Desganado, aburrido y escaso, así es el sexo entre los mexicanos. Según el estudio “Sexualidad e inteligencia erótica de los mexicanos” (el primero realizado), el sexo, además de ser un tema tabú en las casas mexicanas citadinas, se vive en baja intensidad o nula.
Poco frecuente, sin erotismo y como un tema tabú en casa. Así vive el sexo el mexicano citadino. Las fantasías, mayormente femeninas, de caricias, cena o música se quedan casi siempre en eso: 76 por ciento no hace algo especial previo a ese momento, claro, si lo tiene, porque para el promedio el último encuentro sexual ocurrió 24 días antes.
Gabriela de la Riva, presidenta de la Asociación Mexicana de Agencias de Mercado e Investigación (AMAI), logró reunir 35 empresas encuestadoras que elaboraron este estudio (sin cobrar).
Durante seis meses entrevistaron a siete mil personas en la ciudad de México, Guadalajara, Veracruz, Puebla y Mérida e hicieron análisis cualitativos para medir el índice de inteligencia sexual de los mexicanos.
Sicólogos y sexólogos, concluyen que la dimensión erótica de cada persona está determinada por su coeficiente de inteligencia sexual, que constituye una parcela de su capacidad intelectual.
“La vida sexual del mexicano no es lo satisfactoria que puede ser, y eso afecta su calidad de vida”, dijo Roberto Valdés, vicepresidente técnico del despacho De la Riva y comunicólogo por la Universidad Iberoamericana.
El erotismo, según el estudio, se relaciona con el uso de cierta ropa, maquillaje, coqueteos, besos o caricias, así como un ambiente físico, aromas, alimentos, música.
El estudio concluye que la inteligencia sexual de los mexicanos está a la baja y las siguientes declaraciones lo confirman:
“Me gustaría tener pláticas íntimas, lástima que a mi esposo no le gustan. Me salió muy callado”; “Si soy muy sensual me confunden con prostituta”; “¿Hacer juegos sexuales? No, por es la madre de mis hijos”.
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