viernes, 3 de mayo de 2013

Cicuta: Burla


Por Jaime Flores Martínez
Burla: Convencido del insolente trato que regalan algunos oficiales norteamericanos en la zona de cruce hacia Estados Unidos, el senador demócrata Gil Cedillo de quedó boquiabierto ante el burlesco desplante. Resulta incomprensible que un oficial federal fronterizo se haya pitorreado de un senador californiano solamente por su aspecto físico.


La tarde del pasado viernes, el senador Cedillo, media decena de concejales y funcionarios californianos encabezados por Gil Cedillo, regresaban a San Diego luego de visitar --en Tijuana-- al candidato priísta a la alcaldía de la ciudad Jorge Astiazaran Orci.

Ellos abordaron un pequeño camión contratado ex profeso y --como es costumbre-- los pasajeros debieron descender al cruzar la línea para someterse a la revisión de rutina.

El oficial estadounidense, un hombre menudito de origen filipino, se dirigió insolente hacia el moreno chaparrito para preguntarle su nombre:

Soy el senador Gil Cedillo, respondió seguro el legislador demócrata. ─ ¡Aja!, replicó el filipino, yo soy el secretario de Seguridad Interna de los Estados Unidos─. Tan insolente filipino todavía trató de humillar a Gil Cedillo al reportar a tan presumido mexicanito. ¡Mire que decirse senador un mexicano prieto y chaparrito!

El filipino acusó a Cedillo ante sus superiores, quienes de inmediato reconocieron al legislador. ¡Señor senador, disculpe usted la confusión! Le dijo otro oficial. Testigos del incidente reconocen la compostura y oficio político de Gil Cedillo, quien le devolvió al filipino una sonrisa franca a cambio de la burlona. En el trayecto hacia Los Ángeles, Cedillo se preguntó ¿como los mexicanos toleran maltratos y burlas al cruzar la frontera hacia aquel país?

Carta

La mañana del martes, el autor de esta columna recibió una carta de la señora Mari Carmen Viera, a quien Cicuta se refirió hace un par de días.

El escribiente público que la señora Viera dedicaba parte de su tiempo a contratar medios de comunicación y al mismo tiempo intentaba rescatar la imagen de su esposo Jorge Alberto Cornejo, quien actualmente funge como jefe de prensa del candidato a la gubernatura por el partido azul.

Con una redacción muy puntual e inteligente, la señora Viera asegura que no tiene ningún tipo de participación en la campaña azul, con excepción de su papel de panista que apoya y espera el triunfo de su candidato.

Ella afirma que no sabe que algún comunicador pudiera señalarla. Mari Carmen afirma que no ha tenido contacto con ningún reportero para el tema de la contratación de apoyos ni tampoco en defensa de su esposo Jorge. En ningún momento Mari Carmen sale en defensa de su marido,

Mari Carmen reconoce que ─los actuales─ son tiempos políticos difíciles en donde se vale de todo. Ella subraya que es fácil hacer críticas sin presentar pruebas. Concluye al señalar que en este momento se encuentra dedicada de lleno a la atención de sus hijas. Su papel de ama de casa la absorbe completamente.

Sin intentar lavarle la cara, Cicuta estima que Mari Carmen seria un ejemplo para los políticos que tienen la piel de cebolla, En un gesto de elegancia política, todavía agradece al columnista sus finas atenciones.

Encabritado

Muchísimo malestar provocó el contenido de la columna del pasado miércoles, donde Cicuta califica de cobarde al director del hospital del ISSSTE de Tijuana Juan Ricardo Flores Soto. Éste hombre inició una campaña de hostigamiento contra el hijo del columnista porque ya no aguanta las críticas.

Debido a que el miércoles fue un día de asueto, Flores Soto no asistió a despachar a sus oficinas, las que por cierto habilitó como consultorio. En lugar de atender las necesidades de ese hospital, Flores Soto se dedica a atender a sus pacientes.

El delegado Guillermo Peñuñuri puede pensar que ─esto─ es un gesto de su gran responsabilidad, aunque seguramente ignora que Flores Soto ofrece esas consultas a personas que no son derechohabientes del ISSSTE.

Motos

La autoridad parece ajena al atropello que cometen jóvenes que conducen motocicletas a toda velocidad por el primer cuadro de la ciudad, especialmente los fines de semana.

Mientras algunos de ellos cierran las calles para permitir que sus amigos pasen como saetas por céntricas avenidas, otros tantos se colocan adelante para abrirles paso. Los automovilistas se atoran mientras los motociclistas hacen un ruido excesivo y cierran las calles.

Algunos uniformados que testifican estos eventos, simplemente se levantan de hombros. Ellos dicen que no pueden infracciones porque recién les quitaron las boletas para infracciones. ¿Será porque estamos rumbo a la elección?

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