Por Gilberto Lavenant
Hay una frase o sentencia que observa y advierte : “El pez, por su boca muere”. Y efectivamente, si a los peces no les diera por tragar todo aquello que se mueve y se les pone enfrente, no terminarían ensartados en el anzuelo, que luego les jala a la superficie, para transformarlos en pescados. Apetito, inquietud o lo que sea, hace que los peces lleguen a morir y a convertirse en rico platillo de gustos exigentes.
Esta frase o sentencia, se aplica a muchas actividades humanas. Cuando se trata de observar que hay políticos, o personas en general, que incurren en errores y se meten en serios problemas, cuando abren la boca y dicen cosas que comprometen, que los involucran en actividades irregulares o que dan pie para ser sometidos a investigaciones, que finalmente les podría llevar a la cárcel.
Pero también se aplica a quienes, como tal parece es el caso de Pelayo Torres, por el gusto por el dinero, le ponen precio a sus actos o bien no se pueden resistir ante atractivas ofertas. Mucho más si las ofertas son en dólares y con cifras de seis dígitos.
Para empezar, todos reconocen que Enrique Pelayo Torres, priísta, actual Alcalde de Ensenada, es polémico, incontrolable, explosivo.
El escándalo en el que se encuentra involucrado en estos mmomentos, presuntamente inició el 11 de febrero del 2011, cuando acompañado por 60 policía, clausuró las instalaciones de la planta regasificadsora de la empresa Energía Costa Azul, filial de Sempra. La argumentación para la acción del gobierno ensenadense, indica que dicha empresa fue instalada incurriendo en numerosas irregularidades.
La acción encabezada por Pelayo, solo perduró unas 5 horas, pues intervino el gobierno federal, asignando elementos militares para custodiar la empresa, y el gobierno estatal, encabezado por el Secretario General de Gobierno, Cuauhtémoc Cardona, quien personalmente retiró los sellos de clausura, ante la frustración del Alcalde Ensenadense.
Ante tales hechos, unos elevaron a Pelayo casi al nivel de héroe y lo calificaron como un pequeño David enfrentando a Goliat. Otros, todo lo contrario, casi lo calificaron como enemigo de la patria, al pretender que deje de operar una empresa que implica una versión millonaria.
Pero, de pronto, salen a relucir, cosas, que hacen aparecer a Pelayo, algo así como un mercenario, que llevó a cabo la clausura de la empresa de Sempra, en cumplimiento de compromisos económicos y no precisamente preocupado por el medio ambiente y la salud de los ensenadenses. En el periódico capitalino El Financiero, en su edición de 27 de Julio del año en curso, aparece una entrevista de Olga Ojeda Lajud al presidente de Sempra LNG, Darcel L. Hulse, quien se queja de que enfrentan una campaña de desprestigio y extorsión, para que la empresa no opere en Ensenada, específicamente, que le exigen 80 millones de dólares y refiere nombres de los personajes que enfrenta.
Todo surge, aparentemente, por la disputa de un predio, aparentemente propiedad de Ramón Eugenio Sánchez Ritchie, colindante con las instalaciones de Sempra, que suscribió convenio de financiamiento con empresario mexicano de origen japonés, radicado en el sur de California, Susumo Asano, aunque refiere también, como parte de ese equipo a Enrique Acosta Fregoso, abogado de Sánchez Ritchie, Jaime Martínez Veloz y José Narro Céspedes.
Esto llevó al Semanario Zeta a realizar investigaciones al respecto, dadas a conocer en su edición número 1948, de la última semana de julio, que complementa con información que refiere que el 25 de Enero del 2011, casi tres semanas antes del intento de clausura de Sempra, Enrique Pelayo Navarro, hijo del alcalde ensenadense, recibió un depósito por 2 millones de dólares, de una empresa jalisciense, Procesos Innovadores de Alta Tecnología S.A. de C.V., operado desde una sucursal de Banorte en Zapopan, a una cuenta bancaria en Coronado, al sur de California.
Depósito este que, se presume, fue el pago o precio, a favor del Alcalde, por sus servicios para fastidiar a Sempra. Esto ha generado un escándalo mayúsculo, pues se establece la hipótesis, entre muchas otras, que advierte que a Pelayo se le tendió una trampa. Se le hizo una oferta atractiva, que no pudo resistir, y que finalmente le ocurrió lo que a los peces que tragan el anzuelo, haciendo efectiva la advertencia aquella de que “…El pez, por su boca muere”. Tragado el “anzuelo” ahora lo exhiben públicamente y lo hacen aparecer como corrupto y no como valiente defensor de los ensenadenses.
El asunto no es tan simple, como podría parecer. Al Alcalde le fue cancelada la visa, por la acusación de extorsión por parte de Sempra. Seguramente que la cancelación se aplicará a todos los miembros de su familia y principalmente al “junior”, en cuyo nombre se operó el millonario depósito. Las autoridades fiscales, tanto de Estados Unidos, como de México, seguramente indagarán, para esclarecer los actos que generaron ese pago, para aclarar si son lícitos o mero lavado de dinero y si se cubrieron los impuestos correspondientes.
Pelayo Torres, y su hijo, pretenden eludir sospechas y responsabilidades, con una explicación simplista, inverosímil e infantil : que todo se debió a un error, que la deuda era por dos millones de pesos, pero que les depositaron dólares y que regresaron la diferencia.
Esto originó ya una petición de juicio político contra Pelayo, que resultó infructuosa,por fallas técnicas, pero que, corregida y aumentada, será replanteada en los próximos días y desde ahora se advierte que el Alcalde ensenadense terminará sin chamba e inhabilitado para ejercer cualesquier función pública, con lo que se le esfuman sus pretensiones de contender por la gubernatura en el 2013. Por ello aquello de que “…El pez, por su boca muere”. Tal parece que Pelayo Torres tragó el “anzuelo”. Tal parece.
gil_lavenants@hotmail.com
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