Este pasado lunes fue asesinado en Culiacán de trece balazos el reportero y escritor Javier Valdés Cárdenas, fundador del semanal Ríodoce, donde escribía la columna Malayerba y corresponsal durante 18 años, del diario La Jornada.
Especialista en temas ligados al narcotráfico y con valentía para denunciar con nombres y apellidos a los implicados, Javier fue autor entre otros libros, de Miss Narco, Los huérfanos de los narcos, y Narco-periodismo.
Se sabe que había sufrido varias amenazas; solía decir, que temía más a las autoridades del gobierno que a los narcotraficantes y en varias entrevistas, acusó “a la clase política” de ser cómplice y fuente del poder del narco, y de estar sometida a los criminales.
Javier Valdés, es el sexto periodista asesinado en lo que va de este año; lo que indica que los asesinos de periodistas se sienten cobijados por la impunidad, porque no son ni investigados ni perseguidos por los gobiernos; que no cumplen con su principal obligación que es la de dar seguridad a los gobernados, periodistas o no, y que se limitan como lo hizo ahora Peña Nieto, a condenar los hechos, crear nuevos organismos, y prometer averiguaciones.
Así, hasta que el siguiente colega victimado y la indignación correspondiente del gremio, -que me parece no ha sido suficientemente fuerte y unida-, los obliga a declarar falsamente su respeto a los periodistas, en un círculo de nunca acabar.
La realidad es que todos, del presidente Peña Nieto para abajo, se lavan las manos ante los atentados criminales contra periodistas; de lo que resulta que México ocupa uno de los últimos lugares, el 147 entre 180, en cuanto al respeto a la libertad de prensa.
Ya lo dijo el Comité para la Protección de los Periodistas, “México es uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo; porque la impunidad endémica permite a los grupos criminales, los funcionarios corruptos y los carteles de la droga silenciar a sus críticos".
Y la organización Artículo 19 precisó, que los estados de Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua y Oaxaca, son los más riesgosos y que en los últimos 17 años han sido denunciados los asesinatos de 103 periodistas: 22 durante el gobierno de Fox; 48 en el sangrientísimo sexenio de Felipe Calderón; y 30 en lo que lleva la actual admistración.
Además de Javier Valdez Cárdenas, fueron balaceados en los últimos dos meses:
Cecilio Pineda Brito, director del periódico guerrerense La Voz de la Tierra Caliente, quien murió el 3 de marzo en una clínica de Pungarabato, Guerrero, a la que fue llevado tras recibir los disparos mortales en un lavado de autos.
Ricardo Monlui, presidente de la Asociación de Periodistas y Reporteros Gráficos de Córdoba y columnista de El Sol de Córdoba, Diario de Xalapa y la revista Análisis Político, muerto a balazos el 19 de marzo al salir de un restaurante donde desayunó con su esposa un hijo y un nieto, en el municipio de Yanga, en la zona central del estado de Veracruz.
Miroslava Breach, colaboradora de El Norte y también corresponsal de La Jornada; muerta a tiros frente a su hijo el 23 de marzo, mientras lo esperaba en su vehículo afuera de su casa en Chihuahua para llevarlo a la escuela.
Maximino Rodríguez, reportero de la sección policial del Colectivo Pericú, en Baja California Sur, baleado el 19 de abril cuando llegaba con su esposa a una tienda.
Filiberto Alvarez Landeros periodista y locutor de radio de la estación La Señal, de Jojutla Morelos, asesinado a tiros el 3 de mayo cuando salía de su programa.
Este mismo lunes del asesinato de Javier Valdés, fue baleada Sonia Córdova Oseguera, subdirectora de El Costeño de Jalisco; ella resultó herida, pero murió su hijo Héctor Rodríguez de 26 años.
Y a principios de esta semana siete reporteros de diferentes medios fueron agredidos por alrededor de cien personas, que les quitaron sus herramientas de trabajo y amenazaron con quemarlos vivos en Atlamaya, Guerrero.
Hemos sido y somos un gremio desunido, pero ante lo que está pasando tenemos que comprender que actuar unidos, es la única forma de presionar para que no nos sigan matando y para que se castigue a los criminales.
Actualmente resulta tan barato atacar y matar periodistas que el 99 de los crímenes contra colegas han quedado impunes.
Nos urge como gremio saber quién los mata, y quiénes ordenan matarlos; y encontrar alternativas para cambiar la situación de indefensión, en la que estamos.
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