viernes, 9 de diciembre de 2011

Palco de Prensa: Una “ciudad con orden”

Por Gilberto Lavenant
El lema del XX Ayuntamiento de Tijuana, es : “Una ciudad con orden”. Lo cierto es que, al menos la corporación policiaca municipal, es un desorden. Los casos de arbitrariedades se suceden uno tras otro. No parecen tener fin.




Ya no está Leyzaola, ya se fue Gustavo Huerta, ahora está Alberto Capella y nadie ha logrado poner orden.



Uno de los casos más escandalosos, fue el registrado el pasado 15 de abril del presente año, cuando un grupo de 15 policías municipales, de La Presa Rural, obligaron a una mujer a bailar semidesnuda, además de someterla a abusos sexuales. El video que reveló las grotescas escenas, dió la vuelta al mundo.



Pocos hubieran creído que los guardianes del orden se hubiesen a trevido a cometer tales arbitrariedades y atropellos. Este asunto, dió origen a la solicitud de juicio político en contra de la Síndico del XX Ayuntamiento de Tijuana, Yolanda Enríquez. Proceso que se supone debe concluir en cualquier momento.



Días después, ocurrió otro hecho bochornoso y repugnante, revelado también mediante un video, en el que se observa a un jefe policiaco de Playas de Tijuana, sometiendo a un detenido, tirado en el suelo, esposado de las manos, al que le colocaba una bolsa de plástico en la cabeza, para sofocarlo y obligarlo a confesarse responsable de hechos que se le imputaban.



El lunes 5 de diciembre, de nueva cuenta, elementos de la policía municipal hacen gala de sus salvajadas. Una profesionista, quien resultó involucrada en un mero incidente, es detenida y vejada. La trataron, peor que a una delincuente.



La narración de la ofendida, enciende la sangre a cualquiera. Obliga a pensar que Tijuana, no tiene policías, sino meros delincuentes disfrazados. Todos y cada uno de los elementos que por desgracia participaron en el caso, de una u otra forma, la vejaron.



La sometieron salvajemente. No portaba armas, no lesionó a nadie, simplemente se atrevió a llamarle la atención a un individuo que maltrataba a una niña, que tuvo la osadía de meterse a la fila de compradores en una tienda.



El “ofendido” ha de gozar de influencias, se supone que es policía, o malandro, que para el caso dá lo mismo, ya no se sabe quien es peor, y tal parece que dicho sujeto se quejó con sus “amigos”, quienes detuvieron a la profesionista, dizque por haberle faltado al respeto al citado individuo.



La llevan a las oficinas de la corporación, en la Zona Norte, donde un juez municipal, avala las arbitrariedades. La despojan de su dinero, no le permiten llamar a algún familiar o abogado y la trepan en la caja del pick up habilitado como patrulla, y como si fuese animal, junto con otros detenidos, la llevan a la estancia de infractores, bajo la advertencia de que se agarrara bien, pues conducirían con exceso de velocidad y se podría romper los dientes.



Ya recluída, una celadora la obliga a desnudarse. Sin ropa, la obliga a hacer sentadillas. Trato inhumano, injusto, grosero, violatorio de los derechos más elementales. Salvajadas como estas, solo en los campos de concentración en los tiempos de Hitler.



La ofendida presentó una denuncia penal, registrada bajo expediente 9517/11/211/AP. El juez municipal, fue suspendido. Al parecer también la celadora.



Algo muy serio está pasando en la Policía Municipal. Es más que evidente que es un desorden. La presencia de un civil, Alberto Capella Ibarra, como titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, no les infunde temor, ni respeto.



Capella fracasó en la primera ocasión que ocupó dicha posición, en la administración del panista Jorge Ramos Hernández. Cuando Bustamante decidió darle una segunda oportunidad, dijo que su actuación sería diferente, que venía con más experiencia.



Los hechos relativos a este nuevo caso de vejación, demuestra que Capella va por su segundo fracaso. Que tal parece que dedica más tiempo en cuidar la espalda del Alcalde, que en controlar a sus “muchachitos”. De poco han servido los exámenes de confianza, los procesos de depuración de la corporación, el cese fulminante de unos o la reclusión y procesamiento de otros.



Cuando se reveló el caso del “tabledance policiaco” de La Presa Rural, el entonces Secretario de Seguridad Pública Municipal, Gustavo Huerta, dijo que por unos cuantos malos elementos, no se podía juzgar a toda la corporación. Ahora esta comprobado que no son solo unos cuantos, que son muchos más.



En el asunto de los policías de La Presa, la ofendida fue una mujer de no buenos antecedentes, no obstante lo cual, merecía se respetaran sus derechos. Ahora se trató de una profesionista, que con mayor razón merece ser respetada. Los sujetos, meros malvivientes disfrazados de policías, no merecen pertenecer a una corporación policiaca, que supuestamente está para velar por el orden y seguridad pública. Lo suyo, lo suyo, es cometer arbitrariedades.



No hay mandos capaces en la corporación, quienes ostentan los cargos directivos, no devengan los sueldos que perciben. Los largos curriculum que presumieron al ser designados, no reflejan en nada su desempeño.



Lamentablemente, el Alcalde Carlos Bustamante le ha fallado a los tijuanenses, en el área de seguridad pública, lo de “ciudad con órden”, no pasa de ser un mero slogan político. Cuando se acerque a ustedes un policía, huyan y cuéntenselo a quien más confianza le tenga.



gil_lavenants@hotmail.com

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