Por Pedro Martínez Serrano
El candidato a presidente municipal de Tijuana, de los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática y comparsa, Alejandro Monraz Sustaita es un sujeto sin escrúpulos, ventajoso, taimado, corrupto y chismoso, sobre todo chismoso y extorsionador, al que no le importa la denostación y el desgaste familiar, si a cambio cree hacer lo correcto para cachar los votos, cada día más alejados de su proyecto, el proyecto identificado con lenones, proxenetas, pederastas y un amplio segmento de integrantes del crimen organizado.
Me dicen integrantes de Acción Nacional, en desacuerdo con la imposición de Monraz como candidato, que para él ya es costumbre inventarse amenazas, extorsiones y todo aquello que le permita jalar la atención electoral y popular. No importa el medio, lo que le interesa es el fin. Si para ello debe exponer y exhibir a su familia, lo hace. Lo que quiere, lo que busca con desesperación es cachar votos, salgan de donde salgan y cuesten lo que cuesten, para eso trae costales llenos de billetes de procedencia ilícita. Dinero barnizado de sangre y muerte, que sale de los haberes de criminales.
En su cuento más reciente, el ex diputado federal y ex director de Gas LP, de la Secretaría de Energía, al lado de Felipe Calderón Hinojosa, de donde el ahora ex presidente de la República lo corrió por excesivamente corrupto y desleal, montó un intento de extorsión telefónica, en el que involucró a su esposa, Nora García.
Más allá de la veracidad del acontecimiento, la intención de Monraz Sustaita era una sola, jalar el reflector mediático y, ya montado en él, acusar la grave inseguridad que priva en Tijuana.
Olvida el extorsionador de gaseros durante una buena parte del sexenio de Vicente Fox, que el tema de la inseguridad es una responsabilidad que comparten la policía estatal y el municipio, en el primero de los casos, abiertamente al servicio de un cartel, en cuya componenda el mismísimo gobernador José Guadalupe Osuna Millán es beneficiario.
Monraz pasa por alto, intenta olvidar, lo que los bajacalifornianos tienen más que presente: Fue a la llegada del PAN al gobierno del Estado, con Ernesto Ruffo a la cabeza, cuando nació, creció y se fortaleció el cártel de Tijuana, de los hermanos Arellano Félix, al que servía con atingencia perruna Claudio, el hermano del entonces jefe del Ejecutivo estatal, hoy extraviado en los pasillos del Senado de la República a donde, como es su costumbre, llegó para hacer negocios.
Pero para acreditar que Alejandrito Monraz le apuesta al escándalo y a ensuciar el proceso electoral con su estercolero, hay que recordar que antes del intento de extorsión telefónica, hace una semana denunció que le robaron su equipo personal de cómputo y su chequera. Pura payasada.
Ese robo, no es más que un cuento de quien no es capaz de atraer con propuestas la atención de los tijuanenses, por lo que recurre a la estupidez de exhibir su incapacidad de controlar a su equipo de seguridad o, en el peor de los casos, ellos mismos le roban. Que alguien me explique, a qué candidato, rodeado de guachomas le roban objetos personales de su vehículo.
Corporativismo
En otro tema, hay que comentar que en Baja California, la Federación de Trabajadores (CTM), es un verdadero cero a la izquierda. En principio de cuentas, Eligio Valencia Roque es el dirigente estatal que manda pero no lo obedecen.
Es un hombre cansado que, como cada 1 de mayo, no convoca ni a sus trabajadores de El Mexicano, los que desfilan obligados y amenazados con el descuento del día o, en el peor de los casos, el despido, obvio sin liquidación alguna.
Pero bueno, eso es conocido por todos los bajacalifornianos, el tema es que, como cada tres años, el anciano cetemista, derrotado vergonzosamente en su aspiración de ser senador de la república, por el desconocido Marco Antonio Blazquez, de nueva cuenta metió como candidato a regidor, en la primera posición, para asegurar el lugar en el cabildo a su yerno, el proxeneta, devaluado representante sindical y vividor, como muchos otros del viejo Valencia, Francisco Javier Hernández Vera.
En ese tema, el candidato del PRI y su alianza a la alcaldía de Tijuana, Jorge Astiazarán Orci seguro ganador en la elección de julio, debe tener cuidado de no permitir que se le acerque el vividor y destemplado Hernández Vera. El dueño de la CTM en Tijuana, por (mal) obra y (des) gracia de su suegro, Eligio Valencia Roque, le resta votos a la campaña con su sola presencia. Los trabajadores tijuanenses, que son muchos, ya están suficientemente agraviados como para complacer al cartel de los Valencia y contribuir a que el licenciado (dice-él) se convierta en regidor.
A los paracitos y vividores rapaces de la política, que de políticos no tienen absolutamente nada, lo recomendable es alejarlos. Es mucho el daño que han causado y los heridos que han dejado en del camino, como para exhibirlos y exponer un proyecto triunfador a la derrota.
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