Por Gilberto Lavenant
Graves situaciones se han presentado en los últimos días, en las que han resultado involucrados elementos de seguridad pública. Policías municipales transportando droga en vehículos policiacos, un policía ministerial que asesina a sus pequeñas hijas y se suicida y luego, un enfrentamiento entre policías municipales y militares. Las autoridades de los tres niveles, responsables de tales elementos, argumentan que se trate de meros incidentes. Es absurdo que las autoridades manifiesten que estos son casos aislados, como diciendo que no ha pasado nada, lo que dá a entender que nada van a hacer para tratar de prevenir o evitar que estos se repitan. El miércoles 25 de abril, comentaba aquí en Palco de Prensa, dos hechos insólitos y lamentables. Un jóven de 23 años de edad, supuestamente por la crisis económica, mató a balazos a su esposa de 20 años de edad y a la hija de ambos, de sólo 2 años, en La Mesa de Otay. El otro, un policía ministerial, dió muerte a balazos a sus dos hijas, una de apenas un día de nacida y la otra de un año y un mes. El columnista advertía que estos hechos son focos rojos, tragedias sin explicación, ni justificación alguna, pues observaba que nadie, por ningún motivo, puede quitar la vida a alguien. Mucho menos a un miembro de su familia. Peor, a un hijo. El extremo, pequeños seres humanos, indefensos, cuando apenas empiezan a vivir. Señalaba que no es cierto que la crisis económica empuje a alguien a cometer crímenes tan atroces. Ni siquiera para optar por el suicidio. Mucho menos una crisis en la relación de pareja. Sobre todo, observaba que los autores de tan horrendos crímenes eran jóvenes, uno de 20 años y el otro de 35. El columnista decía que ambos casos, en particular, merecen ser estudiados por las autoridades e implementar programas tendientes a tratar de evitar que se repitan. Los programas de teléfonos para llamadas en casos de crisis. En especial, observaba que era preocupante el caso del ministerial que asesinó a sus hijas y se suicidó. Y cuestionaba : ¿En manos de quien estamos? ¿De quien depende nuestra seguridad ? Comentaba que es evidente que no bastan los exámenes de confianza. Que hay que ser más estrictos en exámenes de personalidad. Psicológicos o psiquiátricos, pues en el caso del ministerial, que se decía que el orígen de la tragedia había sido una discusión conyugal, el llegar a cometer crímenes tan horribles, es algo muy serio. Seguramente, decía, las autoridades simplemente le darán carpetazos a ambos casos, que los considerarán como tragedias, los agregarán a las estadísticas criminales y hasta ahí. Seguramente. En el del ministerial, el asunto se ha manejado con exagerada secrecía. Ya no importa el hecho en sí mismo, en tanto que nada regresará la vida a las niñas masacradas por sus propios padres. Lo que importa es tratar de conocer los verdaderos orígenes y empezar a trabajar para combatirlos. Las labores de prevención, son necesarias. Ni duda cabe. El otro incidente, también de suma gravedad, lo fue el enfrentamiento entre policías municipales y militares. Ha trascendido que el protagonista principal del zafarrancho, comandante del 28 Batallón de Infantería, Edwin Tonatiuh Ruíz Delgado, se encolerizó y arremetió a golpes contra los policías municipales, porque lo trataron como a un simple ciudadano, toda vez que no portaba el uniforme, traía bermudas, tenis y camiseta. Los uniformados llegaron y lo zarandearon, como suelen hacerlo. Es totalmente censurable la reacción del militar y de sus subordinados, pues en lugar de aclarar las cosas, de identificarse y resolver el incidente de la mejor manera posible, golpearon salvajemente a los municipales. Irónicamente, ese mismo día, por la mañana, se hacía un reconocimiento al Comandante de la Segunda Región Militar, General Alfonso Duarte Mújica, por la labor realizada para mejorar las condiciones de seguridad pública en la entidad. En este caso, se dió una cadena de abusos. El militar, al parecer ebrio, dicen que golpeó a la empleada del expendió de cerveza y se negaba a pagar. Alguien llamó a la policía, llegan los municipales y zarandean al militar, como si fuese un civil. El militar se encoleriza y golpea a los municipales, apoyado por sus subordinados. Luego ambos grupos, con armas largas en las manos, discuten para hacer valer sus respectivas supremacías. Qué lamentable que ocurran estas cosas. Elementos que deberían estar dedicando el cien por ciento de su tiempo en mantener el orden y la seguridad pública de la población, discuten, se agreden, se someten. ¿En manos de quien estamos? ¿De quien depende nuestra seguridad ? Se dice que el militar fue relevado de su responsabilidad de mando, era comandante del 28 Batallón de Infantería, que será sujeto a un proceso militar y luego será puesto a disposición de la autoridad del fuero común para que sea juzgado por los delitos en que haya incurrido en este serio incidente. La verdad, los ciudadanos comúnes y corrientes, no creen que el militar vaya a recibir alguna sanción. La voz popular estima que la impunidad en el ámbito militar, es superior al del civil. Que el asunto lo mantendrán en reserva hasta que se “enfrie”, que nadie lo recuerde y en el peor de los casos lo cambiarán de plaza. Hasta ahí. Por lo que respecta a los policías municipales, el Secretario de Seguridad Pública Municipal, Alberto Capella, se niega a admitir que los policías municipales siguen siendo prepotentes y arbitrarios. Quizás ese fue el origen de este incidente con los militares. Capella dice que son subjetivas las opiniones sobre las actuaciones irregulares de sus “muchachitos”. El Presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Mario Escobedo Carignan, ante los serios incidentes aquí señalados, hizo un llamado a las autoridades para darle mayor seguimiento a los exámenes de control y confianza. Que tales hechos no se deben tomar como casos aislados. “Estos eventos –dijo- nos deben de prender los focos de alerta para volver a revisar los perfiles de todas aquellas personas que forman parte de las dependencias de seguridad, pues nadie garantiza que se vuelvan a repetir con mayor frecuencia”. La advertencia está hecha, no son simples percepciones. gil_lavenants@hotmail.com
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