Por Gilberto Lavenant
El movimiento estudiantil que inició con las manifestaciones de protesta, durante la visita del candidato priísta, Enrique Peña Nieto, a la Universidad Iberoamericana, en principio fue cuestionado, no propiamente por tratarse del rechazo al mexiquense y al priísmo en general, sino porque la juventud mexicana, desde inicios de los 70´s, cayó en un profundo letargo. Apatía, desinterés, valemadrismo, eran factores comúnes en los jóvenes.
De pronto, aparentemente, despiertan y se muestran enfadados, intolerantes, frente al candidato de un partido que dejó de gobernar al país, hace 12 años, cuando la mayoría de esos jóvenes eran apenas unos niños. Era lógico que surgieran las sospechas, las deducciones, las especulaciones o conjeturas. ¿Cómo se enteraron de las atrocidades del priísmo ? cuestionaba el columnista.
¿Por qué no despertaron iracundos contra el panismo que gobierna actualmente ?
Concretamente, ¿por qué no enarbolaron temas o problemas relacionados directamente con ellos mismos, los jóvenes ? Falta de oportunidades de estudio, de empleo, inseguridad pública, desintegración familiar.
¿Por qué despertar, haciendo reclamos de índole político ?
¿Por qué enderezar su coraje contra el candidato puntero ?
Claro, los candidatos que aparecen en desventaja, en las encuestas de intención del voto o de preferencias electorales, jubilosos, porque de pronto aparecían los jóvenes para atajar al que les lleva enorme ventaja. Surgían a hacerles la “tarea”, lo que ellos no han podido hacer.
El más beneficiado de este movimiento, lo fue el candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, pues la corriente juvenil le resultaba favorable. Los jóvenes, en general, son revolucionarios. Todo individuo, políticamente, nace en la izquierda y en la edad adulta tiende hacia la derecha. Esto casi no falla.
La inclinación a favor de “El peje” hizo suponer que era él quien motivo y propició éste movimiento. Ante tales suposiciones, obviamente, muchos de los jóvenes se incomodaron, pues argumentaron que tienen la capacidad e inteligencia suficientes para determinar sus ideologías y acciones.
Curiosamente, o extrañamente si les parece mejor, siendo la clase política tan detestable, para la sociedad en general, y los jóvenes tan apáticos y desinteresados sobre cuestiones políticas, resultaba casi inverosímil que despertaran y se lanzaran contra el priísmo, pero que casi se echaran en brazos de las izquierdas políticas e ignoraran al panismo. Extraño.
Quizás, apuntaba el columnista, alguien les platicó de las atrocidades del priísmo de hace 12 años, para atrás, pero no les recalcó las atrocidades del panismo, de hace 12 años, para acá. Pero tampoco les explicó el significado y alcance del socialismo, ni les dijo que el socialismo es primo hermano del comunismo, ni lo que implicaría que México se declarara abiertamente socialista, teniendo de vecino a un país capitalista, una de las potencias económicas mundiales.
Con eso de la globalización, el mundo parece más chico de lo que realmente es. México no es una isla, como suponían o imaginaban los conquistadores de las indias. Las relaciones internacionales, no se establecen, ni se determinan, por simples pasiones o afanes políticos.
Cuando Andrés Manuel López Obrador, compitió con Felipe Calderón por la Presidencia de la República, surgió por ahí una campaña para advertirles a los mexicanos que era un peligro. Muchos lo imaginaban de la mano de Hugo Chávez, por ejemplo, o quizás hasta expropiando empresas extranjeras establecidas en México. Hoy, supuestamente, el peligro es Peña Nieto. Si llega a la Presidencia, se acaba el mundo, dicen. Pero eso lo pregonan quienes se encuentran en una posición política desventajosa. Les gana la desesperación. Sobre todo cuando observan que el proceso electoral se agota y ya esta cerca la elección del 1 de julio.
Volviendo con las manifestaciones juveniles. Ya empiezan a despojarse o deslindarse de banderas o tintes políticos. Ahora enderezan sus baterías hacia los medios de comunicación y reclaman equidad y veracidad informativa. Incluso en ese ámbito surgen los cuestionamientos, pues al exigir a los medios informativos, concretamente a las empresas televisivas, equidad o equilibrio, pareciera que pretenden ser rectores de la información periodística, cuando que en México los mexicanos no solamente no leen libros, sino que tampoco leen periódicos, ni ven noticieros.
Habría que ver cual es el tiempo durante el que se prolonga este despertar juvenil. Quizás termine el día de las elecciones. Posiblemente ni siquiera vayan a votar los jóvenes que ahora manifiestan su coraje o reclamos en las calles. Si les dura más allá del 1 de julio, pues entonces deberán enfrentar e impulsar, los temas relativos a los problemas que les aquejan. Desempleo, falta de oportunidades de estudio, pobreza, inseguridad, por ejemplo.
Mientras tanto, que se cuiden de aquellos que al grito de “a río revuelto, ganancia de pescadores”, quisieran sacar ventaja de este movimiento juvenil. Ahí tienen a la hermana del Presidente Calderón, Luis María Calderón, excandidata a gobernador de Michoacán, quien se quizo pasar de lista y aparentando adhesión al movimiento denominado#Yosoy132, anunció que el suyo lo denominaba #Yosoy133. La rechifla, no se hizo esperar. No se desconfia de los jóvenes, sino de los políticos.
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