Por Gilberto Lavenant
Lo único positivo de la narcoguerra de Felipe Calderón, si es que se le puede llamar así, es que está creando líderes sociales, que están despertando al pueblo que generalmente dormita, que vive apático, tolerante, indiferente. El dolor, por la herida directa, en carne propia, les obligó a lanzarse a la lucha.
De esos líderes sociales, destacan Isabel Miranda de Wallace, Alejandro Martí y Javier Sicilia, entre muchos otros. El factor común que identifica a estos tres personajes, es que en esta narcoguerra perdieron a sus respectivos hijos. Como si fuese una contribución para despertar y hacer estallar la lucha social.
Maria Isabel Miranda de Wallace, de 60 años de edad, maestra escolar, surge, tras el secuestro de su hijo, el empresario Hugo Alberto Wallace Miranda, el 11 de julio del 2005. Luego de 5 años de denuncias, sin lograr una respuesta positiva, decide luchar por sí sola y logra detener a los secuestradores. Crea la Asociación Civil “Alto al secuestro” y propone la protección de los derechos de las víctimas del secuestro, aprobada por la cámara de diputados el 15 de diciembre del 2010. Se le otorga el Premio Nacional de Derechos Humanos 2010, en reconocimiento a su lucha.
Tres años más tarde, surge otro luchador social: Alejandro Martí, empresario, a quien en junio del 2008 secuestran y asesinan a su hijo Fernando, de tan solo 14 años de edad. A partir de entonces, se sumó a las luchas sociales. El empresario, habría de decir que el secuestro y asesinato de su hijo, se ha convertido en una bandera de lucha que ha unido a la sociedad mexicana contra la delincuencia. Sus acciones le llevan a crear la Fundación Fernando Martí.
Otro más de estos líderes sociales, quizás el más emblemático hasta ahora, posiblemente porque su especialidad es el uso de la palabra, después de todo es poeta, lo es Javier Sicilia, quien se convierte en un moderno caudillo, al grito de ¡Ya basta! ¡Estamos hasta la madre! cuando en marzo del 2011 asesinan a su hijo en Morelos.
Javier Sicilia hizo a un lado los poemas, para hacer de la prosa una guía para muchos mexicanos, para exhortarlos a abandonar el valemadrismo, la flojera mental, el qué me importa si a mí no me afecta. Ha recorrido grandes extensiones del territorio mexicano, encabezando una lucha social contra la violencia y reclamando formas de combate, distintas a las emprendidas por el Presidente Felipe Calderón.
Cada uno de estos, como muchos otros, han emprendido su propia lucha social. Todas sumamente importantes, pero no tanto su lucharan juntos. Sin embargo, algo está pasando, pareciera que el coqueteo del gobierno, los evidentes ofrecimientos de proyecciones personales y quizás hasta de cargos o posiciones públicas, arropados en determinado partido político, aunque sea bajo el disfraz de “candidatos ciudadanos”, les está dividiendo, les está llevando a adoptar posiciones contrarias y se observan los riesgos de que las luchas sociales claudiquen, que se prostituyan, bajo el compromiso de avalar o respaldar acciones públicas, que no son del todo coherentes con lo que les llevó a convertirse en líderes sociales. Se sospecha, y son sospechas fundadas, que a algunos de ellos, ya los “maicearon”.
Veamos algunas evidencias de ello. Allá por el día 15 de este mes de agosto, el Secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, se reunión con 35 líderes sociales, para discutir la Ley de Seguridad Nacional, aún pendiente de aprobación. Entre los presentes, Maria Isabel Miranda de Wallace, presidenta de la Asociación Alto al Secuestro, Maria Elena Morera, presidenta de Ciudadanos por Causa Común y Laura Elena Herrejón, presidenta de Pro-Vecino.
Ahí, Wallace y Herrejón se pronunciaron por la pronta aprobación de la Ley de Segridad, tal y como está el proyecto. En cambio, Morera señaló que debe tener modificaciones. Cabe recordar que el poeta Sicilia ha mostrado énfasis en contra de esta presunta Ley, como muchos otros, al considerar que atentaría contra los derechos de los mexicanos, contra sus libertades y garantías. La ley otorgaría al ejército, las facultades propias de los policías. Dicho de otra forma, legitimaría los cateos ilegales que ha venido cometiendo a diestra y siniestra.
El pasado fin de semana, Alejandro Martí, Isabel Miranda de Wallace y Edna Jaime, extraña y sospechosamente, responsabilizaron a los gobiernos estatales del aumento de la inseguridad en el país, precisamente la estrategia puesta en marcha por Felipe Calderón, para liberarse de esta responsabilidad, repartiendo culpas entre gobiernos estatales y municipales.
Dichos líderes sociales, aseguraron que no se trataba de un espaldarazo hacia el gobierno federal, sino que los estados no cumplen con su obligación, pues tres de los principales delitos que se dan en la narcoguerra, son de competencia estatal, no federal, y los estados están evadiendo su responsabilidad y simplemente le lanzan la bolita al gobierno federal. Para ellos, los gobiernos estatales deben atender homicidios, secuestro y extorsión. Se olvidan, que los narcos los cometen para asegurar plazas, para eliminar a sus adversarios y para obtener recursos económicos. Por lo tanto, estos delitos también son de competencia del gobierno federal.
Se sospecha, que la labor de Calderón, para eludir responsabilidades, está surtiendo efectos. Y aunque más que buscar culpables, lo que se requiere es rectificar acciones. Las esperanzas de muchos mexicanos, abanderadas por estos y otros líderes sociales, están en riesgo, cuando se adoptan posturas incoherentes con las luchas sociales. Esto, realmente es sumamente preocupante. Se apagan los nacientes liderazgos sociales y surgen nuevos políticos, apadrinados por los viejos y mañosos políticos. Qué lástima.
gil_lavenants@hotmail.com
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