Por Gilberto Lavenant
Nadie puede negar que en el 2000, no ganó el PAN, sino que perdió el PRI. La derrota priísta, ante el panismo, encabezado por Vicente Fox, fue debido a un ambiente de repudio hacia todo lo que representó el Partido Revolucionario Institucional durante 70 años que gobernó a México.
A eso se le llamó el antipriísmo.
Las frivolidades, los excesos, el cacicazgo, la descarada corrupción de los gobernantes priístas, pusieron “hasta el gorro” a los mexicanos. La llamada “dictadura perfecta” se derrumbó estrepitósamente. Los priístas estaban acostumbrados a ganar los comicios, de “carro completo”. Se llamaban “la aplanadora”, por la fuerza arrolladora que ostentaban.
Para los priístas era tan sencillo todo proceso electoral. Bastaba registrarse como candidatos y ganaban las elecciones. Por las buenas, o por las malas. En especial cuando desde la Secretaria de Gobernación se organizaban y controlaban los comicios. Aunque no todo estuvo mal, fueron 70 años de dominio priísta.
Los panistas, apenas llevan 12 años y los mexicanos ya están hartos. En tan poco tiempo, los panistas lograron el hartazgo de los mexicanos, que los priístas tardaron 70 años. El anhelado cambio nunca llegó. La alternancia política benefició solamente a los neopanistas.
Individuos grises y mediocres, de pobre experiencia pública, de pronto hicieron carreras políticas meteóricas. El caso del “hermano” Blake, es un ejemplo de ello. Regidor, Diputado local, Secretario General de Gobierno y de pronto Secretario de Gobernación. De no haber fallecido trágicamente, quizás hubiese sido Gobernador de Baja California o posiblemente hasta Presidente de la República. Esto, sólo ocurre en México.
Pero los panistas agotaron su proyecto político, demasiado pronto. Ya no convencen a nadie. Los mexicanos ya no los quieren como gobernantes. Como dice el propio Fox, ya no pueden tolerar otros seis años con otros 60 mil muertos o más.
Este sentimiento de rechazo hacia el panismo, es lo que se conoce como antipanismo y es lo que provocará la derrota de la candidata de Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota. Es casi inminente que el PAN tendrá que salir de Los Pinos, en base a los resultados electorales de julio próximo.
¿Quiénes serán las víctimas de este “desastre electoral”? pues los panistas, principalmente aquellos que de pronto se vieron ocupando cargos importantes en las estructuras del gobierno federal y sobre todo percibiendo sueldos elevadísimos, que nunca en su vida imaginaron que podrían obtener.
Esos futuros desempleados, son los que están aterrorizados ante la posibilidad de que Enrique Peña Nieto llegue a ser Presidente de México. Lo rechazan, no porque sea un indiviudo con menor preparación que Vázquez Mota, sino porque para ellos significa quedar sin chamba. Son ellos quienes pretenden conformar el nuevo antipriísmo, que no es el mismo que generó la derrota del PRI en el 2000, ante Vicente Fox.
Son miles los panistas que en estos momentos están ecaramados en las nóminas oficiales. A ellos les da pánico la posibilidad de quedar sin empleo. Son ellos quienes tratan de alertar a los mexicanos de la presunta catástrofe ante el retorno del PRI. Hasta ahí, es natural.
En su afán por aferrarse a la chamba, han inundado las redes sociales con todo tipo de gráficas, textos y videos, mediante los que se descalifica al candidato presidencial priísta, al que pintan casi como responsable de todo lo mal hecho a lo largo de 70 años de gobiernos priístas.
En el mismo tenor, están tratando de dar forma a un nuevo antipriísmo, pensando que con ello podrán atajar al PRI, para que no llegue Peña Nieto a la Presidencia de la República.
Desesperados porque el tiempo electoral concluye y su candidata no sube en las preferencias electorales, están convocando a la población en general a salir a las calles a protestar en contra del candidato priísta y del partido tricolor.
Los riesgos que esto implica, son enormes. Nada más imaginen que otros grupos políticos salgan a las calles a protestar en contra de las acciones de los gobiernos panistas o en apoyo a sus respectivos candidatos. Las crisis por las que atraviesa el país, principalente por la inseguridad pública, la violencia, el desempleo, la pobreza, representan condiciones propias para que en cualquier momento se desate un “incendio”.
Quienes pretenden tomar las calles, para tratar empujar la pobre proyección de sus candidatos, olvidan que el Estado Mexicano se sustenta en un sistema democrático, que permite renovar gobernantes cada determinado tiempo, a través de un proceso electoral.
Si sus candidatos no convencen, pues entonces participen más activamente en las organizaciones políticas de sus preferencias y exijan que postulen a mejores candidatos. Ahora resulta que los apáticos, de pronto despiertan y quieren “salvar” a México manifestando públicamente su repudio hacia tal o cual candidato.
Que expliquen cuáles son las razones por las que el “odiado” Peña Nieto, sigue apareciendo con una amplia ventaja en las encuestas de las principales empresas encuestadoras. Ayer lunes, por ejemplo, se dió a conocer que a ocho días del primer debate, Enrique Peña Nieto continúa a la cabeza de las preferencias electorales con 45% de las intenciones efectivas de voto, en tanto que en el segundo lugar aparece Andrés Manuel López Obrador con el 26% y Josefina Vázquez Mota con el 23%, según la más reciente encuesta BGC-EXCÉLSIOR en viviendas.
Es evidente que el antipriísmo que se está generando, es artificial, maquinado, manipulado, ante la desesperación de los simpatizantes, seguidores o patrocinadores de los rivales de Peña Nieto, que no logran remontar en las encuestas. Y el tiempo se acaba.
gil_lavenants@hotmail.com
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