Por Gilberto Lavenant
Agobiados por la partidocracia, que tiene sometido a México desde hace muchos años y en especial en los últimos dos sexenios, muchos mexicanos piensan y están seguros que la fórmula de candidatos ciudadanos es la solución a tantos males que aquejan a los mexicanos.
La partidocracia es un mal mayor en el sistema político mexicano. Produce gobiernos integrados por políticos rapaces, cínicos, ineficientes y por lo tanto corrupción, impunidad. A los pillos en el gobierno, aunque se les reconozca como tales, no se les puede frenar, ni castigar, porque la liga de intereses y el reparto de ganancias entre ellos, no lo permite.
Lo ideal sería que, en los gobiernos, a los tres niveles, estuviera un ciudadano sin intereses de ningún tipo, que esté limpio de culpa para, de inmediato poner de ·patitas en la calle” a cuanto pillo detecte, sin miramiento alguno. Un gobierno ciudadanizado, ajeno a siglas partidistas.
¿Podrá llegar a ser realidad esto o siempre será un simple sueño ? Ojalá que estuviésemos equivocados, pero salir de la partidocracia y llegar a tener gobiernos ciudadanizados, no es fácil, y casi es imposible.
Para empezar, no sería necesario pensar en posibles candidatos ciudadanos, si existieran políticos honestos. Así de sencillo. Si México pudiese confiar en sus políticos, sería extraordinario. Pero en la desconfianza, empieza el problema.
Los políticos, son individuos mentirosos. Prometen cosas que de antemano saben que no van a cumplir. Llegan al cargo, con la prioridad de acumular riqueza, no a servir a los intereses de la ciudadanía que representan. No informan lo que están obligados a informar, sino solamente aquello que les favorece.
Cuando se trata de votar, votan por consigna, en bloque, lo que les indican los coordinadores de sus partidos, aunque sea contrario a los intereses de los ciudadanos que representan. Por ello el anhelo de candidatos ciudadanos. Aquellos que efectivamente sean representantes populares. Aquellos que no estén sometidos a partido alguno.
Sin embargo, todo mundo acusa a los partidos políticos de la existencia de la partidocracia. Pero no son precisamente los partidos los culpables de ello, sino los ciudadanos comúnes y corrientes, aquellos que por detestar la política, no acuden a las urnas a votar y dejan el terreno libre precisamente a los partidos políticos. Esto está claro, basta ver el exagerado nivel de abstencionismo en cada comicio, sean federaales o locales.
Durante años han gobernado los menos peores. Los políticos que si bien es cierto obtuvieron la mayor cantidad de votos, pero de votaciones minoritarias. Por eso se dice que cada pueblo tiene el gobierno que merece. Una ciudadanía apática para participar en la elección de gobernantes, es apática para exigir resultados a los goberantes electos. Es más, carecen de legitimación para exigir algo.
Es tan grave el problema del abastencionismo, que las candidaturas ciudadanas están destinadas al fracaso. De poco sirve hacer el intento, si no se va a tener el apoyo de los propios ciudadanos.
Así es que cuando surja un ciudadano, dispuesto a cambiar al mundo, necesariamente tiene que meterse al mundo de la política. Aprender la compleja legislación electoral y tratar de abrir puertas para impulsar una candidatura independiente.
Seguramente se frustrará al saber que el propio consejero presidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés, acaba de decir, en días pasados, que la legislación mexicana vigente mantiene el monopolio de los partidos políticos a la postulación de candidaturas de elección popular. Algunos otros consejeros han aceptado que hay algunas pequeñas rendijas que establecen esa posibilidad.
Superado el aspecto legal, el aspirante a una candidatura ciudadana, tiene que encontrar respuesta al problema financiero. La partidocracia ya tiene debidamente reconocidas las fuentes de financiamiento público, tanto para los partidos, como para sus candidatos. Hasta este momento, no se tienen previstos recursos para posibles candidatos ciudadanos.
El otro tema, quizás más complejo y grande que el legal y el de finsnciamiento, es la estructura humana que apoyará al candidato ciudadano. Se requieren comités promocionales, financieros, de reclutamiento de otros ciudadanos. Convencer a otros ciudadanos de que hagan a un lado su apatía y decidan ser factores de cambio.
La partidocracia, tiene problemas para reclutar recursos humanos, pero lo logran, porque los reclutados saben que si se identifican con tal o cual partido, pueden llegar a tener empleo y además disfrutar de las prerrogativas de la organización política a la que pertenecen. La política, está demostrado, es una de las actividades, además del narcotráfico o el crímen organizado, más redituables. Apenas en 3 o 6 años, los políticos registran un cambio enorme en sus economías y en sus statuts social.
Para lograr tener candidaturas ciudadanas, se requiere demasiado trabajo social. Se requiere recuperar los valores ciudadanos básicos, como la honestidad, la sinceridad, el respeto mútuo.
En ello también va la necesidad de reconocer tales valores, el redituar el esfuerzo de todo mundo. Pagar sueldos remuneradores. Otorgar a los trabajadores las prestaciones básicas que merecen, conforme a sus trabajos.
Construir escuelas, más que reclusorios. Combatir el desempleo, fomentar las actividades deportivas, sociales, educativas. Mientras no se haga nada al respecto, o lo suficiente, no podemos pensar en que existan candidatos ciudadanos. Que conste.
gil_lavenants@hotmail.com
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