Por Teresa Gurza
Desde hace unos años, hemos estado oyendo que a cada rato se pide perdón desde el poder por las más diversas causas.
Lo acaba de pedir el presidente de Chile, Sebastián Piñera, al rendir este 21 de mayo ante el congreso pleno la situación de la cuenta pública; acto que equivale al informe que presentan los mandatarios mexicanos.
Con eso reconoció que su gobierno, al que le falta un año, no ha estado al nivel de las expectativas; ni actuado de manera totalmente oportuna en algunos conflictos sociales.
"Un Presidente, dijo Piñera, toma muchas decisiones y a veces se equivoca y es bueno tener la capacidad de reconocer los errores y pedir perdón".
Me equivoqué; pero no volverá a ocurrir, dijo el rey español Juan Carlos cuando se descubrió que mientras millones de sus compatriotas sufren la crisis económica, él mataba elefantes en Botsuana.
Pidió perdón a viejitos exbraceros a nombre del Estado mexicano, el presidente Felipe Calderón porque el gobierno les quedó a deber ahorros hechos entre 1942 y 1964.
"Quiero pedirles perdón como presidente de México, porque por culpa de quien haya sido hace 30, 20 ó 10 años, se quedaron con su dinero”, les dijo; y luego de tanto tiempo les entregó sólo 38 mil pesos.
Pero no se ha disculpado, por los casi 70 mil muertos que ha dejado su guerra contra el crimen organizado.
Pidió perdón el candidato del PRI Enrique Peña Nieto a los "proles" insultados por su hija en diciembre pasado.
Hizo lo mismo este marzo frente a la comunidad de la Universidad Iberoamericana, la candidata panista Josefina Vázquez Mota por haber dicho: "No soy perfecta, estudié en la Ibero…"
Pidió disculpas el dirigente príista Pedro Joaquín Coldwell, porque Peña Nieto calificó como infiltrados y no estudiantes a los alumnos que protestaron durante su visita a esa universidad.
Lo hizo el IFE por la aparición de la edecán escotada, en el primer debate.
Pidió perdón a las víctimas de abusos sexuales, en Inglaterra, Irlanda y Alemania, pero no en México, el Papa Benedicto XVI y lamentó la complicidad de obispos de todo el mundo, que no tomaron medidas para evitarlos ni denunciaron los hechos.
Pidieron perdón hace dos años, también con décadas de retraso, los Legionarios de Cristo por los actos criminales de su fundador Marcial Maciel, contra niños y jóvenes de sus colegios y seminarios.
Pero su petición al parecer no incluyó el propósito de enmienda; porque hace poco el director de esa congregación religiosa, Alvaro Corcuera, tuvo que volver a dar disculpas ya que durante siete años tapó la paternidad de uno de sus sacerdotes.
En un texto leído por el arzobispo de Canterbury, pidieron perdón por sus infidelidades el príncipe Carlos y Camilla.
Ha pedido perdón en muchas ocasiones el presidente estadounidense Clinton.
Lo pidió por haber bombardeado la embajada china en Belgrado; y por su "impropia relación" con la becaria de la Casa Blanca Mónica Lewinsky.
Se lo pidió a España “porque este país estaba haciendo las cosas bien… y ahora sufre por la crisis que comenzó en Estados Unidos".
Y al pueblo haitiano por la desidia del mundo en ayudarlo.
Ha pedido perdón por diferentes razones su esposa Hillary, secretaria de Estado de EEUU.
Al mundo, porque la crisis económica se originó Estados Unidos; a once líderes mundiales, por las filtraciones de documentos que los incumben.
Y a los guatemaltecos, por "el acto antiético" del gobierno de su país al haberles inoculado durante doce años, intencionalmente y como experimento, sífilis, gonorrea y otras enfermedades sexuales.
"Lamentamos profundamente que esto haya sucedido y ofrecemos nuestras disculpas a todas las personas que resultaron afectadas por esas abominables prácticas de investigación", dijo.
Pidió perdón a los desposeídos y marginados, José López Portillo cuando al tomar posesión como presidente el primero de diciembre de 1976, habló del desastre económico que dejó la administración de Luis Echeverría, de la que él fue secretario de Hacienda.
Y seis años después, en su último informe de gobierno, ya no pidió perdón sino que lloró en plena ceremonia, por dejarlos igual o peor.
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