Por Gilberto Lavenant
El pasado fin de semana hubo un hecho que parece haber pasado desapercibido para muchos bajacalifornianos. El XX Ayuntamiento de Ensenada, encabezado por Enrique Pelayo Torres, no cubrió la nómina de sus empleados de confianza, por falta de recursos.Efectivamente, aunque parezca insólito, no se trata de una broma. De serlo, sería una broma de mal gusto. Al menos para los empleados afectados, que no recibieron su sueldo catorcenal y por lo tanto tuvieron que decir a su esposa e hijos, que en los próximos días les darán vida de angeles. Puro alimento espiritual, porque ni para frijoles les dieron en el Ayuntamiento.
Con una actitud un tanto cínica, o conformista, según la opinión de cada quien, el Alcalde ensenadense, Pelayo Torres, reconoció que para cubrir la nómina catorcenal, que debía cubrir el pasado viernes, necesitaba cuando menos 25 millones de pesos, y que solamente contaba con 16, que apenas le alcanzaban para cubrir los sueldos del persoal sindicalizado. Los de confianza, tendrían que sacrificarse y esperar. Se confía en que en el transcurso de la presente semana se les cubran sus respectivos sueldos.
Por si fuese poco, en la próxima catorcena, además de los sueldos, deberá pagarles el diferencial del aumento salarial pactado en días pasados, con efecto retroactivo al mes de mayo, lo que implica una erogación de otros 9 millones de pesos. A eso habría que agregar que en el mes de diciembre deberá pagar de 110 a 120 millones de pesos por concepto de aguinaldos.
Esto es una clara muestra de las angustias financieras que afrontan los Ayuntamienbtos de Baja California, no tanto por la crisis económica, sino por la pésima actuación de los administradores, o sea los Alcaldes, que han derrochado los recursos públicos, realizando obras supérfluas, engrosando las nóminas, con la única finalidad de cumplir compromisos políticos, más que por la intención de mejorar los servicios a la comunidad.
Este podría ser considerado como el primer foco rojo que enciende a toda su intensidad, pero en condiciones similares se encuentran los otros cuatro ayuntamientos de la entidad, cuyas finanzas están más que comprometidas. Deben hasta la camisa.
En el caso de Ensenada, apenas en la primer semana de septiembre, la Legislatura Estatal le autorizó el contraer préstamos por 200 millones de pesos. En abril pasado, el Ayuntamiento de Mexicali reestructuró adeudos por 804 millones de pesos, en tanto que en septiembre el Ayuntaniento de Tijuana reestructuró sus adeudos por 2,560 millones de pesos. El de Tecate, así como el de Playas de Rosarito, aunque en menor proporción, también afrontan serios problemas financieros.
La soberbia, el afán de presunción y lucimiento, ha llevado a los alcaldes bajacalifornianos a gastar los pocos recursos disponibles de manera irracional. Les ha pasado lo que a toda familia típica mexicana, que aunque viven con carencias, cuando se trata de celebrar los quince años de la hija, contraen deudas o simplemente gastan hasta lo que no tienen.
Los alcaldes, sin justificación alguna, tienen ejércitos de asesores, que no desquitan las percepciones, de manera alguna. Y conste, nadie les dice nada. Ni los regidores de partidos opositores, ni los legisladores, que les aprueban o les solapan su irresponsabilidad.
Cualquiera podría decir que verdaderamente alarmado, Pelayo Torres se comunicó con los demás alcaldes, en busca de consejos, ideas, propuestas, para salvar esta difícil situación que afronta. O que cualesquiera de los otros cuatro alcaldes, de inmediato le llamaron telefónicamente para ponerse a su disposición, para apoyarlo de alguna manera, para juntos revisar este asunto, pues al final de cuentas todos se encuentran encondiciones similares y tarde que temprano tampoco tendrán ni para cubrir la nómoina de sus empleados.
Sin embargo, para decepción de todos los que pensaban que tales llamadas de auxilio, en uno u otro sentido, pudiesen haberse dado, deben saber que no las hubo. No hay sentido de solidaridad, ni lógica o sentido común. Han de decir, que cada quien se rasque con sus propias uñas.
Afortunadamente, si pudiese considerarse así de alguna forma, los ayuntamientos no son empresas privadas. De serlo, ya se hubieran declarado en quiebra y hubiesen suspendido el pago de sus deudas más elementales. Pero los gobiernos están obligados a prestar servicios públicos, tales como limpieza, recolección de basura, vigilancia y seguridad pública. Prestan pésimos servicios, pero no pueden dejar de prestarlos.
Ni siquiera en la legislatura estatal, surge alguna voz que llame a una jornada extraordinaria, para revisar el caso Ensenada y preveer lo que podría ocurrir a los demás ayuntamientos de Baja California. Como que no se han percatado que los gobiernos municipales están al borde del abismo.
El de Tijuana, es un caso que merece atención especial. En días pasados, luego de renegociar sus adeudos por más de 2,560 millones de pesos, el Alcalde Carlos Bustamante, como si fuese un pésimo chiste, revela que perdieron un reclamo judicial que les obliga a pagar 8 mil millones de pesos, o sea el equivalente a más de 5 Pires, que tantos dolores de cabeza ha ocasionado. Pero luego de la nota, no hubo reclamos, ni aclaraciones. No se mencionaron nombres de responsables, ni mucho menos se hizo alusión a las posibles sanciones.
Además, como si se estuviera en jauja, el sábado se anuncia, como si fuese algo fabuloso, el próximo inicio de las obras relativas al proyecto del zócalo, que obviamente implicará fuertísimas erogaciones. Como si fuese una prioridad o una necesidad básica.
La lógica y la conseja popular advierten que “…cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, pero ante el caso de quiebra del ayuntamiento de Ensenada, los otros cuatro ayuntamientos, se arriman a la orilla del precipicio, para lanzarse al vacío. Grave, sumamente grave.
gil_lavenants@hotmail.com
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