TIJUANA.- Hugo Castro, Coordinador Internacional de la organización pro derechos de los migrantes deportados Ángeles Sin Fronteras, fué detenido y golpeado por agentes del grupo “K9” de la Policía Municipal. El arresto se produjo alrededor de las dos de la tarde del lunes en las inmediaciones de la calle Constitución, cerca del campamento que la asociación mantiene en la Plaza Constitución de la zona norte de la ciudad.
Entrada la noche y tras el pago de la multa correspondiente, Castro fue puesto en libertad después de sufrir y presenciar numerosos abusos de autoridad por parte de los agentes municipales.
Es la tercera vez que la Policía detiene a Hugo Castro, aunque esta ha sido especialmente violenta. Como cabeza visible de la organización que está en las calles de la ciudad dando soporte a los miles de migrantes del centro, recibe habitualmente las reprimendas policiales. Y es que en el macabro juego del ratón y el gato que policías y deportados mantienen a diario en la zona norte de Tijuana, Hugo está comandando el frente migrante. Siguiendo los principios de Ángeles Sin Fronteras, coordina el campamento en el que convive con unas 600 personas deportadas y llegadas del sur, un campo de refugiados que crece cada dia y que se está convirtiendo en un verdadero problema para las autoridades.
Por un lado, las decenas de casitas de campaña y la cantidad de gente que habita la Plaza Constitución evidencia la magnitud de las deportaciones ante la ciudadanía. Por otro, el campamento se ha convertido en un nuevo refugio para los migrantes que son recién deportados o que abandonan el bordo huyendo de las mafias y los operativos policíacos. Un punto de referencia para todas las personas en situación de calle de la ciudad, pero también para los malandros que cometen sus fechorías en la zona histórica, quienes tratan de esconderse entre los habitantes de las casitas de campaña. En la Plaza la organización se ha hecho fuerte gracias a un buen control de seguridad y el establecimiento de unas normas que tratan de hacer cumplir, aunque no por ello deja de ser un punto caliente para las fuerzas del orden al que no pierden de vista en ningún momento.
“Fui arrestado injustamente después de decirle a un policía que no había necesidad de golpear a un migrante deportado. Eran agentes del grupo especial K9 de la Delegación Regional Sur, conocida como la 5 y 10. Nos tuvieron dentro de la caja del pick up a un grupo de 12 personas con las esposas sumamente apretadas y cuando pedí que me soltaran un poco los grilletes, se burlaron y me amenazaron”. Castro relata cómo empezaron los malos tratos al llegar a la Comandancia Regional: “al ayudar a un migrante deportado que había sido detenido a bajar del carro, ya que estaba lastimado de una pierna, los policías le empujaron y gritaron. Les pregunté que por qué nos trataban así y su respuesta fue un fortísimo golpe en el pecho. Me dolió mucho, pero no le di el gusto de verme tirado en el suelo. Me dolió más darme cuenta que todos los agentes estaban coludidos. Se burlaron todos, y uno por la bocina, dijo, “compañero, dice que no le dolió, dele otros”.
Abusos en el interior de la Comandancia
Dentro de la celda las agresiones siguieron, “pero fueron peor para otros migrantes. A cuatro de ellos les golpearon brutalmente y el mismo oficial que me golpeó a mi, tomó su pistola y se la puso al lado a otro. Los otros agentes le tranquilizaron y todo quedó en una amenaza. En frente, unos agentes supuestamente ministeriales, golpeaban fuertemente a unos encapuchados”.
Castro trató de tranquilizar a los compañeros de celda, a los que acababan de detener junto a él por no portar identificaciones. Trató de animarles a que presentaran ante el juez sus quejas por maltrato, aunque solo dos se armaron de valor. “Al vernos de pie a tres, otros 6 se animaron a ver al juez calificador. Éste nos escuchó solamente a medias. Le dije que nos golpearon y que era defensor de los Derechos Humanos. Ellos tenian mis tarjetas de presentación, mis identificaciones, y mis gafetes. Le informé sobre la Coalición Humanitaria Internacional Promigrante de la que soy parte, sobre la lucha en Estados Unidos y México para garantizar el respeto a los derechos de los migrantes. Me identifiqué como coordinador Internacional de Ángeles Sin Fronteras y de que me golpearon a mi y a otros dentro de la celda. Pero no me escuchó y dio instrucciones para que nos encerraran de nuevo”.
A los compañeros de celda de Hugo les siguieron pegando por haberse atrevido ver al juez. “El juez, sin inmutarse, dijo que ya era su hora de comida. Nosotros, en cambio, después de horas de sed, hambre y humillaciones, después de presenciar docenas de casos de abusos, pedí un teléfono para comunicarme con Sergio Tamai, fundador y director general de Ángeles Sin Fronteras. Como respuesta me desnudaron y encerraron en una celda con 75 personas más. Las ofensas nunca pararon. Fui enviado a la Comandancia 20 de Noviembre donde también fui testigo de cómo los policías golpearon brutalmente a otros dos personas enfrente del comandante a cargo. Hago responsable al lic. Alberto Capella Ibarra de lo que me pase”.
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