Por Gilberto Lavenant
Es una ironía, y también una burla, el que se pregone constantemente que recursos naturales como el petróleo y la energía eléctrica, son propiedad de los mexicanos. Sobre todo, cuando se habla respecto a la posibilidad de abrir dichos sectores a la inversión privada e incluso a la extranjera.
De inmediato surgen los políticos patrioteros, que se desgarran las vestiduras, dispuestos a lanzarse a una lucha suicida para “defender” el patrimonio de los mexicanos. Políticos estos que callan, cuando sale a relucir la enorme corrupción que agobia a los organismos explotadores y administradores de tales recursos.
Sobre todo, omisos, vergonzosamente silentes, ante las injusticias que se cometen en el manejo del petróleo y la luz eléctrica. Con su silencio incurren en complicidad ante cada gasolinazo. Para “fortuna” de los mexicanos, el petróleo es uno de los bienes nacionales más preciados.
Y de la luz, lo mismo. Recientemente los industriales de Mexicali revelaron que la CFE les vende a ellos la luz 7 veces más cara que la que exporta. Con estudio de la UABC en la mano y en base a datos del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, hicieron el señalamiento, que no tuvo respuesta alguna. Que se sepa, no obstante la exhibida, las cosas siguen igual.
Un mes después de esa denuncia, Felipe Calderón, Presidente –aún- de México, presumió haber reducido en un 7% el costo del consumo de la energía eléctrica, mediante la modificación de las tarifas y su aplicación. Sin embargo, nada dijo respecto al atraco eléctrico en perjuicio de los mexicalenses.
Los únicos que pueden decir : “la luz es nuestra”, son los 92 mil 660 trabajadores de confianza, sindicalizados y temporales de la CFE en todo el país, que reciben totalmente gratis la energía eléctrica que consumen, como una prestación laboral.
De acuerdo a información publicada por el periódico capitalino El Universal, en base a información del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, dada a conocer en días pasados, 14 mil 715 empleados de confianza y 54 mil 561 sindicalizados, de la CFE, reciben gratis la energía eléctrica.
A esos se agregan 23 mil 384 trabajadores temporaleros, que también disfrutan de ese privilegio, en tanto que millones de mexicanos enfrentan el dilema de pagar la luz que consumen, o comer. Dicha prestación, está contemplada en la cláusula 67 del Contrato Colectivo de Trabajo CFE-SUTERM, pactada desde 1974.
Y nadie tendría que reclamar nada, por cuanto a quienes no laboran en la CFE y que por lo tanto no reciben la luz gratis, pero la Comisión Federal de Electricidad no es una empresa privada, sino pública, y su patrimonio es propiedad de todos los mexicanos en general, no solamente de quienes en ella laboran.
El Universal requirió a la CFE, a través del IFAI, que le informara sobre el monto que en pesos representa el total de la energía eléctrica otorgada gratuitamente, y la respuesta simplemente fue que representaba el 0.6% de sus ingresos anuales, que en el 2011 ascendieron a 291 milllones 939 mil 130 pesos. Cualquier cosa.
Inconforme con la respuesta genérica, El Universal revela que interpuso recurso de revisión ante el IFAI y el Instituto instruyó a la CFE para que responda de manera concreta y dé a conocer, en pesos y centavos, el monto o costo de la energía que regala a sus trabajadores.
En torno a la operación de la CFE en el país, y las irregularidades detectadas, se ha dicho mucho. Recientemente, también en El Universal, se dió a conocer que la CFE pagó más de 300 millones de pesos, en los últimos 3 años, por litigios perdidos en tribunales, por convenios con particulares que promovieron recursos para exigir indemnizaciones por servidumbres de paso o derecho de vía.
Fue tal la sacudida, con dicha publicación, que se dijo que la Secretaría de la Función Pública y la Procuraduría General de la República, realizarán investigaciones al respecto. Ambas “carabinas de Ambrosio”, amenazan con disparar. Vergüenza debería de darles.
Cuando surgen temas como tales irregularidades, que han trascendido los períodos sexenales, sin alteración alguna por la alternancia política en el poder ejecutivo federal, se pone en claro que nadie puede presumir ser más eficientes y honestos, o mejor dicho, menos ineficientes y corruptos, que los otros. Que lo mismo es “el pinto que el colorado”.
Esta situación ya es intolerable. Políticos van, y políticos vienen, y el patrimonio nacional lo siguen dilapidando de manera escandalosa y sin escrúpulo alguno. Igual que hacen con los recursos monetarios, que gastan con toda libertad, sin que exista alguien –ni uno sólo-dispuesto a ponerles un alto.
Cuando surgen denuncias sobre presuntas irregularidades o corruptelas, en los tribunales tuercen las leyes al mejor postor y los llamados juicios políticos, cuyo objetivo es la destitución y desafuero de ineficientes y corruptos, nunca llegan a su fin, pues se oponen a ello los aliados o afines.
El Presidente electo Enrique Peña Nieto, habla de crear una Comisión Nacional Anticorrupción. Que le llame como guste, pero que se haga a un lado el gatopardismo, la simulación, el encubrimiento, la impunidad.
Sin importar las siglas partidistas, los políticos en general, lo primero que aprenden es a conjugar el verbo tapar : Yo te tapo, tú me tapas, ellos nos tapan, nosotros nos tapamos. Bola de cínicos y tapaderas. Que hagan con sus recursos personales lo que quieran, pero que respeten el patrimonio nacional. ¡Viva la Revolución Mexicana !
gil_lavenants@hotmail.com
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