Por Pedro Martínez Serrano
Enseguida se nota que Humberto Lepe no conoce Baja California, como se nota también su desvergonzado oportunismo e ignorancia de la realidad del Estado, consecuencia de que es un sujeto advenedizo, mitómano y traicionero. Eso sí, es hábil como pocos, lo mismo para extorsionar, que para robar a ingenuos militantes del Partido Revolucionario Institucional que, deslumbrados por los cuentos de Humbertito, le han pagado por candidaturas que, obvio, nunca consigue.
El oportunista y mercachifles de la política priísta, anda desatado, sabe que es su última oportunidad de agenciarse dinero y, obvio, conseguir algún ascenso para su hijo Miguel Abelardo Lepe Bravo y, además, me dicen que acomoda jugosos negocios, en especial de publicidad y propaganda, para su hija Monserrat. La operación era sencilla. Lepe Lepe se comunicaba a las dirigencias del PRI de los Estados en proceso y, presumiéndose amigo de Enrique Peña Nieto, pedía los contratos para ayudarle a nuestro candidato presidencial, decía.
Dedicado de tiempo completo a hacer como que busca la candidatura al gobierno del Estado, ya trae slogan en el que se pondera capacidad (no dice para qué) y experiencia (tampoco explica en qué), pero le tira a todo lo que se mueva, siempre que, según él, abone a la causa priísta.
Y, como merolico de pueblo, en los foros en los que se para (y paga, para que haya asistencia) repite que “los principales problemas que hay que atacar es la inseguridad, la falta de empleo, la falta de infraestructura hospitalaria y la calidad de la educación”. Humbertito descubre el agua tibia. La inseguridad es un signo de los tiempos que, efectivamente hay que atacar, pero no dice cómo y, supongo que ni idea tiene, menos por su permanente adoración al dios baco.
Adicto como es al alcohol (me confiaron que para el mediodía ya se tomó medio litro de Bacardí blanco), Lepe no coordina sus ideas, mucho menos es capaz de entender que en calidad educativa, al menos generación de empleo, el índice es de los más altos a nivel nacional y no por mérito del gobierno, sino por la vecindad con el gigantesco mercado de California, Estados Unidos. En infraestructura hospitalaria y atención a la salud, la entidad se encuentra en tercer lugar nacional y; en educación superior, Baja California se coloca entre los estados que ofrece mejor calidad.
Pero lo delicado del asunto, dicen priístas-priístas, no es que Lepe ande por ahí, todo briago, engañando a los bajacalifornianos y tirando sablazos a muchos de ellos; lo grave del asunto es que está generando un ambiente de división de cara al proceso electoral de 2013.
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