Por Gilberto Lavenant
Recientemente, un video en el que se observa a un empresario golpeando salvajemente al empleado del edificio donde vive, generó malestar y repudio general a nivel nacional. Era el empresario de orígen judío Miguel Moisés Sacal Smeke, quien haciendo alarde de prepotencia e influyentismo, arremetió a patadas contra el humilde trabajador.Como en muchos otros casos, las cámaras de seguridad captaron los momentos de salvajismo. No hubo necesidad de agregar palabra alguna. El animal, sin tratar de ofender a los animales, dijo e hizo, lo que hoy lo tiene tras las rejas.
Y así como las escenas despertaron un clamor general de repudio y condena, la noticia sobre la detención de dicho sujeto generó el regocijo de más de uno.
Lo lamentable es que hubo quienes, al menos una persona en Tijuana, aprovecharon los hechos para externar sentimientos homofóbicos contra los judíos, como si la raza fuese distintiva de las cualidades bestiales del individuo, sin detenerse a pensar que, como dicen por ahí “…hay de todo en la viña del Señor”.
Uno de los lectores de Palco de Prensa, remitió al columnista el comentario de un agraviado por dichas expresiones homofóbicas :
“Mi estimado Alex.
El día de hoy me sentí muy agraviado por la siguiente causa.
Un amigo me llamo para decirme que había visto o escuchado en un programa de una estación PSM o PCM por parte de un ….. de apellido Lucero Antuna quien dijo :
-Este maldito judío Sacal deberían matarlo, no sé cómo fue que Hitler no mató a todos los judíos.
El agraviado, evidentemente de origen judío, con justa razón externó su malestar e hizo una severa crítica respecto del agraviante.
“Me siento agraviado –dice- porque veo que hay individuos para quienes la ley y el respeto no existen, individuos quienes se amparan tras un micrófono para dar a conocer sus complejos irracionales”.
Advierte que “…Si el tal Sacal es un bandido o lo que sea, que se le castigue conforme a la ley, pero eso de hacer comparsa a el otro desquiciado de López Doriga, quien por todos los medios ha tratado de equipararse a Jacobo Zabludovsky, únicamente denotan esa pendejez y enanismo mental” y luego hace referencia a las presuntas “virtudes” o “cualidades” del agraviante, pidiendo se le exija se disculpe públicamente.
“Hay judíos (de religión que son casi todos los que radican en México) quienes han aportado mucho para México, al igual que hay elementos negativos, pero no se vale generalizar”, dice el agraviado.
Y tiene toda la razón el agraviado. Por principio de cuentas la humanidad nunca podrá olvidar la masacre de que fue objeto el pueblo judío a manos del diabólico nazismo, lidereado por el desquiciado Hitler. A cualquiera enciende la sangre el sólo imaginar tan horribles hechos.
Nadie, en su sano juicio, puede o debe desear, que a los judíos de nuestros días, tan sólo por cuestión de raza, se les pueda o deba privar de la vida, como ocurrió hace años. Quien así lo externe, ha de ser fanático de Hitler. Que Dios lo agarre confesado.
Este tipo de expresiones, serían algo similar o peor que advertir que todos los seres humanos de piel negra u obscura, no tienen derecho a ser libres, que todos deben ser esclavos. Que los indígenas, de todas las razas, no tienen derecho a superarse, a estudiar, a leer, a ascender a planos superiores del saber y a alcanzar mejores niveles de vida.
O el hecho de señalar que los individuos, hombres o mujeres, que muestren preferencias sexuales no acordes con su sexo, deben ser privados de la vida. Todo, bajo el supuesto de pretender alcanzar la presunta perfección del ser humano.
La humanidad ha sido seriamente lastimada a lo largo de la historia. Es absurdo que siga habiendo quienes pretendan lastimarla aún más. Ni siquiera con la palabra.
Y aquí habría que hacer una pausa, para establecer una observación elemental : todos los seres humanos merecen respeto, independientemente de su raza, de su credo religioso, de su condición económica o de su nivel cultural. Estos son principios universales.
Ningún ser humano es superior a otro. Todos, ricos y pobres, algún día van a morir. Y cuando mueran, no van a poder cargar con ellos sus riquezas materiales o culturales. Lamentablemente no es sencillo alcanzar la madurez, que permita percatarnos de que somos tan pequeños y que, aunque aparentemente diferentes, todos somos iguales.
Lamentablemente, hay quienes no entienden que el expresarse irreflexivamente, faltan al respeto y agravian a quienes ningún daño les han hecho para ello. Vaya nuestra solidaridad y respeto para el agraviado por el exabrupto motivo de toda esta reflexión.
De todo hay en la viña del Señor y no por ciertos extravios podemos renegar de este mundo. Para los hermanos judíos y para los seres humanos en general, nuestro respeto y admiración. La identidad de agraviado y su interlocutor, los reserva el columnista, por estimarlo pertinente.
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