Por Alejandro Romero Gaeta
Desde la llegada del gobierno federal encabezado por el Presidente Enrique Peña Nieto, el pasado 1 de diciembre de 2013, la sociedad mexicana ha sido sometida al bombardeo de estadísticas y mensajes propagandísticos en los que se intenta posicionar un cambio de rumbo en la política nacional contra la delincuencia.
Por las buenas y por las malas, la administración federal ha denostado el trabajo realizado por su antecesor, Felipe Calderón, en este tema, en algunos casos con razón, pero en muchos otros desviando la atención de la falta de rumbo del actual gobierno para enfrentar la inseguridad que viven muchas zonas del país.
Una de las primeras señales sobre el nuevo estilo para referirse a la situación de violencia en México, vino de parte del propio gobierno, al desparecer de su discurso el tema del narcotráfico y la inseguridad.
Curiosamente algunos Medios de Comunicación obedecieron esta misma línea y se acabaron los desaparecidos, ejecutados y descabezados de los principales titulares de prensa.
La sangre desapareció de la oratoria presidencial y de las salas de redacción.
He criticado desde hace años el culto al narco y a la muerte, en el cual cientos de Medios y Periodistas encontraron una audiencia adictiva y creciente, fundada en el morbo y el amarillismo, sin mediar consideraciones éticas fundamentales de respeto a la información y al receptor de la misma.
Sin embargo, ocultar la inseguridad que azota a muchos estados, es una estrategia peligrosa, sin bases sólidas, que tarde o temprano, puede motivar manifestaciones violentas y alejadas de la legalidad. Si el gobierno no escucha, si los Medios de Comunicación no escuchan, la desesperación social encontrará el camino para buscar justicia por cuenta propia.
Solo hay que ver lo que sucede con el fenómeno de las "guardias comunitarias" en estados como Michoacán, donde de manera ilegal, miembros de las comunidades toman las armas y asumen el control de seguridad de poblados y caminos.
Movimientos con una vida útil limitada, que acabarán infiltrados por narcotraficantes o por el abuso del poder y la corrupción.
¿Por qué sucede esto?...
En pocas palabras... simplemente por la ineficiencia política, administrativa y operativa de los gobiernos locales en México, ligado a la inequitativa distribución de los recursos públicos en el país, distribución supeditada a intereses políticos que benefician el dispendio y no el cumplimento de objetivos medibles.
En las reuniones del Consejo Nacional de Seguridad Pública, se respira ya un ambiente diferente... la instrucción presidencial, sugiere como se diría popularmente... "llevarla calmada".
Se habla de fortalecer las estrategias de prevención, de impulsar las acciones de los estados y municipios. Una política de muy largo plazo, que no se puede ejecutar de un día para otro con gobiernos, de todos los niveles, tan improvisados.
Hasta los mismos mandos militares se relajan, no se les ve la enjundia para entrarle con todo... como antes.
Un ejemplo de lo anterior, ha sido la "misteriosa" desaparición de retenes o filtros de revisión militar, ubicados en diversos puntos del país, tan solo mencionar el filtro que durante años estuvo colocado en las inmediaciones entre Baja California y Sonora, sobre la carretera Mexicali-San Luis Río Colorado, la cual es la puerta de entrada vehicular de este estado con el resto de la república.
Tiempo atrás, era común que los militares informaran cada mes sobre toneladas de droga que eran incautadas en este punto estratégico. Desde enero de este año, millones de dólares en droga circulan libremente por esta vía para llegar a Baja California y posteriormente a California en Estados Unidos.
Esta situación no ha pasado desapercibida para diversos sectores, como el de los empresarios, quienes expresan su incertidumbre por estas acciones que pueden afectar la confianza de inversionistas en la frontera.
Construir una estrategia nacional para prevenir adicciones en los niños y jóvenes, educar a las familias para protegerse de la delincuencia, fomentar el deporte y otras acciones, seguro que es un camino que debe tomarse con seriedad, pero llegar al gobierno, pretender inventar la fórmula mágica y considerar que todo lo realizado en el pasado estaba mal... es una pésima idea.
Los narcotraficantes no entienden de programas preventivos, ni de spots publicitarios, entienden lo que a su dinero afecte o beneficie... y el grado de corrupción e infiltración del narcotráfico en muchos estados de México, requiere del enfrentamiento directo, y de la utilización de la fuerza por parte del gobierno federal y del ejército mexicano para proteger a miles de familias... algo en lo que sí tuvo razón el ex presidente Felipe Calderón.
Que ese combate tuvo excesos, si los tuvo; que personas y organizaciones de derechos humanos, parecían defender más a los delincuentes que a las víctimas, también los hubo; que los Medios de Comunicación vendieron millones de pesos promoviendo conteos de muertos y portadas con decapitados, también es una realidad.
Pero si algo es cierto, es que enfrentar un mal presente siempre será mejor que ignorarlo...
La política del Presidente Enrique Peña Nieto parece hacer honor a la expresión francesa "laissez faire, laissez passer", que significa "dejar hacer, dejar pasar", utilizada por fisiócratas del siglo XVIII, como Jean-Claude Marie Vicent de Gournay.
Si esta frase relacionada con la libertad de la economía, la trasladamos a la actualidad, encontraremos que de manera preocupante, algunas acciones del gobierno mexicano están permitiendo un relajamiento en la obligación de la autoridad para enfrentar al crimen.
En resumen... dejar hacer, dejar pasar.
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