martes, 5 de octubre de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* La gobernabilidad
Por Gilberto Lavenánt

La gobernabilidad, es un concepto que cada día se pone más de moda. Significa o implica capacidad o posibilidad de gobernar y generalmente se usa como ¨tabla de salvación¨ o pretexto, para reclamar no agresión, cuando la oposición política llega a tener tal fuerza, que le puede restar, disminuir o quitar toda capacidad o posibilidad de gobernar, al gobernante en turno.

Desde un punto de vista práctico, es como el recurso utilizado por los luchadores rudos, cuando se ven en desventaja y reclaman al referi que sancione cualquier ventaja o exceso de fuerza utilizado por el luchador técnico, al que a base de exceso de marrullerías, ha logrado hacerle estallar en cólera.

Llevado este concepto, al terreno de la política, a la política estatal, para tratar de ser más ilustrativo, más o menos es lo que ocurre en Baja California con los panistas, a partir de la derrota electoral del pasado 4 de julio.

El gobernador del Estrado, José Guadalupe Osuna Millán, panista. La mayoría de los legisladores estatales, panistas. Los alcaldes, panistas. Se trataba de crear una ley, por aberrante, absurda o caprichosa, que pudiese parecer, pues la creaban, sin tomar en cuenta para nada a los opositores políticos. No requería invocar gobernabilidad. Los deseos del Gobernador, eran órdenes.

Después del 4 de julio, Osuna Millán, gobernador panista. La mayoría de los legisladores estatales, priístas. Los alcaldes, priístas. Si se trata de crear una ley, aunque sea justificable o necesaria, si la promueve o propone el Gobernador, nunca pasará de ser una simple propuesta y seguramente su destino será la ¨congeladora¨. El Gobernador, es solamente el representante del Poder Ejecutivo Estatal. Nada más. Pero ya no es el jefe político de la entidad. Por ello, requiere invocar la gobernabilidad. Los deseos del Gobernador, ya no son órdenes.

Cuando los gobernantes pierden toda su fuerza política, como le ha ocurrido a Osuna Millán, la única forma de poder aspirar a tener gobernabilidad, o sea la capacidad o posibilidad de gobernar, o al menos aparentar que la tiene, es llevarse bien con los opositores políticos.

Y para llevarse bien con los opositores políticos, se requiere establecer con ellos relaciones a base de respeto, cordialidad, armonía, tolerancia, generosidad, condecendencia. Nada de agresiones, caprichos, imposiciones, rabietas, consignas, manipulaciones, porque entonces, se acaba toda posibilidad de gobernabilidad.

Pues bien, a don José Guadalupe Osuna Millán, o sus asesores no le explicaron ampliamente en qué consiste esto de la gobernabilidad, sobre todo cuando se carece de fuerza política, o se está en desventaja, o simple y sencillamente al señor Gobernador le ganó el coraje. Se olvidó que el que se enoja pierde. Y aún le faltan tres años para concluir su gestión de gobierno.

Aunque inicialmente, después de la derrota del 4 de julio, recitaba a la perfección los conceptos relativos a la gobernabilidad, y hablaba de que establecería relaciones cordiales con los priístas, aprovechó los últimos días de su fuerza política en la legislatura estatal, creando leyes absurdas, aberrantes, por consigna y por encima de los deseos de los priístas y demás opositores. Esto, traducido al español, representó agresiones y lastimó no solo orgullos, sino intereses de la oposición, que entonces era minoría y por ello no pudo evitarlo, pero que ahora es mayoría.

Y no solo eso, sino que en el evento que Osuna Millán organizó para hablar sobre sus supuestos logros de los primeros tres años de su gestión, los priístas y aliados, ¨engallados¨, al ser la nueva fuerza política en la entidad, ni siquiera asistieron, argumentando que simplemente no estaban obligados a ello. El Gobernador, enojado, les llamó ¨gallinas¨. Eso, en nuestro país, es unaofensa. Se le olvidaron las recomendaciones de sus asesores, y las reacciones viscerales salieron a relucir.

De paso, el dirigente estatal de los panistas, Andrés de la Rosa, les tira pullas a los legisladores priístas y dice que inician sus ¨vacaciones pagadas¨ en el Congreso del Estado.

Por ese camino, en los próximos tres años de la administración osunista, no habrá gobernabilidad. Aunque la invoquen Osuna Millán y todos los panistas. El Gobernador, ya no es el jefe político de la entidad. Ya no maneja la batuta de la orquesta política. Ya no las manda tocar. Más bien, es solo un espectador más.

Si en los primeros tres años, con toda la fuerza política, resultó reprobado y enfrentó una estrepitosa derrota electoral. Ahora, sin fuerza política, sin relación alguna con la oposición política, es relativamente sencillo anticipar cómo concluirá su gestión, dentro de tres años. Sobre todo, sin gobernabilidad.

gil_lavenant@hotmail.com

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