Por Teresa Gurza
A un mes del terremoto de Haití, donde aún hay réplicas, y a pocos días de temblores de regular intensidad en México y en Chile, es conveniente recordar que hacer y que no, cuando estos fenómenos naturales ocurren.
Y es que como ha pasado con tantas cosas, lo que antes se aconsejaba como ponerse bajo el dintel de la puerta y no salir de los edificios; ahora se dice que no es tan efectivo y que incluso puede ser peligroso. Es admirable que aún en esas condiciones en las que quedó Puerto Príncipe, los haitianos tengan aún ánimos para cantar, bailar y agradecer estar vivos; y para maravillarse, cuando los equipos de ayuda lograron sacar gente viva de entre las caídas estructuras. Porque tanto en Haití como en el terremoto del 19 de septiembre de 1985 en México, pudimos ver que después de muchos días entre los escombros, algunas personas lograron sobrevivir hasta ser rescatadas. Entre ellos varios bebés; como esa linda y tranquila niñita haitiana que luego de semana y media fue encontrada viva y llena de polvo, pero sin ninguna herida, en la misma cunita en que dormía. Esos hallazgos han llevado a que los expertos analicen las causas de la sobrevivencia; y han hablado de que siempre en un derrumbe, quedan triángulos de vida cerca de muebles grandes. Por eso recomiendan que al empezar un temblor de fuerte intensidad, se acueste uno en el suelo bien pegado a alguna cama, escritorio, sofá o cualquier mueble grande; pero nunca debajo. En diferentes épocas y con diversos grados destructivos, los temblores han sido una constante en el mundo. El de mayor intensidad que se ha registrado hasta ahora, fue de nueve punto seis grados; y ocurrió en mayo de 1964, en la preciosa y sureña ciudad chilena de Valdivia. Ese terremoto mató a tres mil personas y dejó sin casas a dos millones; pero lo peor fue que el maremoto que lo siguió, acabó con lo poco que había quedado en pie; y ocasionó el desborde de cuatro ríos que se unieron al mar. Y hasta la fecha pueden darse paseos turísticos en lancha, sobre los potreros de antiguos ranchos que hoy están totalmente cubiertos de agua. Fuera de eso y de los impactantes recuerdos que tienen los valdivianos más viejos, a 45 años de lo ocurrido Valdivia no sólo está en pie; sino que casas, empresas, fábricas, hospitales, museos y universidades, fueron reconstruidos totalmente y en pocos años por su población de fuerte ascendencia alemana. Casi tres meses antes que el de Valdivia, ocurrió en Alaska un terremoto de 9 grados con réplicas hasta de 7 grados; fue seguido también de un Tsunami; que afortunadamente mató poca gente; pero destruyó totalmente tres poblaciones. De casi 9 grados fue el terremoto que el 26 de diciembre del 2004, arrasó la isla indonesia de Sumatra; al que siguió un tsunami que causó más de 280 mil muertos en 12 países de Asia. A los tres meses, el 28 marzo 2005, esa misma isla sufrió un terremoto de ocho punto siete grados. Le sigue en intensidad, ocho punto uno, el terremoto del 19 septiembre 1985 en el centro de México; que dejó decenas de miles de muertos y damnificados. De ocho grados, fue el terremoto que hace tres años borró poblados de la costa de Perú; y el que el año 1556, arrasó con la zona central de China matando 830 mil personas. También en China en 1820, 1976 y 2008 sucedieron tres de los diez temblores que a nivel mundial, han matado más gente. Y en América del Sur el 31 enero 1906 fue el terremoto de más o menos esa magnitud que destruyó todas las casas de la costa entre Rioverde, Ecuador, y Micay, Colombia. Han ocurrido también devastadores terremotos de más de 8 grados, en Kanto Japón; Kashimir Pakistán; Turkmenistán; Messina, Italia y Chimbote, Perú.
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