Por Gerardo Díaz Valles
Los salvavidas aquí son toda una tradición que en verdad nos llena de orgullo, son los surfos, los amantes de las olas y de la aventura que luego se convirtieron en rescatistas del heroico cuerpo de rescate acuático, de la también heroica Dirección de Bomberos de Playas de Rosarito.
Estos señores en verdad aman su trabajo, se la rifan en serio por evitar que la gente muera ahogada por las traicioneras aguas del mar. Desgraciadamente también son los politicastros de ocasión, los politiquillos de cuarta que todo prometen, que también son muy traicioneros. Con su sensibilidad atrofiada por los efluvios del poder, Silvano Abarca Macklis, de un plumazo suprimió y le dio al traste al menos a una veintena de plazas eventuales de rescatistas con el pretexto de que se acabo el verano y la temporada alta de los playistas. Cuando estos apenas se daban abasto para auxiliar a la gente en apuros. Muchos de ellos con varios años de espera de ser tomados en cuenta para un empleo permanente y seguro para sus familias, nadie les ha hecho justicia. Pero gracias a los gobiernos “que entienden y atienden” al pueblo, de un plumazo se mete tijera al cuerpo de rescate acuático, cargándole la mano a tan solo dos bomberos para cubrir las emergencias de los casi 30 Kilómetros de playa, desde Santa Lucia, a la Misión. Peor aún, a los casi 25 salvavidas que se contratan en el verano, se les paga con fondos federales del SUBSEMUN, con alguna clausula donde se pondera la necesidad de brindar seguridad a la gente que acude a las playas. Apenas la semana pasada, con las altas temperaturas y los cambios climáticos que atrajeron a miles de personas a la playa, hicieron varios días “de locos” pues los salvavidas no se daban abasto. Tres jovencitos murieron y más de una docena de personas fueron rescatadas por nuestros nadadores apoyados por sus “jet skys” y sus flotadores. Esfuerzo poco valorado por los gobernantes en turno. Un asunto que preocupa tanto al Capitán Héctor Castelán, al líder de los Burócratas, Silverio Rincón Salmerón y a los rescatistas. Insisto, se nos prometió un Rosarito, “Limpio, Bonito y Seguro” y se cae en un absurdo mas. En forma cruda y directa, uno de los salvavidas me dijo: “No sé cuál es el afán de Silvano, de cumplir compromisos, pues que lo haga, pero que no corte aquí, que corte en otras dependencias, por ejemplo en esas oficinas donde muchachitas de buen ver se la llevan limándose las uñas y no aquí en esta sensible dependencia, se trata de salvar vidas que no?”. En otras palabras, Rosarito pierde seguridad en sus famosas playas y los visitantes correrán el riesgo de sucumbir al adentrarse en nuestras playas sin salvavidas, sin vigilancia ni nada.
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