Por Teresa Gurza
Preocupados como estamos por la agudización de la hambruna de nuestros compatriotas tarahumaras y la sequía en el norte del país, que desde la presidencia se pretende paliar entregando malvaviscos asados y botellitas con agua.
Sorprendidos por las declaraciones de Felipe Calderón de que tenemos más narcos porque aumentaron los ingresos de los mexicanos.
Y con pena ajena por su llamado en el Foro Económico Mundial de Davos, "a sacar la bazuka contra la crisis", --frase que hubiera cautivado a Freud-- los periodistas con excepción de la revista Etcétera, hemos dejado pasar casi sin ruido una nueva ilegalidad de las muchas habidas contra Notimex en los sexenios panistas.
Con el agravante de que los senadores, que por obligación constitucional la debían de haber frenado, se hicieron los distraídos; ocupados como estaban en estrenar su sede y calcular lo que se embolsarían por dietas y aguinaldo.
Me refiero al reciente nombramiento que hizo Calderón para director de la agencia y que recayó en Héctor Villarreal, un militante panista y ex vocero de su partido, sin ninguna experiencia como periodista; como bien acaba de señalarlo en un documentado artículo el director de Etcétera, Marco Levario Turcott.
En su texto titulado “El paso de Uzeta por Notimex” Marco nos recuerda la destitución ocurrida el 6 de diciembre pasado del anterior director de Notimex, Sergio Uzeta Murcio, que se fue sin haber cumplido su obligación de dar a la agencia independencia editorial, como ofreció al tomar posesión en el 2007.
Y cuestionado además, por irregularidades administrativas, contratos sin licitación, aviadores en la nómina, despidos injustificados, daño al patrimonio de la institución, y retraso en la constitución de su Junta de Gobierno.
Cargos todos éstos que implican que no salvaguardó los principios de legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad, transparencia y eficiencia que rigen el servicio público, y que en conjunto lo inhabilitan para desempeñar cualquier cargo público en un periodo de diez años.
La historia reciente de Notimex cambió cuando a fines del sexenio de Vicente Fox, se reformó la ley para convertirla en organismo descentralizado, no sectorizado, con autonomía técnica y de gestión e independencia plena de la Secretaría de Gobernación, a la que hasta entonces pertenecía.
Se debió entonces liquidar y disolver la Agencia Mexicana de Noticias, pasar sus bienes a la nueva Agencia de Noticias del Estado Mexicano y dotarla de patrimonio propio.
Fox no cumplió con ese mandato y tampoco lo ha hecho Calderón; quien a mayor abundamiento, ordenó despedir a articulistas que le molestaban al recordarle su incumplimiento.
La situación de Notimex se agravó con los nombramientos ilegales de los dos últimos directores; el del mismo Uzeta, por haber sido hecho fuera del plazo establecido.
Y ahora con la designación que hizo Calderón de un militante panista sin ninguna experiencia periodística; características ambas, expresamente prohibidas por la ley y que deberían haber tomado en cuenta los senadores para no ser cómplices de estas graves ilegalidades cometidas por el Presidente.
Además de lo que significa que sea precisamente la más alta autoridad del país la que viola la ley, lo que sucede es aún más preocupante porque el nombramiento de quien fue vocero y dirigente del Partido Acción Nacional, ocurre pocos meses antes de las elecciones federales; de las que seguramente y en base a la experiencia que hemos tenido en el trato dado a las noticias polémicas en los sexenios panistas, Notimex ofrecerá versiones parciales y acomodaticias.
A Calderón le queda poco tiempo en el cargo, sería loable que cambiara su conducta echando para atrás por lo menos dos cuestiones: su manera de atacar el narcotráfico y el nombramiento de su correligionario como director de Notimex.
Si no lo hace, el Senado debe rectificar para que no se siga vulnerando el derecho constitucional de los mexicanos a estar informados con imparcialidad, objetividad, pluralidad equidad y responsabilidad.
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