Por Gilberto Lavenant
Muchos de los llamados líderes sociales y empresariales, que ayer asistieron a un evento con el Presidente Felipe Calderón, en Tijuana, salieron con la cara desencajada.
La decepción era fácilmente visible en el rostro de muchos. Les hicieron creer que había muchas posibilidades, que era casi seguro, que definitivamente era inminente, que ahí se haría el anuncio de la puesta en marcha de la anhelada Zona Económica Estratégica.
Pero no hubo nada de eso. Es más, Calderón, ni siquiera justificó su presencia en la entidad. Lo que hizo, pudo haberlo hecho desde el Distrito Federal, desde la residencia oficial de Los Pinos, sin necesidad de derroches económicos, y sobre todo, sin necesidad de engatuzar a los bajacalifornianos, al hacerles creer algo, que tal parece no será una realidad en su sexenio.
A lo que vino don Felipe, fue a anunciarles malos augurios, como consecuencia de la crisis económica internacional y por lo tanto para advertirles, que en materia de finanzas públicas, no puede conceder prerrogativas a nadie. Casi les dijo que respecto al asunto de la Zona Económica Estratégica, que ni sueñen. De paso. Poquito le faltó para conminarlos a respaldar a su candidato oficial a la Presidencia de la República, Ernesto Cordero, titular de la Secretaria de Hacienda, bajo el argumento de que ante un panorama financiero tan incierto, nadie mejor que “el neto”, para hacerle frente.
Varios de los presentes, en broma, o en serio, previo al inicio de la reunión, habían comentado que al concluir el evento, bien valía la pena hacer una celebración en forma, luego de escuchar el anuncio presidencial sobre la ZEE. Pero…” no hubo de piña”.
Casi contenían la respiración, en espera de que luego del rollo tradicional, Calderón hiciera el anuncio. De antemano se advertía, de que, de anunciar la creación de la Zona Económica Estratégica, les quedaría debiendo, por los estragos económicos causados al imponer el SIAVE y la restricción en el manejo de los dólares, y otras medidas centralistas que han afectado seriamente la economía de la región.
La anunciada visita presidencial, generó incluso expectativas de carácter político. Los panistas pregonaban en voz baja, que de anunciar la creación de la Zona Económica Estratégica, ya tendrían bandera qué enarbolar para la próxima contienda electoral y para hacer frente a las acusaciones de que la administración calderonista, que pregonaba sería la del empleo, finalmente se constituyó en la del desempleo. Pero también los panistas se quedaron desconcertados y decepcionados, pues el anhelado anuncio, nunca llegó.
Lo rescatable del discurso presidencial, indica que el escenario es muy complicado para la economía mexicana, debido a la crisis mundial, pero no fue nada claro cuando advirtió que aunque México tiene fortalezas, no se debe jugar a la ruleta rusa con las finanzas públicas. Si hubiese estado a la mano uno de los intérpretes oficiales, hubiera dicho, con palabras sencillas, que ni se hagan ilusiones con lo de la Zona Económica Estratégica, pues eso sería, en plena crisis económica, como darse un balazo en la cabeza. Prácticamente un suicidio. Seguramente a eso se refirió al hacer alusión a lo de la ruleta rusa. Para quienes no se ubican, ruleta rusa es un juego, en el que se toma un revólver, se le vacían las balas y sólo se le coloca una, luego de lo cual se gira la mazorca, se coloca el cañón de la arma, apuntando a la cabeza. El jugador jala el gatillo. Si no pasa nada, ya la hizo y le debe pasar el arma a cada uno de los demás competidores, para que hagan lo mismo. Alguno puede llegar a perder la vida en este jueguito. Ahí termina la contienda. Se requiere estar loco para jugarlo.
Ninguno de los empresarios se atrevió, porque el valor y el coraje no llega para tanto, pero bien le pudieron haber observado a Calderón, que el establecimiento del SIAVE y la restricción de los dólares, también resultaban ser semejantes al juego de la ruleta, en el que se les ha obligado a participar, y muchos han perecido. Que el asunto de la ruleta, más que una advertencia sobre los negros presagios, era una burla.
Por ahí salió el Gobernador Osuna Millán, tratando de salvar la situación, que lo de la ZEE no se podía concretar aún, por la resistencia de industriales del centro del país. Como si fuese cierto que el Presidente de la República en turno, y en este caso concreto Felipe Calderón, prestara oídos a los reclamos y protestas de los posibles afectados por sus decisiones.
Por cierto, Osuna Millán, en ningún momento mostró enojo por el hecho de que Calderón no diera a los bajacalifornianos la noticia tan anhelada, que ponía en marcha, en ese acto, la Zona Económica Estratégica. Por el contrario, se le veía feliz, sonriente, aplaudidor.
La mayoría de los presentes, aunque se sintieron soñados porque se les tomó en cuenta y los invitaron al evento, que tuvo lugar en el Centro Cultural de Tijuana, no entendieron la razón de la invitación, conscientes de que lo que ahí se dijo, lo pudieron haber escuchado o leído tranquilamente en sus casas u oficinas. Sin las incomodidades del caso, las revisiones y restricciones extremas.
Para nadie pasó por alto, el que Calderón haya omitido hablar sobre la inseguridad pública, tema en el que continua reprobado. Fue notorio que solamente se concretó a hacer referencias sobre las cuestiones financieras.
Al final de cuentas, además de las decepciones que generó la omisión del anhelado anuncio de la ZEE, el discurso pareció una burla, al decir categóricamente que ante la adversidad, “…tenemos que hacer lo que hemos hecho : ser responsables en el manejo de las finanzas públicas, ser responsables en el manejo de las variables macroeconómicas fundamentales, y por otro lado seguir aumentando la competitividad del país, para que sea la señal para que vengan más inversiones a México”. Solo le faltó decir : “ser responsables para superar la cifra de 53 millones de pobres mexicanos, que tenemos ahora”. Solo eso le faltó.
gil_lavenants@hotmail.com
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