Este 9 de noviembre se cumplen 30 años de la “caída”, más bien tirada, del muro de Berlín; que durante 28 años y como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, dividió Alemania.
Hace cinco años, a los 25 de su destrucción, la UNAM calificó la salida masiva que le siguió, como “uno de los mayores éxodos voluntarios en la historia de la humanidad".
Y ahora a la BBC aun le asombra que, en una época sin celulares ni redes sociales, la población alemana hubiera logrado esa sincronía para actuar unidos.
La división de Alemania fue acordada antes del fin de la guerra, en la Conferencia de Yalta -4 a 11 de febrero de 1945- por Stalin, Churchill y Roosevelt.
Y ratificada meses más tarde, tras el suicidio de Hitler y la rendición incondicional de Alemania, en la Conferencia de Potsdam -17 de julio a 2 de agosto- por Stalin, Churcill y Truman, porque Roosevelt había muerto.
Cuando los aliados ocuparon el territorio alemán dividieron su capital, Berlín, en cuatro zonas autónomas gobernadas por la Unión Soviética, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.
Pronto empezaron los problemas; EU, que “ayudaba” a la reconstrucción a través del Plan Marshall, quería una Europa subordinada a sus intereses.
Y en 1949, creó con Europa Occidental la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y en sus zonas dominadas, formó la República Federal Alemana (RFA).
Ese mismo año, la URSS constituyó en las suyas, la República Democrática Alemana (RDA); en dónde en 1953, una rebelión obrera por mejores salarios terminó reclamando la renuncia de la burocracia y el gobierno pidió ayuda a la URSS que, con soldados y tanques, impuso el estado de sitio.
Y en 1955 organizó con los países bajo su órbita, el Pacto de Varsovia; como defensa contra la OTAN, pero también para controlarlos.
Se inició así, la llamada Guerra Fría; una de cuyas consecuencias fue el muro de Berlín, que clausuró 81 pasos fronterizos.
Su construcción empezó la madrugada del 13 de agosto de 1961 cuando, sin advertencia alguna, soldados de la RDA colocaron alambres de púas y levantaron una pared de tres y medio metros de altura y 45 kilómetros de longitud, que dividía barrios y familias y tapiaba las ventanas y puertas, que quedaban en medio.
Estuve en la RDA y visité la Puerta de Brandeburgo, frontera con Occidente y donde los líderes comunistas solían decir discursos contra el capitalismo.
Del otro lado, en la RFA, hacían lo mismo las personalidades del mundo capitalista; era una especie de ritual que daría risa, si no fuera porque agudizaba la difícil situación internacional.
Y “para denunciar la degradación occidental", los encargados de Brandeburgo mostraban revistas Playboy y naipes con mujeres encueradas.
Además de implicaciones políticas, el muro destruyó a las familias separadas, que solo podían saludarse desde lejos y vivían con el terror de saber que quien intentara pasarlo, sería acribillado.
Cruzarlo sin ser visto, era casi imposible; fueron ahí asesinadas 79 personas, tres mil apresadas, y pudieron huir cerca de cuatro mil.
Su caída fue resultado de la lucha de millones de alemanes y los cambios que impulsaron los secretarios del Partido Comunista de la Unión Soviética, (PCUS), Yuri Andropov y Mijail Gorvachov, con su perestroika y glasnost.
En la RDA era ilegal ver televisión occidental, pero se hacía secretamente y se sabía de las reformas en Hungría, Polonia y Checoslovaquia.
Lo que hacía crecer el descontento, pero también la osadía; y el 9 de octubre, 70 mil personas salieron a las calles de Leipzig a gritar "somos el pueblo" frente a policías que no se atrevieron a intervenir.
La presión logró la renuncia de Erich Honecker, líder del gobernante Partido Socialista Unificado de Alemania, PSUA, y a quien días antes Gorbachov había pedido hacer reformas y advertido, que la vida castigaba “a los que llegaban tarde”.
No hizo caso -y como nadie escarmienta en cabeza ajena tampoco lo hacen actualmente los mandatarios de varios países- y el 18 de octubre fue reemplazado por Egon Krenjz.
El 7 de noviembre, renunciaron los miembros del gobierno y las cabezas del PSUA; dos días después cayó el muro y once meses más tarde, se reunificó Alemania.
Pero antes, la tarde de ese 9 de noviembre de 1989, en una conferencia televisada que daba Krenjz, el portavoz del Politburó Günter Schabowski anunció que habría libertad para salir de la RDA.
El periodista Riccardo Ehrman preguntó cuándo entraría en vigor la medida y el nervioso vocero respondió "de inmediato"; lo que bastó para que cientos de jóvenes de los dos lados, se acercaran al muro y al paso fronterizo Bornholmer Strasse, que luego de titubeos, el guardia abrió.
Y al rato armados con picos y martillos, empezaron a derribarlo entre abrazos y brindis de ellos y del mundo.
PD: Aunque está largo mi artículo, quiero consignar la respuesta de Alex Le Baron a la oferta de ayuda de Trump, contra los narcotraficantes que asesinaron a tres mujeres y seis niños de su familia:
“¿Quiere ayudar? Enfóquese en el consumo de drogas en los Estados Unidos… Detenga a la ATF y las lagunas legales que permiten el envío armas de alto poder a México”.
Lástima que López Obrador no respondiera así.
Presiona la imagen y...
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