sugar" con un cruzado de izquierda, franco en el rostro, mientras que el estadounidense quiso esquivarlo demasiado tarde y cayó estrepitosamente.
Manny descifró pronto la fórmula que lo llevaría al triunfo, velocidad y atacar por los flancos, en cambio, Shane, a quien se le notaron sus 39 años de edad, no pudo contener la ofensiva de su oponente, quien episodio tras episodio se convertía en amo y señor de la batalla.
Para el sexto asalto "Sugar", con el pómulo derecho hinchado, quiso demostrar su calidad. El ex campeón mundial estadounidense fue precavido y contratacó cuando el filipino se lo permitía. Fue en el octavo round cuando enseñó, a cuenta gotas, su habilidad para eludir y golpear a Manny con la zurda; sin embargo, 'El devorador de mexicanos' puso orden de inmediato al refugiarse en su guardia.
Venía la recta final del combate, Shane empuja a Pacquiao y este va a la lona, el réferi pensó que fue una caída legal y le aplica la cuenta al campeón, quien se levantó fuera de sí y estalló su furia, bañó de golpes a "Sugar" quien se dobló dos, tres veces, pero aguantó ya con el rostro lacerado por el fragor del combate.
Pacquiao no cumplió el cometido, Mosley fue un digno y valiente rival, que hizo lo más que pudo en el ring y eso fue no ser noqueado en 12 rounds ante el mejor boxeador libra por libra del momento.
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