Por Gilberto Lavenant
Al igual que hacen los llamados “ropavejeros” o quienes recorren las calles buscando “fierros viejos que vendan”, las brigadas partidistas –que a quien le quede el saco, que se lo ponga- recorren las calles de las colonias de la periferia, donde radican principalmente las familias pobres, los desempleados o empleados de salarios mínimos, comprando votos.
El domingo es la fecha para que los electores acudan a las urnas a emitir sus votos. En el caso a comentar en esta ocasión, la compra consiste en simplemente entregar una cantidad de dinero al modesto elector, a cambio de que proporcione al “compra votos”, copia de su credencial electoral, o al menos que le permita verla y tomar sus datos, principalmente el número de la misma.
Esto es interesante y sumamente sospechoso, pagar por votos, sin requerir a los electores para que acudan a votar a favor de los candidatos de determinado partido, resulta extraño. Ni modo que los “compra votos”, vayan a suplantar personalidades, si el listado nominal se integra con las credenciales con fotografía de los electores. Definitivamente, por ahí no es.
Más bien, se antoja que el truco consistirá en actos de predistigitación de los funcionarios de casilla, para intercalar, entre los electores que efectivamente acuden a emitir sus votos, los números de otros, que presumiblemente no irán, cruzando en las boletas los símbolos partidistas de su interés. No, tampoco parece que sea por ahí.
Ahora que lo más fácil, si los funcionarios de determinada casilla, son del mismo partido, antes de proceder al computo y llenado de actas, hacer el cruce de boletas, correspondientes a los electores a los que les compraron sus votos. Eso sí es más sencillo.
Tal vez, aprovecharán los días previos a los comicios, y en las casas de los funcionarios de casillas, afines al partido de los “compra-votos”, harán la operación de cruce de boletas y anotación o estampados de huellas en las listas nominales. Tal vez esta sea la treta.
Y preguntarán a qué viene este comentario. Pues bien, esta semana, una persona comentó al columnista, la anécdota que le acababa de narrar uno de sus amigos. Un empleado de salario mínimo, con residencia en una de las colonias de la periferia.
Le hizo referencia, que como era de su conocimiento, la estaba pasando muy difícil. Que tenía dos empleos, y ni así la podía librar. Que apenas si le alcanzaba para comer. Que en los días de asueto, él, su esposa e hijos, se la pasaban mirándose, unos a otros, pues no tenían dinero para salir a ningún lado.
Que en días pasados, se encontraba parado fuera de su casa, en plena calle, cuando llegaron hasta él varias personas y le preguntaron si tenía credencial de elector. Obviamente con marcada desconfianza, les preguntó que a qué se debía la pregunta.
Los “compra votos” simplemente le dijeron que si les mostraba la credencial de elector y les permitía sacar una copia de la misma, le regalarían 1 mil pesos. ¿así, nada más? ¿No se la van a llevar? –De ninguna manera, le respondieron.
Cuenta que pensó que estaba soñando. Sin un cinco en la bolsa y unos desconocidos, le ofrecían regalarle 1 mil pesos, tan sólo por mostrarles la credencial de elector. La oferta era tentadora.
Corriendo entró a su modesta casa a tomar su credencial electoral, se las mostró a los “compra votos”, y estos, una vez que uno de ellos buscó donde sacar la copia correspondiente, se la regresaron y le entregaron los 1 mil pesos.
No lo podía creer. Jubiloso entró a su casa y le dió la buena nueva a su esposa. Inmediatamente después fueron a la tienda más cercana, a comprar los alimentos básicos, que tanto necesitaban.
El “afortunado” elector, cuenta la anécdota a sus amigos. Aún no lo puede creer. Piensa que si hubiese tenido más credenciales de elector, hubiese recibido más dinero. Esto es real. Como dicen que para muestra basta un botón, pues este es el botón que muestra que los “compra votos”, sí existen.
El elector no menciona si supo a qué partido representaban los “compra votos”. Es más, ni se interesó por ello. Le pagaron, y no le condicionaron o exigieron que el día de los comicios votara por determinado candidato. Total, eso es asunto de ellos, diría.
Las brigadas partidistas, recorren las calles de las colonias de las periferia. Principalmente de aquellas donde radican los grupos vulnerables. Los desempleados, incluso los empleados de salario mínimo. Aquellos que viven en viviendas modestas. Los que no harán muchos cuestionamientos, cuando alguien les diga : “Se compran votos”.
Como diría el gobernador panista, José Guadalupe Osuna Millán, a electores y observadores ciudadanos, hay que exhortarlos para que “abran los ojos” el día de los comicios. Que los abran, a la hora de instalación de las casillas. Que observen que se coloque a la vista, toda la documentación electoral. Que en el listado nominal, se hagan las anotaciones correspondientes, ante la presencia de cada elector. Nada más.
Igualmente, que abran los ojos, al momento de cerrar las casillas y sobre todo cuando se proceda al cómputo de las boletas electorales. Nada de que “a chuchita la bolsearon”.
Incluso, de ser posible, por supuesto, acompañen a los directivos de casillas, a la entrega de las urnas a las autoridades electorales correspondientes. Que no se desvíen en el camino. Que no hagan paradas, por ningún motivo.
Los “compra votos” sí existen. El fraude electoral, está en marcha. ¡Abran los ojos! Osuna Millán lo dice. Seguro, sabe por qué.
gil_lavenants@hotmail.com
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