Por eso los mosquitos hembras han sido dotadas de una delgada trompa que utilizan para perforar la piel del mamífero y succionar su sangre, en el que el mosquito introduce una especie de saliva para facilitar el paso de la sangre y que es la que causa la conocida comezón luego de la picadura del insecto.
Los mosquitos suelen ser insectos muy peligrosos en algunas zonas geográficas, ya que pueden ser transmisores de enfermedades. Muchos científicos consideran que sería posible eliminar todos los mosquitos del planeta sin que esto provoque consecuencias ecológicas importantes.
Los mosquitos hembra poseen mecanismos naturales que le permiten detectar su objetivo a la hora de buscar un mamífero que le aporte la sangre que necesita. En su cabeza y en las antenas, principalmente, se ubican receptores sensoriales que le permiten al mosquito dirigirse a los lugares más propicios para proceder a succionar la sangre.
Los indicios que sigue el mosquito antes de picar son el calor corporal, la humedad y las emisiones de dióxido de carbono. Todos estos factores, durante una noche de verano, por ejemplo, se reúnen en torno a nuestra cabeza. Sobre todo, las emisiones de dióxido de carbono que exhalamos al respirar.
Es por eso que los mosquitos suelen dar vueltas alrededor de nuestra cabeza. El zumbido del mosquito no es otra cosa que el sonido que emiten sus delgadas alas al batirse rápidamente durante el vuelo. Y ese molesto sonido es el que suele desvelarnos.
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