Por Gilberto Lavenant
“O nos unimos, o nos hundimos”, es el título de la conferencia de Alberto Núñez Esteva, el próximo miércoles, en el desayuno mensual de Coparmex, aquí en Tijuana.
Nuñez Esteva, es egresado de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde impartió clases durante 25 años. Fue presidente del Colegio de Contadores Públicos de México y Vicepresidente del Instituto Mexicano de Contadores Públicos.
Fue Presidente de Coparmex y actualmente es Presidente de la organización Sociedad en Movimiento, A.C. Los últimos años de su vida los ha dedicado a realizar una ardua labor, pocas veces valorada, consistente en despertar conciencias.
SenM, es una organización apartidista, no lucrativa, confines no violentos, autónoma, incluyente, democrática, de triunfadores, proactivos y con una diversidad religiosa. Sus objetivos son impulsar el desarrollo integral e incluyente del país a su máximo potencial, en un plazo de 15 años, dentro de la democracia participativa, reconociendo la soberanía del ciudadano y su legítima exigencia por mejorar su calidad de vida.
Apenas el pasado 22 de Febrero, Núñez Esteva hace un extenso llamado, precisamente para despertar conciencias. “Somos –dice- muchos los mexicanos que estamos decididos a luchar por el México que queremos”. De inmediato observa : “no pensamos en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones”.
En la perspectiva que plantea advierte : “…Queremos poner la vista en el futuro y sus retos, apoyándonos, pero no sujetándonos, a un pasado de aciertos y errores. Los ciudadanos, las personas, en el centro de las decisiones políticas, económicas y sociales. El ciudadano como sujeto y no como objeto de quienes detentan el poder. Nunca más una sociedad súbdita de los poderosos”.
“…Hablamos por muchos –dice- de los que no tienen voz, pero que ahora se han expresado a través de los medios electrónicos o en foros abiertos en el rico ejercicio de México a debate. Exigimos, nosotros los ciudadanos, un nivel educativo competitivo a nivel mundial en donde todos, particularmente los grupos más vulnerables, se vean beneficiados”.
Frase a frase, como quien coloca ladrillo, sobre ladrillo, levanta una fortaleza ciudadana : “…Exigimos, nosotros los ciudadanos, un desarrollo sostenido capaz de alentar a los emprendedores y generar las oportunidades y los empleos dignos que requiere nuestra creciente población”, enfatiza.
E insiste : “…Exigimos, nosotros los ciudadanos, un avance sin pausa hacia un pleno estado de derecho y, por tanto, un drástico abatimiento de la impunidad y la corrupción, causas principales del avance del crimen organizado. Recordamos a nuestros dirigentes que la misión primordial del estado es la de preservar nuestra integridad física, nuestra tranquilidad, y nuestras legítimas pertenencias”.
Y otra más : “…Exigimos, nosotros los ciudadanos, a nuestros mandatarios, que promuevan las reformas políticas y tomen las acciones necesarias para alcanzar la gobernabilidad que requiere el país. Todas estas exigencias responden a un gran objetivo, que es el que le da sentido: desterrar la miseria que padece uno de cada cinco mexicanos y reducir drásticamente la pobreza que afecta a la mitad de la población y la desigualdad económica y social que nos avergüenza”.
Establece que las exigencias, que como sociedad hacemos, se nutren de las fortalezas que como país tenemos. Que somos la doceava economía, una de las más grandes del mundo. Que, para bien o para mal, tenemos una frontera de 3 mil kilómetros con el país más poderoso de la tierra. Que contamos con recursos naturales que muchos países quisieran tener, playas bellísimas, cultura ancestral, orgullo de nuestra raza, salidas por océanos que nos unen al mundo, principalmente a los continentes europeo y asiático.
Así mismo, señala que los mexicanos tenemos vocación empresarial, talento para el trabajo, para las artes y la cultura, que somos gente buena, cariñosa, jacarandosa, que ama a su país.
“…Pero –nunca falta el pero- hemos tenido una clase dirigente, principalmente política, que no ha estado a la altura de las circunstancias; y nosotros los ciudadanos, tampoco hemos hecho nuestro trabajo, pues más que ser un factor fundamental de la solución, nos hemos recogido en nuestra zona de confort, listos para juzgar, pero poco dispuestos a actuar. Y hemos contemplado la pérdida de valores y el desgajamiento del tejido social derivado en parte por la permisividad de los padres de familia hacia sus hijos, de un sistema educativo ajeno a los valores, y de medios de comunicación que resaltan lo malo y poco hablan de lo bueno que acontece”.
El mensaje de Núñez Esteva es claro, preciso y contundente. Es la voz ciudadana que empieza a surgir, para llamar a otros a despertar, para participar en la búsqueda de soluciones, para abandonar posiciones comodinas, como la de aquellos que simplemente lanzan la piedra, pero esconden la mano.
El despertar de una democracia participativa, que no se deje avasallar por la democracia representativa, que ha sido un mero simulacro, una vía para que los políticos lleguen al poder y luego olvidan que llegaron a él representando a sectores ciudadanos, a los que le deben la chamba y por lo tanto han de rendir cuentas. Es ardua la tarea de despertar conciencias. “…Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…”, diría el cantor.
gil_lavenants@hotmail.com
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