viernes, 5 de julio de 2013

Rosarito Blues: Pacto y Mar

Por Gerardo Díaz 
El pequeño Joshua no se aguanta, después de todo es un niño “Montesori” como algunos llaman a esos niños que todo lo cuestionan y todo critica sin pudor o miramiento alguno. De sobra esta decir que me encantan estos niños que iluminan, en serio, nuestro entendimiento anquilosado por tanta sobre carga informativa.
Y es que este peque, se acerca y me dice en voz queda: “Jerry, te digo un secreto, pero no se lo dices a nadie?”... “Esta elección ya esta negociada para que gane el PAN en el estado. Su mirada brillante y picara se posa sobre mí cuando le pregunto que de dónde saca esa sesuda deducción, para pronto comentarme que el otro dia platicaba con su maestra del colegio sobre el tema de la política, y donde salio a colación el tema del famoso “Pacto por México” en que las diferentes fuerzas políticas, en teoría. trabajan a “brazo partido” para sacar en consenso y común acuerdo las mejores soluciones para los grandes problemas nacionales… “Es por lo del Pacto”, me insiste, esto ya esta ganado” me afirma, dejándonos pasmados por la claridad meridiana en que expone sus ideas un pequeño, un chamaco de unos diez años de edad!, lo que de alguna manera nos hizo recordar una de las primeras lecciones de política que aprendimos en la calle, cuando acudimos a las entonces oficinas del PRI en Tijuana en la Calle 4ta. para dar seguimiento al tema de los Partidos Politicos en la clase de Ciencias Sociales allá en nuestros tiempos en la gloriosa Escuela Secundaria Técnica Municipal Uno. “Licenciado Adolfo López Mateos”, ubicada en la colonia del mismo nombre, y cuando el chamaco tembleque y preguntón se topa con un zopenco aprendiz de política de segundo o tercer nivel quien, hay que decirlo, se digna en atendernos para "ayudarnos" con nuestra tarea. Nunca lo olvidare: “Hay que ser sinceros, al pueblo no se le gobierna, al pueblo se le manipula” y esa es la tarea de los Partidos Políticos. Zaz!, como que parte de nuestra inocencia y sin malicia sea dicha, se perdió en ese instante cuando en un limitado esfuerzo por asimilar esta máxima ramplona, el escolapio ya alcanzaba a ver la gran falacia y patraña que llega a ser la política. Una forma diplomática es decir que es el arte de la guerra sin llegar a las armas o la destrucción total del adversario, un juego sucio que alguien debe jugar, un instrumento “sin ecua non” indispensable para el cambio a partir de la construcción de consensos y acuerdos mediante el diálogo abierto y franco, el debate, la confrontación de las ideas. Una danza que debemos danzar, o al menos entender su mecanismo básico, si no queremos que ahora si y con toda malicia sea dicho “nos lleven al baile”. Otras máximas afortunadamente acumulamos al igual que muchos de mis colegas, camaradas y compas de generación y que de alguna forma aplicamos cada quién desde nuestras trincheras: que el Pueblo no se equivoca. Que la Vox populi es la Vox Dei, que sí se puede, que la unidad hace la fuerza. Que la verdad nos habrá libres y muchas otras frasecillas para la charla de sobremesa que mejor ni retomo a efecto de no parecer cursi, anticuado y ñoño (retro dicen ahora). Después de todo entre más conozco a los políticos, campiranos y rupestres, mas quiero a mis perros. Aunque se que en el Pueblo subyace la necesidad de creer en algo( México Siempre Wey: Juan Pablo II), Me quedo con el silencio de la reflexión, y asocio la mirada transparente de mi amigo Joshua con el poema cortísimo de José Gorostiza, “El Mar, el Mar…a veces tengo ganas de llorar, pero las suple el Mar”.

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