Por Daniel Salinas Basave
En pleno corazón del tradicional barrio bonarense de Belgrano (barrio natal de Spinetta), en el número 1650 de la calle Arcos, está la Embajada de México en la República Argentina. La nueva sede de la representación diplomática fue inaugurada en 2001 por la entonces embajadora Rosario Green.
La representación de México en Buenos Aires tiene una rica historia cultural. La posición ha sido ocupada por célebres intelectuales desde que en 1889 Ramón Mendoza llegó nombrado por el presidente Porfirio Díaz. El regiomontano universal, mi paisano Don Alfonso Reyes, ha sido sin duda el más célebre embajador de México en Argentina.
Llegó al Río de la Plata en 1927 y la sede de la embajada, ubicada entonces en el elegante barrio de Recoleta, era frecuentada nada menos y nada más que por un joven escritor exiliado del ultraísmo llamado Jorge Luis Borges, discípulo literario de Reyes. Las tertulias literarias organizadas por el embajador mexicano llegaron a ser célebres en ese Buenos Aires de Victoria Ocampo y la Revista Sur, de Roberto Arlt, de un joven Bioy y de un fantasmal Macedonio Fernández. De hecho, el padre de Carlos Fuentes fue consejero en esa embajada y el joven Carlitos pasó su adolescencia en esa imponente ciudad que definió su vocación literaria. Pues bien, ahora resulta que un bajacaliforniano, cuyo deseo era irse a vivir seis años a la casa más refrigerada de Mexicali, tendrá que resignarse y aguantar el “castigo” de vivir en una de las ciudades con una vida artística y cultural más ricas en América. La ciudad donde yo más desearía vivir en el mundo y donde hemos sido realmente felices durante las temporadas que hemos pasado ahí. ¿Vivir en Mexicali era el triunfo soñado y vivir en Buenos Aires es la condena? Carajo, no cabe duda que el mundo está al revés.
¿Y quién confirmó que se fue o lo mandaron de embajador?
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