El viernes 29 de noviembre del 2013, aquí en Palco de Prensa, bajo el título : “Pasos en la azotea”, el columnista observaba que cuando alguien tiene miedo de que algo le pase, se dice que “oye pasos en la azotea”. Como si algo o algún individuo, fuese a introducirse súbitamente a su morada, con la intención de causarle un daño. Y advertía que, por el contrario, se afirma que “quien nada debe, nada teme”.
Recalcaba entonces que, generalmente, cuando alguien “oye pasos en la azotea”, es porque efectivamente hizo algo malo y presiente que se va a saber, que va a trascender, y que la autoridad o el ofendido, van a proceder en su contra.
Decía que, a unos días y horas de que concluyera su gestión, el entonces Alcalde priísta, Carlos Bustamante Anchondo, estaba evidenciando, claramente, que “oía pasos en la azotea” y que tenía temor de que le pasara algo.
Comentaba que así lo indicaba el hecho de que durante la sesión extraordinaria de cabildo, celebrada el miércoles 27 de noviembre, trató de que se aprobaran reformas al Reglamento de la Sindicatura Municipal, mediante las cuales, entre otras cosas, se eliminaría la facultad del Síndico para iniciar investigaciones de oficio.
La expresión “de oficio”, significa que la autoridad investigadora, puede investigar e integrar expedientes, o sea husmear, aquí y allá, indagar, preguntar, solicitar información y documentos, en base a lo cual se pueda acreditar que tal o cual funcionario incurrió en irregularidades o excesos, sin que exista denuncia previa al respecto.
Esa modificación, eliminando o restringiendo facultades del Síndico Municipal, representaba un blindaje, para que el propio Bustamante, o cualesquiera de sus colaboradores, no fuesen investigados, si es que no existía denuncia específica. Lo que Bustamante pretendía, y que avalaba su Síndico Yolanda Enríquez, era “amarrar las manos” al Síndico del XXI Ayuntamiento, Arturo Ledezma, para que no procediera en su contra.
Actitud esta aparentemente extraña, bajo el supuesto de que “el que nada debe, nada teme”. Por lo tanto, cabía perfectamente la observación de que el entonces Alcalde “oía pasos en la azotea” y temía que, luego de concluir su gestión, sería sentado en el banquillo de los acusados, por algo malo que hizo, en el desempeño de su cargo.
El Reglamento Interno de la Sindicatura Municipal, que Bustamante pretendía reformar, concretamente el Artículo 6, relativo a la Dirección de Responsabilidades, señala que el titular del área tiene, entre otras, las facultades y atribuciones siguientes :
II.- Investigar de oficio o por virtud de queja o denuncia, los actos, omisiones o conductas en que incurran los servidores públicos de la Administración Pública Municipal.
III.- llevar a cabo la instrucción del procedimiento administrativo disciplinario a servidores públicos de la Administración Pública Municipal, de conformidad a las disposiciones previstas por la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del Estado de Baja California.
IV.- Solicitar de oficio a las Dependencias y Entidades de la Administración Pública la información y documentación necesaria para la integración de investigaciones y procedimientos administrativos que realice.
Bustamante pretendía, que la Sindicatura Municipal no tuviera facultades para actuar de oficio. Con tal pretensión, exhibió sus temores y reconoció que tenía culpas. Que concluía su gestión con cola tan larga, que no podría disimular y el Síndico se la pisaría.
El problema, para Bustamante, es que le falló la treta. El martes 26 de noviembre, convocó a Sesión de Cabildo, a celebrarse al día siguiente a las 16:00 horas. Tratando de aprovechar que generalmente los regidores no están acostumbrados a leer, planteó reformas a 20 reglamentos municipales, entre ellas la relativa a la eliminación de la facultad de la Sindicatura para investigar de oficio.
Mañosamente, el texto de las propuestas de reformas se las entregaron a los Regidores en un disco, 2 horas antes de la Sesión. Algún indiscreto filtró las intenciones de Bustamante respecto a la sindicatura y esto provocó una polémica entre los regidores. Unos avalando la propuesta del Alcalde y otros oponiéndose a ella. Casi una hora duró la discusión. Esto obligó a Bustamante a acudir personalmente a tratar de disuadirlos, incluso reclamando que las aprobaran, pues ya las había pactado con los integrantes del XXI Ayuntamiento.
Sin embargo, la mayoría de los Regidores no cedieron y advirtieron que no habría quórum, si no se retiraba de la orden del día la propuesta de reforma que quitaba a la sindicatura la facultad de iniciar investigaciones de oficio. Hasta que lo lograron, añadiendo de paso la reglamentación de la sindicatura social.
Esto casi provocó un escándalo. Surgieron algunas declaraciones en torno a dicha pretensión de Bustamante, pero finalmente el entonces Alcalde fracasó en su intentona. El Síndico Procurador conserva la facultad de iniciar investigaciones de oficio, que, “por un pelito”, estuvo a punto de ser eliminada, por las argucias de Bustamante.
El entonces Alcalde, era la autoridad y operaba la sindicatura bajo su pleno dominio. Era algo así como un cazador, que tenía en sus manos la escopeta y podía disparar a los “patos”, o sea funcionarios corruptos y demás, que no fueran sus afines.
Hoy las cosas han cambiado. El Síndico Procurador, Arturo Ledezma, tiene sobre su escritorio numerosos expedientes respecto a las irregularidades detectadas al exalcalde, que está revisando minuciosamente, para proceder en consecuencia. Ahora es él quien porta la escopeta y tiene en la mira al “pato”. Bueno, a Bustamante. Y puede disparar en cualquier momento.
gil_lavenants@hotmail.com
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