Luego de 24 años de mal gobierno, de un sistema que se sostuvo en la repartición del poder en unas cuantas familias, de las que salieron regidores, diputados locales, federales, senadores y cinco gobernadores, la mayoría de ellos asociados a cárteles del crimen organizado, los panistas de cúpula ven con preocupación, aterrorizados, lo que ya parece inexorable: el fin de la era panista.
El adiós a los negocios millonarios, al saqueo del erario y al tráfico de influencias, como a la repartición de los bienes del estado, como si se tratara de propiedades privadas que se subastan impunemente entre uno y otro panistas.
Los beneficiarios de la nomenclatura panista, ven preocupados el principio del fin, de la era que inició con Ernesto Ruffo Appel y se mantuvo hasta José Guadalupe Osuna Millán. 24 años de servicio y complicidad con líderes de los diferentes cárteles de la droga que operan impunemente en Baja California. El primer cártel de la droga que vio y explotó a Baja California como territorio particular, sin ley y sin contrapeso oficial de ningún tipo, fue el de los hermanos Arellano Félix, con quienes trabajó Claudio, el hermano del senador Ernesto Ruffo, entonces gobernador del Estado.
Precisamente consecuencia del hartazgo y el descontento social con la proliferación de la nueva casta dorada, de nuevos millonarios que, hace menos de dos décadas vivían en vecindades de tabla parada y hoy poseen lujosísimas residencias, lo mismo en el sur de California, que en Real del Mar, como Alejandro Mionraz Sustaita o Francisco Arturo Vega de Lamadrid, que vive en San Diego, California.
Recuerdo que cuando Jesús González Reyes ganó la presidencia municipal de Tijuana, colocó como jefe de policía a Carlos Edmundo Otal Namur, un espía de quinto patio, que lo mismo sirvió al gobierno, para andar colgando líneas telefónicas, que al cártel de los Arellano Félix, uno de cuyos emisarios pagó un par de cientos de miles de dólares a cambio de que se le pusiera al frente de la policía municipal. Estando al frente de la dependencia, la Procuraduría General de la República ordenó su aseguramiento y traslado a la Ciudad de México.
Resultado de la ingobernabilidad y el saqueo del tesoro estatal, pero sobre todo por la estupidez de imponer a un imbécil como candidato a gobernador, como lo es el señor Francisco Vega de Lamadrid es que los panistas están en la imparable cuenta regresiva para entregar el gobierno a quien sin duda alguna, será el próximo gobernador del Estado, Fernando Jorge Castro Trenti.
Lo anterior, lo planteo como consecuencia de que tengo acceso a estudios de opinión elaborados por oficinas del gobierno federal que no pueden, ni deben caer en la tentación de fallar, pues los resultados quincenales de las encuestas, llegan a los escritorios lo mismo del jefe del Ejecutivo federal, que de los secretarios del gabinete político presidencial.
Precisamente las encuestas oficiales, las que no se mandan publicar, porque sirven sólo para pulsar las tendencias en cada una de las entidades con proceso, cruzadas con las de las empresas encuestadoras más serias, como Covarrubias y Asociados y Consulta Mitofskyl, adelantan que el candidato a gobernador de la coalición Compromiso por Baja California, Fernando Castro Trenti aventaja a su adversario Kiko Vega de la alianza Unidos por Baja California, por algo así como 10 puntos.
Algo similar ocurre en el caso de Tijuana, en donde el doctor Jorge Astiazarán Orci, está cuando menos 6 puntos arriba en las preferencias, frente al nuevo millonario del Partido Acción Nacional y los partidos que le hacen satélite, Alejandro Monraz Sustaita.
Así las cosas, la desesperación y el anuncio de la derrota, está motivando a los estrategas del Partido Acción Nacional a recrudecer la guerra sucia que, en contrario a su propósito, sólo hace más hondo el hoyo en el que quedarán enterradas sus aspiraciones de volver asaltar el poder en el estado.
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