Por Gilberto Lavenant
Si alguien tiene dudas sobre lo que implica o representa una incongruencia, basta observar la condición a la que están sometidos los trabajadores mexicanos. La de simples esclavos, aunque la legislación y el discurso políticos planteen otra cosa totalmente distinta.
Para empezar, cabe observar que la Constitución General de la República Mexicana, en el artículo 1, claramente observa que “Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos” al grado de que “Los esclavos del extranjero que entren al territorio nacional alcanzarán, por ese sólo hecho, su libertad y la protección de las leyes”.
Orgullosos se deben sentir todos los mexicanos, al suponerse libres, e imaginar lo horrible que sería el verse sujetos a cadenas y obligados a realizar trabajos forzados, de sol a sol.
Mucho más, si al leer el contenido del artículo 123 de la Carta Magna, observan que la misma advierte que : “Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil”. Nada de esclavitud y además trabajo digno, es algo fabuloso. Lo ideal.
Otro punto más, para abundar en tales supuestos soñadores, es que el mismo artículo 123 señala que : “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”.
Como de película. Nada de esclavitud, derecho a un trabajo digno y además un salario “suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer la educación obligatoria de los hijos”.
La cuestión es que la realidad de los mexicanos no solamente es distinta a lo que prescribe la propia Constitución General de la República Mexicana. Para empezar, más de 12 millones de mexicanos carecen de un empleo formal y más dde 40 millones de mexicanos viven en condiciones de pobreza.
Con la reforma laboral, ahora podrán tener un empleo temporal, a prueba o bajo condición de capacitación, pero serán despedidos al concluir el período de contratación, sin derecho a recibir indemnización o compensación alguna. Ah, y además, los patrones podrán contratarlos hasta por horas. Gracias a la reforma laboral calderonista.
El drama de los trabajadores mexicanos alcanza niveles sumamente serios, cuando se observa el monto de los salarios a percibir. El día de ayer, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, anunció que a partir del 1 de enero del 2013, el salario mínimo diario, para quienes viven en la Zona “A”, la mejor pagada, en la que se comprende a Baja California, será de 64.76 pesos, algo así como 8 pesos por hora.
Este nuevo salario mínimo, es apenas 2.43 pesos más alto que el vigente en el 2012, lo que representa un incremento de tan sólo 3.9%. Algo mucho más ofensiva que la peor de las groserías.
Si alguien no lo entiende, pues hagan números. En el 2013, los mexicanos de esta parte del país, ganarán 8 pesos por cada hora de trabajo, 15.19 pesos por dos horas, 24.28 pesos por 3 horas, 32.38 pesos por 4 horas, 40.47 pesos por 5 horas, 48.56 pesos por 6 horas, 56.65 pesos por 7 horas y 64.76 pesos por 8 horas, o sea la jornada completa.
Con tales salarios, sobre todo ahora que los trabajadores podrán ser contratados por meses, semanas, días e incluso por horas, es absurdo que los mexicanos puedan mitigar el hambre.
La Constitución señala que : “Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil”. Obviamente, ningún trabajo, sea por jornada completa o por horas, puede ser digno, ni socialmente útil, con un pago de 8 pesos por cada hora de labores. Cualquier persona, con un limpiavidrios en la mano, o un trapo sucio, puede lograr ingresos superiores, en cualquier crucero de la ciudad.
Lo grave de esto, es que los salarios mínimos se aplican hasta para contratar a jóvenes egresados de universidades, bajo el pretexto de que carecen de experiencia. Lo que les pagan, no les alcanza ni para pagar el transporte, mucho menos para cubrir sus necesidades alimenticias y peor aún las de vestido o de salud.
En su primer mensaje como Presidente de México, Enrique Peña Nieto, dijo que “es inaceptable que millones de mexicanos padezcan hambre”, por lo que instruyó a Sedesol a poner en marcha, en 60 días, “una cruzada nacional contra el hambre”. Los mexicanos no requieren de dádivas. Requieren de un trabajo digno y bien remunerado.
¿Por qué no romper esa estructura de hambruna? ¿Por qué no fijar salarios que realmente permitan hacer efectivo lo previsto constitucionalmente, que sean suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos ?
¿Por qué seguir presumiendo que en México está prohibida la esclavitud, si los salarios mínimos en nuestro país rebajan a los trabajadores mexicanos a la simple condición de esclavos ? No requieren de cadenas. El hambre les somete y destroza su dignidad.
¿Cómo es que pretenden combatir la violencia, si el desempleo o los empleos como esclavos, empujan a los mexicanos hacia la delincuencia, como única forma para subsistir ?
¿Por qué insisten en fijar salarios mínimos tan pequeños, que representan e implican una grosería para todos los mexicanos, pues los subvalua en forma ofensiva y denigrante ?
Todas estas son incongruencias. Un nuevo sexenio que promete mucho, pero que de entrada, tolera los mini salarios y mini trabajos. Del dicho, al hecho, hay demsadiado trecho.
gil_lavenants@hotmail.com
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