lunes, 24 de octubre de 2011

Palco de Prensa: Las ocurrencias

Por Gilberto Lavenant
Uno de los defectos más serios en los seres humanos, y principalmente en aquellos dedicados a la política, es la necedad, la terquedad, el aferrarse a hacer algo, sin importar que haya quienes se opongan a ello, sin escuchar razonamientos en sentido contrario.

Los necios, son como las bestias de carga, a las que se les colocan tapaojos, a fin de que no se distraigan, que solamente vean hacia adelante, hacia el camino, hacia donde el amo las dirige. Así son más o menos los necios, pero estos, solo ven hacia donde les conviene.

Y eso es lo que está ocurriendo con prácticamente todos los involucrados en el asunto del proyecto de El Zócalo, consistente en una gran plancha de concreto, que se pretende instalar en el reducido espacio existente entre el palacio Municipal y el llamado Centro de Gobierno del Estado. Ni con calzador.

Si se estuviera en los años 70´s, cuando apenas se iniciaba la reestructuración urbanística de la primera etapa de la ahora llamada Zona Urbana Rio Tijuana, sería fabuloso. Pero entonces nadie previó que la población tijuanense crecería enormemente en solo unos cuantos años. Nadie tuvo la idea de dejar reservas territoriales para obras especiales en el futuro.

Salvo el centro comercial rio Tijuana, el resto de la zona a desarrollar, fue botín para los especuladores. Los llamados planes de desarrollo urbano, quedaron en mera teoría. La infraestructura urbana, la que desarrollan los gobiernos, quedó en una simplona, ranchera, mediocre.   Aún hoy, sigue siéndolo, aunque la zona río represente lo mejorcito de Tijuana.

Ahora, como si quisieran enmendar errores, pretenden hacer lo no hecho y cuando ya casi es imposible o aunque para hacerlo, habrá quienes se opongan y se ocasionarán severos daños colaterales. Cuentan que en una plática de compas, en donde participaba el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, se les ocurrió hacer una gran plaza, como los llamados zócalos que existen en ciudades coloniales del centro del país.

Aunque alguien les dijo que eso ya no era posible, al menos en el punto señalado para ello, exactamente en donde se ubica el Parque Benito Juárez, así como edificaciones relacionadas con la cultura y la educación, la soberbia les dijo que ante el poder, no hay pero que valga, y que estando de acuerdo el Gobernador, todo era posible.

Entonces, una simple ocurrencia fue elevada al grado de genialidad. Todo ya estaba programado para que se iniciaran las obras hace un par de años. Ni siquiera se pusieron a pensar en que tendrían que derribar edificaciones modestas, pero valiosas y que tendrían que talar un buen número de árboles. Seguramente las observaciones de los presentes, minimizaron los llamados “daños colaterales”. Se quitaría a los tijuanenses una plazilla de rancho y se les daría un zócalo primermundista. Para presumirle a los visitantes. A todo mundo. Magnífica ocurrencia, han de haber dicho.

Aunque el proyecto en sí, es del Gobierno Estatal, se integró un patronato, en el que no participan representantes de los diversos sectores de la sociedad. Casi siguen siendo los mismos compas de la charla aquella donde surgió la ocurrencia. La insistencia sobre este asunto, por parte de particulares, ha originado sospechas fundadas de que a los promotores les mueve el interés de hacer negocios.

El proyecto se ha frenado, porque no contaban con que surgirían individuos en defensa del Parque Benito Juárez, quienes a casi dos años de distancia, continúan ahí. Defienden los árboles, dicen. Sus críticos y promotores de el zócalo, dicen que los motivan intereses políticos. Les refieren de manera despectiva. Les dan poca importancia.

Sin embargo, la necedad y la soberbia no les ha permitido escuchar, que también han surgido voces autorizadas, valiosas, que han advertido sobre la inviabilidad de el zócalo. Además, se cuenta con una suspensión decretada dentro de un juicio de amparo, para que no se realicen dichas obras. Tanto en la legislatura estatal, como en la federal, se han planteado puntos de acuerdo, en el sentido de no permitir que se siga adelante con este proyecto.

Por si les interesa saberlo, el Secretario Regional del CEN del PRI, el exgobernador Enrique Martínez y Martínez, en su visita en días pasados, instruyó a los diputados locales priístas, para que por ningún motivo permitan que en los presupuestos de egresos del gobierno estatal y del Ayuntamiento de Tijuana, se señalen recursos para el zócalo. Dicho en otras palabras, el asunto de el zócalo, no es poca cosa y por lo tanto, mal están los promotores si continúan subestimándolo. Los opositores, son muchos más que los que parmenecen ahí, día y noche. Hay personajes de renombre, que están al pendiente. 

Pero los promotores de el zócalo, se aferran, se colocan bien ajustados sus tapaojos y ya se preparan para echar a andar el proyecto. Este sábado, hubo un evento especial para ello. Ahí estuvo el Alcalde Carlos Bustamante y el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, para patentizar su respaldo.

Evidentemente no entienden, la necedad y la soberbia no se los permiten, que el asunto es algo así como una bomba de tiempo y que detonará en cualquier momento, cuando ya está en marcha el proceso electoral. Tengan por seguro que sus respectivos partidos, les jalarán las orejas severamente y en su caso los responsabilizarán de las consecuencias.

Sobre todo, deberían entender, que no se puede gobernar a base de ocurrencias. Que para que no los tachen de necios y ocurrentes, cuando menos le hagan enmiendas o parches al plan de desarrollo urbano y le anoten todo aquello que se les ocurra. Si insisten en sus necedades, al menos que sean previsores. Que entiendan, que son menos grandes de lo que imaginan y que son mucho más pequeños de lo que puedan suponer.  

gil_lavenants@hotmail.com 

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