Que el alcalde Silvano Abarca Macklis le pidiera de golpe la renuncia al Tesorero Municipal Juan Carlos Romero Sapiens por supuestas anomalías detectadas, no es cualquier cosa.
Pues Romero Sapiens es para algunos, un connotado cuadro de Acción Nacional en quien ven capital político, solvencia moral y la calidad profesional suficiente para mejores escenarios políticos. Lo que difícilmente puede presumir Silvano Abarca y compañía.
El perfil técnico de Romero Sapiens no encajaba en el actual gobierno silvanista, “folclórico”, “chabacanero”, carente de cabalidad, gallardía congruencia. La abrupta salida del Tesorero Municipal, justo en medio de la restructuración de la deuda pública, los pagos al ISSSTECALI, las negociaciones con el Sindicato de Burócratas y la nivelación financiera del Ayuntamiento, confirman que se rompió la máxima de “no cambiar de caballo en la mitad de cruzar el río”.
Esta maniobra pone, de nueva cuenta, en un predicamento al gobierno municipal rosaritense y su viabilidad política-financiera. Confirma tres cosas, la ruptura de las fuerzas políticas en su gobierno y la degradación de la política como instrumento de superación, el desorden imperante en el equipo Silvanista y la falta de un árbitro, un secretario habilidoso, uno que sirva (no uno que se la lleve nada más “nadando de muertito”).
Le urge a Silvano un operador con mano izquierda, conciliador congruente y con los arrestos necesarios para entrarle al consenso, al dialogo y a las negociaciones de altura para llevar “a buen puerto”, la política interna de su gobierno.
Nada de esto se ha visto en el actual gobierno y ni parece importarle siquiera al Jefe de la Comuna, como se demostró en la primera sesión de cabildo cuando los regidores del PRI Rosa María Plasencia Díaz y Arturo Granado Juárez, encararon al edil del PANAL, Carlos Gabriel Ortega Gutiérrez y le reprocharon el adjudicarse atribuciones demás.
“Tú no me representas”, le espetó enérgicamente la regidora, a su colega Panalista quien se ostentara como representante de todo el Cabildo para consumar la salida de Romero Sapiens, a quien dicho sea de paso, le achacan “debajo de la mesa” varios “pecadillos”, irregularidades y corruptelas que obligaron a los ediles filiales a Ortega, a “poner un hasta aquí” y apurar la expulsión del Tesorero. Los regidores los mismos quienes recientemente se amotinaron para auto aprobarse un jugoso aumento en sus gastos de orden social. Maximiliano García, del PRD.
Liliana Ameca del Partido Verde. Gregorio Madrigal del PES y Raúl Peralta de Movimiento Ciudadano. Los mismos ediles quienes desde un principio chocaron con Romero Sapiens por su “mano dura” y por haberles “cerrado la llave”, de nueva cuenta “tiraron la piedra y escondieron la mano”.
Lejos de encarar a los Medios Informativos para aclarar lo sucedido o armar un discurso coherente en torno a la salida del Tesorero Municipal, Silvano Abarca, se cargó hacia la frivolidad ramplona, se abrazó a su doble discurso simplón, moralino y alejado de la realidad.
Abrió la boca solo para pedir otros seis meses de plazo y, ahora sí, demostrar que “Rosarito tiene al mejor Cabildo que haya tenido en toda su historia”. Fin de la I Parte.
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