Por Gilberto Lavenant
Ante el ya próximo proceso electoral, en Baja California, en el que se disputarán la gubernatura estatal, las cinco alcaldías y las diputaciones locales, es necesario señalar que los políticos bajacalifornianos, todavía no entienden que uno fue el viejo PRI, aquel que gobernaba hasta antes del panista Vicente Fox, y otro, el nuevo PRI, el que gobernará a partir del 1 de diciembre, luego de que Felipe Calderón deje la Presidencia de México.
Los críticos del priísmo, afirman que no hay diferencia alguna, entre el PRI de antes y el PRI de después. El PRI de antes de Fox y el PRI de después de Calderón. La verdad es que sí es diferente. El viejo PRI, aquel que gobernó a México durante más de 70 años, era un partido hegemónico, ganaba –por llamarle de alguna manera- todos los comicios, de “carro completo”. Pero a la llegada del panista Vicente Fox, le pasó lo que a la cenicienta del cuento, la carroza se le convirtió en calabaza y la princesa prácticamente regresó a su papel modesto, desimple empleada doméstica. En el viejo PRI, el Presidente de la República era prácticamente un rey. Sus deseos eran órdenes. No había quien o quienes pudieran contravenirlas, so pena de sufrir las consecuencias. En el tema de las postulaciones de candidatos a puestos de elección popular, la lista de los pretensos era previamente “palomeada”, por el Primer Mandatario. Personalmente decidía quien sí y quien no. Luego del “palomeo”, seguía un procedimiento protocolario, por todos conocido, un tanto solemne, que se conocía como “destape”. Durante muchos años, el “destapador oficial” lo fue el eterno líder cetemista Fidel Velázquez. Era él, quien tradicionalmente hacía el primer pronunciamiento a favor del principal de los elegidos. Luego, se dejaba venir una avalancha. Hecho el “destape”, súbitamente todas las agrupaciones priístas se iban a “la cargada”. Las planas de la prensa escrita, se llenaban de pronunciamientos empalagosos. Todos, en un sentido u otro, afirmaban que el “destapado” era el mejor hombre, el más idóneo, el amigo de todos, en el que siempre habían pensado. Después de esto, solamente se corría el protocolo partidista, las convenciones en las que los representantes de los tres sectores del PRI, se manifestaban como uno sólo a favor del “destapado” y oficialmente se le declaraba como candidato, a tal o cual posición. Se decía que el sistema político mexicano, era el único en el mundo, en el que se podía anticipar con mucho tiempo, quien ocuparía tal o cual cargo. El “destape”, era solamente la confirmación de lo ya sabido. Luego se sabrían alguna o algunas de las razones del “destape”. En algunos casos, la esposa del Presidente metía la mano para favorecer a algún pariente o amigo. Incluso hubo casos de “destapados”, en base a razgos familiares, cual si fuesen vireynatos de la Nueva España. Durante los dos sexenios en que México fue y sigue siendo gobernado por panistas, Fox y Calderón, los priístas aplicaron aquel dicho popular que advierte : “el que tiene más saliva, come más pinole”. No requerían de la “bendición presidencial” para lograr alguna postulación, si acaso lograr consensos en las cúpulas nacionales de las diversas organizaciones priístas. En muchos de los casos, cada quien le entraba a la rebatinga, por riesgo y cuenta propios. Sobre todo, en cuanto al costo económico, pues cada candidato debería sufragar su propia campaña. La diferencia del método, era simple. Cómo gobierno, el PRI tenía todo el poder para operar, manipular o influir en cualquier proceso electoral. Fuera del gobierno, era simplemente oposición. La fuerza e influencia, venían a menos. Durante los doce años de gobiernos panistas, las derrotas priístas se volvieron tan comúnes, que batallaban hasta para encontrar nombres de posibles candidatos. Casi nadie se quería arriesgar a enfrentar una derrota y sobre todo a apostar sus ahorros y no poder recuperarlos. Prueba de ello fueron los comicios a munícipes de Tijuana en el 2010. Primero se habló mucho de María Elvia Amaya y de René Mendívil. Luego se daba como un hecho que el elegido sería Mario Escobedo y al retirarse éste, por no soportar las presiones de los grupos que exigían su cuota de poder, entró de emergente Carlos Bustamante. Y que se saca la lotería. Después de los comicios de julio pasado, en el que el PRI logra recuperar la Presidencia de la República y varias entidades del país -en Baja California 7 de 8 diputaciones federales- ahora son muchos los que se quieren “sacrificar” para ser postulados como candidatos a la gubernatura de Baja California. Esto, por cuanto hace a los priístas. A mediados del 2013 serán las elecciones locales. Faltan varios meses. Sin embargo, los pretensos están que “comen ansias”. Sobre todo porque toda vez que ha habido resistencia contra el Presidente electo, Enrique Peña Nieto, en tanto que éste no se siente en la silla presidencial, no puede dedicarle atención a asuntos como el de los comicios de esta entidad. La lista inicial, que sólo contemplaba a Jorge Hank y Fernando Castro Trenti, empezó a crecer, a partir de que Peña Nieto advirtió que no tenía amigos. Bueno, al vez quizo decir que los únicos amigos que tenía eran del Estado de México y algunos de otras entidades vecinas, pero no de Baja California. Recordando y emulando las costumbres del viejo PRI, hay quienes consideran que la balanza presidencial se decidirá por el pretenso que mayor número de “destapes” logre. Pero no entienden que “destape” no autorizado por el Presidente en turno, es una simple salida en falso. Cuando quien dé la voz de arranque, sea la voz presidencial, notarán el cambio. Entonces, cuando el “destape” sea oficial, podrán decir que ya hay candidato. gil_lavenants@hotmail.com
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