Por Gilberto Lavenant
Cuando menos durante la primera mitad del sexenio del retorno priísta, deberá establecerese un gobierno de coalición.
El exgobernador Enrique Peña Nieto, logró la primera magistratura del país, pero no la anhelada mayoría legislativa. Así es que el regreso del PRI no será en las mejores condiciones.
La integración de las cámaras legislativas, pondrá en aprietos el proyecto de gobierno del mexiquense. La Cámara de diputados federales, se integra con 500 legisladores. De esos, apenas 207 serán priístas, que sumados a los 33 del Partido Verde Ecologista de México, apenas son 240. Se requieren los 10 del Panal, de Elba Esther Gordillo, para ser el 50 % del total.
El PAN tendrá 116 diputados federales, que sumados a los del PRI, PVEM y Panal, ascenderán a 366, los suficientes para lograr sin apuros reformas constitucionales. ¿Pero cuál será el precio para lograr esa suma ? Algo o mucho que convenga a los cuatro partidos políticos. Posiciones destacadas en el gobierno federal. Cuando la maestra Gordillo y su Panal pactó con Calderón, recibió a cambio la dirección general del ISSSTE y la Dirección General de la Lotería Nacional.
Ahora, para que el PVEM, Panal y PAN pacten con el PRI, tendrían que repartirse entre los cuatro todas las posiciones del gobierno federal. Esto sería lo que se llama gobierno de coalición, que tanto pregonó Manlio Fabio Beltrones e incluso Peña Nieto.
Esto, para no tener que convenir con los partidos integrantes del llamado Movimiento Progresista, que tendrán un total de 134 diputaciones federales, de las cuales 99 será del PRD, 19 del PT y 16 del Movimiento Ciudadano. Si el PAN se adhiere a ellos, sumarán 250, precisamente el 50 % del total.
Veamos ahora cómo quedará integrada la Cámara de Senadores, que cuenta con 128 elementos, de los cuales 53 serán priístas, que sumados a los 9 del PVEM serán 62 y 1 del Panal, apenas son 63. Si le agregan los 38 del PAN, serán 101, con lo que podrían sacar sin dificultades, cualquier propuesta.
El PRD tendrá 22 Senadores, que sumados a los 4 del PT, ascienden a 26, más 1 del Movimiento Ciudadano, 27. Si estos lograran aliarse con los 38 Senadores panistas, serían 65, frente a los 63 del PRI, PVEM y Panal. Las izquierdas y derecha, rebasarían en 2 a los priístas y aliados. Sin embargo, para los panistas resultará más atractivo aliarse con el PRI, que tendrá chamba para todos.
Esto explica y justifica el que las adhesiones se dan a favor del PRI y no del PRD. López Obrador, que no ganó la Presidencia de la República en las urnas, no tiene chambas con las que pueda negociar con los demás partidos políticos. Por algo dicen que el interés, tiene pies.
La negociación, aunque incómoda, no es del todo inequitativa para los priístas. No todas las chambas del gobierno federal serán para los priístas. Tendrán que compartirlas con sus aliados. Pero a cambio de ceder posiciones, los aliados validarán las acciones del gobierno federal, además de aprobar las propuestas peñistas. Esto es así : dando, y dando.
Quizás en los primeros tres años de la gestión presidencial de Enrique Peña Nieto, el mexiquense no logrará realizar todas sus propuestas, pues también tendrá que concretar algunas de la llamada “candidata diferente” y algunas otras de Qudri, el alumno más destacado de la maestra Gordillo.
Pero si le salen bien las cosas, en estos primeros tres años, en la próxima elección intermedia, el PRI podría lograr mayoría en la legislatura federal, aunque no en el Senado. Lo más que podría hacer sería establecer las bases para que regrese entero el próximo sexenio. Cuando haya podido demostrar que las mañas del viejo PRI quedaron en el pasado.
Ahora que podría ocurrir que el gobierno de coalición sea realmente funcional. Que el conjugar intereses, sea más práctico que un gobierno presidencial sin mayoría legislativa. Que por fin se supere la parálisis legislativa.
Ya es tiempo de que la figura presidencial deje de ser remedo de una monarquía. Sobre todo, que el primer mandatario mexicano, deje de sentirse rey y los mexicanos sus lacayos. El Presidente de la República, debe ser un mero coordinador de esfuerzos de todos los mexicanos, y no un individuo todopoderoso.
Se ha dicho con insistencia que el sistema presidencialista mexicano, ya se agotó. Que es necesario buscar nuevas formas de gobierno. Un gobierno en el que el poder presidencialista no esté en manos de un solo individuo, sino que esa fuerza se diluya entre varios, para que no se mareen y se eviten los abusos, los excesos.
El de Peña Nieto, podría ser el primer ejemplo en ese sentido. Alguien tiene que poner la muestra, para observar en la práctica que sí es posible. En especial, porque en el sistema presidencialista, la sucesión sexenal resulta cada vez más difícil.
Los que terminan, como los que luchan por el relevo, pierden la proporción de las cosas. Los que terminan, no quisieran irse. Los que llegan, quisieran anticipar y garantizar su arribo. Para hacer, lo que tanto criticaron.
Los hay que quisieran perpetuarse en el cargo presidencial. Quisieran prolongar su poder en el tiempo y no limitarlo a meros períodos sexenales. Incluso aquellos que ni siquiera han sido electos, quisieran verse con la franja presidencial en el pecho y ver retratado en ellos a Porfirio Díaz. Lamentablemente el poder es enfermizo, al grado de que hasta los individuos más cuerdos, pierden el rumbo. Quizás los gobiernos de coalición serían un buen remedio para ese mal.
gil_lavenants@hotmail.com
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