* El fin del veto
Por Gilberto Lavenánt
Cualquiera podría pensar que es imposible gobernar, sin la llamada ¨Ley de pesos y contrapesos¨, que dizque permite mantener un equilibrio entre los tres poderes que integran el gobierno mexicano. Aunque, la verdad, ese equilibrio es meramente teórico.
Como un simple ejemplo de que no hay tal equilibrio, la Presidenta de la Legislatura Estatal, Nancy Sánchez, observa que mientras el Gobernador Osuna Millán, recorre la entidad en autos blindados o en avión, debidamente custodiado por un grupo de guardaespaldas, ella, que es representante del Poder Legislativo, anda en automóvil, sin guarura y sin chofer. Está claro.
Luego de nacer como un imperio, transformado en un istema republicano, compuesto por tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, tratando de mantener un equilibrio de fuerzas políticas, se establecieron reglas para ello, pero en donde continuó prevaleciendo el espíritu imperial, representado, y ejercido, por el Jefe del Ejecutivo, en los tres niveles de gobierno.
Seguramente los constitucionalistas tenían temores fundados de que el legislativo, a capricho, más que por necesidad, se dedicara a crear leyes, a reformar las ya existentes o a derogarla, sobre todo cuando se tratara de limitar o reducir el poder político del jefe del ejecutivo. Por ello creó y lo dotó del veto.
Tratando de no herir susceptibilidades, y en el ánimo de dejar constancia de que no era la intención amarrarles las manos, sino el exigirles un mayor consenso, les otorgaron a los legisladores, la posibilidad de reformar las leyes básicas, siempre y cuando fuesen aprobadas por una mayoría calificada, y bajo esa misma fórmula, darle paso a las nuevas leyes o reformas a las ya vetadas.
Durante más de 70 años, cuando gobernó el PRI en forma absoluta, no había quien cuestionara este instrumento. El veto permanecía enmohecido. Rara vez se le daba uso. Es más, entre priístas, la voz presidencial, o la del Gobernador, eran suficientes para frenar tendencias o propuestas legislativas. El veto, salía sobrando.
Sin embargo, las cosas cambian, sobre todo, ahora que los electores han entendido el valor de su voto y han aprendido a utilizarlo, otorgándolo a favor de tal o cual candidato, y negándolo a quienes han fallado en su encargo, a quienes incumplieron en sus promesas de campaña. Dando paso a la alternancia política.
Se recuerda la existencia del veto, y se cuestiona la factibilidad de eliminarlo, cuando se presenta un conflicto de intereses en la creación de nuevas leyes, o en la reforma de alguna de las ya existentes, como ocurrió recientemente en Baja California, cuando la XX Legislatura reformó su ley orgánica, y el Gobernador Osuna Millán, hizo valer el veto.
Al final de cuentas no le sirvió de gran cosa, pues la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya estableció el criterio de que tratándose de reformas de los legisladores, relativas a sus propias leyes de operación, el veto del ejecutivo no funciona. Y ya que analizaron a detalle el tema del veto, los legisladores bajacalifornianos están pensando seriamente en eliminarlo, a fin de que puedan coexistir los tres poderes, sin necesidad de pesos y contrapesos.
Esto significaría que cada uno de los poderes, por su lado, se dedicaría a ejercer sus funciones, sin intromisiones de alguno de los demás. Así, el ejecutivo, se dedicaría a atender la administración pública, el legislativo a crear nuevas leyes o a reformar o derogar las ya existentes, y el judicial a administrar justicia.
Esto no es cuento, ni exageración alguna. Esta semana, la Comisión de Puntos Constitucionales del Congreso de la Unión, aprobó por unanimidad, reformas constitucionales para eliminar la facultad de veto que ostenta el Presidente de la República y solo falta sea sometida a consideración del pleno.
Los promotores de esta iniciativa comentan que el veto trastorna la tarea legislativa, pues si la ley o la reforma, no agradan al Primer Mandatario del país, simplemente la manda a la ¨congeladora¨ y difícilmente sale de ahí. Esta propuesta, pronto podría llevarse al resto del país, a las legislaturas estatales. Concretamente aquí en Baja California.
Si alguien considera imposible que se elimine el veto en esta entidad, pues los priístas y sus aliados, son mayoría en el Congreso del Estado, pero les falta un voto para tener los 17 que se reconoce como mayoría calificada y que se exige cuando se trata de reformas a la Constitución local o se insiste en aprobar leyes vetadas, deben saber que esto podría cambiar en cualquier momento.
Se dice que la maestra Elba Esther Gordillo, dueña del Panal, ya se distanció del Presidente Felipe Calderón y por lo tanto del Partido Acción Nacional y ya anda muy acaramelada con Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, lo que podría ocasionar que en los comicios del 2012 e incluso en los del 2013, los Panales se adhieran a los priístas.
De concretarse esto, los dos diputados del Panal, que actualmente operan como aliados del PAN en la Legislatura Estatal, necesaria u obligadamente, se inclinarán hacia los priístas y sus aliados, y entonces, éstos no solo alcanzarán la anhelada mayoría calificada, sino que la superarán.
Lo cierto es que el final del veto, está cerca.
gil_lavenant@hotmail.com
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