Me da gusto informarles, que además de la Santísima Virgen de Guadalupe y del Santo Niño de Atocha, tenemos una nueva instancia hacedora de milagros.
Se trata de las Santas Elecciones 2018, que ya han conseguido:
· Un nuevo dirigente del PRI, aunque no tenga los años de militancia requerida.
· Leyes anticorrupción, aunque hayan quedado cortas.
· Que el presidente Peña nos haya pedido perdón por la Casa Blanca; aunque bien a bien no entendí su razón, porque en el mismo párrafo afirma que no hizo nada malo y actuó dentro de la ley.
· La caída fulminante y sin decir ni pío, del señor de los caireles.
· El nuevo modelo de una reforma educativa, que se había insistido no era negociable.
· La reducción de nuestros niveles de pobreza sin necesidad de cambios estructurales; solo alterando la forma de medirla, para dejar fuera los datos de las familias de menores ingresos.
Aprovechando que vamos tan bien y despreocupada de esos asuntos, paso a platicarles que hasta hace poco se pensaba que había una relación directa entre la vejez y la pérdida de facultades mentales.
Pero al ver a mi esposo Matías, llegar a casi los 93 haciendo ejercicio todos los días y con su mente intacta y lúcida, supe que envejecer mal no es obligatorio.
Y recientes investigaciones afirman que se puede llegar a edades avanzadas, con la mente en perfecto estado y que teniendo nuestros cerebros ocupados en cuestiones creativas y que nos interesen, podemos evitar las demencias seniles.
Uno de los más importantes estudios al respecto, es del profesor David Snowdon de la Universidad de Kentucky; que lleva décadas indagando la razón por la que las monjas de una comunidad de Mankato, Minnesota, tienen índices de demencias inferiores a la media, superan los 90 años con una asombrosa agilidad mental y continúan dando clases hasta casi los cien.
Snowdon sostiene que esas monjas han envejecido en forma tan excelente, porque mantienen sus mentes inmersas en escritos, concursos, debates, seminarios y solución de pasatiempos.
Advierte que el estímulo intelectual cotidiano, revitaliza y ramifica los conectores cerebrales que tienden a atrofiarse con la edad; y que la red neuronal del cerebro, nunca es la misma; porque en dependencia de la actividad mental, se fortalecen unas conexiones y se debilitan otras; ocasionando que el mapa cerebral, se modifique sin cesar.
Eso significa, que el buen estado de los circuitos cerebrales depende de nosotros; y que buscando retos y estímulos, podemos tonificar nuestra materia gris.
Coincide con esta tesis el escritor Malcolm Gladwell en su libro “Fuera de Serie”, donde explica que el cerebro de un genio, no es diferente al nuestro; que si leemos, escribimos, cultivamos aficiones artísticas o jugamos, aumentamos nuestras neuronas, conexiones y memoria; y que solo se requieren 10 mil horas, para alcanzar la maestría en cualquier cosa.
Menciona como ejemplos de que la agilidad mental no está reñida con la edad, a Miguel Ángel y a Goethe; el primero, creó sus mejores obras entre los 60 y los 89 años; el segundo, concluyó Fausto a los 82.
Y el investigador William Speed puntualiza, que hay siete claves para mantener el cerebro joven a cualquier edad:
1. El ejercicio, que es el mejor tonificador del cerebro porque al mejorar el ritmo cardiaco y acelerar la circulación de la sangre lo irriga, favoreciendo las conexiones entre las neuronas; requisito esencial para el pensamiento.
2. Una alimentación rica en antioxidantes que incluya frutas frescas y secas, verduras, legumbres y té verde que además de prevenir el cáncer, neutralizan los radicales libres que afectan el cerebro.
3. El aprendizaje, porque aunque nuestra materia gris empieza a envejecer a los 30 años, podemos aumentarla adquiriendo nuevas habilidades.
4. La tranquilidad, porque el estrés daña los procesos cognitivos y al volverse crónico, debilita el hipocampo; región del cerebro donde se forma y consolida la memoria.
5. El sueño, porque mientras dormimos el cerebro está activo y tiene tiempo de sintetizar lo aprendido; por tanto, el “voy a consultarlo con la almohada” tiene sentido.
6. La experiencia, porque la información que hemos acumulado nos permite afrontar mejor los problemas.
7. La risa y el juego, porque son el protector número uno de las facultades mentales; las convivencias y la solución de pasatiempos, generan dopamina, que es una hormona que nos hace sentir bien y relativiza nuestras preocupaciones.
Así que a reír, aunque sea de los nuevos milagros.
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