Por Gilberto Lavenant
El vodevil iniciado con las “revelaciones” de la lidereza nacional del magisterio, Elba Esther Gordillo, hechas el miércoles 29 de junio del año en curso, ha sido una “pequeña muestra” del enorme cochinero político que existe en México.
Dicen que nadie dá algo, a cambio de nada, lo que aquí se confirma, pero además se evidencia que el voto de muchos mexicanos es divisa de cambio, materia mercantil, tiene precio y hay muchos que lo pagan. Salvo prueba en contrario, Calderón pagó un alto precio para poder llegar a la Presidencia de la República.
Lo dijo la maestra Gordillo, y Felipe Calderón, responde con silencio las aseveraciones de podredumbre política en las que aparece como protagonista principal, sin importarle la sentencia aquella de que : “el que calla, otorga”.
Sin que nadie le preguntara, sino que más bien ella no encontraba el momento para “decir sus verdades”, la lidereza del SNTE dijo que durante la elección presidencial del 2006, llegó a un “arreglo político” con Felipe Calderón. Ella le apoyó con su partido el Panal, y el panista le pagó sus servicios entregando varias posiciones de gobierno para que fuesen ocupados por allegados de la Gordillo.
Sin rubor alguno, con todo el descaro que le fue posible, dijo algo que era del dominio público, pero que ahora confirmó, con plena desvergüenza, y dió una muestra del cochinero político mediante el cual Felipe Calderón llegó a ser Presidente de México. Bueno, además de otras artimañas a las que tuvo que recurrir, para “vencer” a Andrés Manuel López Obrador.
Las posiciones que Calderón dió a Gordillo, dicho por ella misma, fueron las direcciones del ISSSTE, Lotería Nacional y el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Así fue como ella, y no Calderón, pudo libremente designar a sus entonces cercanos colaboradores, Roberto Campa, en el Sistema de Seguridad Nacional, Francisco Yañez, en la Lotería Nacional y a Miguel Angel Yunes, en el ISSSTE. Lo que se ha desatado, luego de estas “revelaciones”, indica que las posiciones fueron para manejarlas a “manos libres”, cual si fuesen concesiones, para servirse con “la cuchara grande”.
La maestra no incluyó, entre las posiciones materia del trueque, la Subsecretaria de Educación Básica, que otorgó a su yerno, Fernando González Sánchez, y seguramente muchas otras más, aunque esa es una de las más visibles. Con marcado cinismo, la dirigente magisterial dijo que eso no le avergüenza, pues ella es política y que lo que hizo fue política. Menos mal.
Las cosas no hubieran pasado a mayores, pero la maestra dedicó una parte de sus “revelaciones”, para balconear a Yunes, al aseverar que hay claras evidencias de malos manejos por parte de este, por un monto superior a los 58 mil millones de pesos, en su gestión como director del ISSSTE. Calderón no dijo nada, simplemente con su silencio confirmó su desliz, pero Yunes se la regresó, diciendo, entre otras cosas, que la Gordillo le exigió que le entregara 20 millones de pesos para el PANAL y las principales posiciones dentro del organismo.
No se sabe en qué vaya a parar esto, pues ya diversos actores políticos han reclamado que atendiendo los señalamientos de una y de otra parte, se realicen auditorias al ISSSTE, para verificar los dichos y proceder en consecuencia. Estas peticiones han llegado ya a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Pero eso, eso es otro rollo.
Lo interesante es visualizar las pretensiones de doña Elba Esther al revelar sus transacciones con Calderón, cuando este enfrentaba dificultades en sus aspiraciones presidenciales. “Revelaciones” que hoy hace, porque ve débil a Calderón, en el ocaso de su gestión y siente que no será capaz de reaccionar en su contra.
Pero eso es lo de menos. La cita sobre la transacción, ha sido considerada como una oferta pública que hace la lidereza, en espera de que alguno de los precandidatos presidenciales, o de los partidos que habrán de postularlos, se acerquen y le hagan ofertas sustanciosas, iguales o mejores que las que le hizo Felipe.
Los priístas ya levantaron la mano, para iniciar pláticas al respecto. Situación esta que no ha pasado desapercibida, pero que no todos aprueban. El cuasicandidato priísta a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, no es Felipe Calderón, ni está en las condiciones en que se encontraba el panista cuando, desesperado, tuvo que “vender su alma” a la Gordillo.
Además, independientemente del costo directo de esta transacción, por el momento innecesaria, sin duda alguna sería mucho mayor el costo indirecto. Las preferencias electorales favorecen enormemente al priísta. Si en los comicios los resultados son similares a los que obtuvo Eruviel en el Estado de México, a Peña Nieto no le conviene de manera alguna envolverse en el cochinero político, que pondrá en tela de duda su gestión administrativa, desde mucho antes de su postulación.
Hay un dicho por ahí que advierte : “dime con quien andas, y te diré quien eres”, o bien “el que con lobos anda, a aullar se enseña”.
Definitivamente, Peña Nieto debe entender que las malas compañías, no traen nada bueno. De por sí, tendrá que enfrentarse al negro historial del priísmo y convencer a los mexicanos que está dispuesto a erradicar prácticas viciadas. Iniciar su camino hacia la Presidencia de México, tomado de la mano de Elba Esther, no dá buenos augurios.
gil_lavenants@hotmail.com
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