Por Gilberto Lavenant
El 6 de febrero del presente año, recordaba aquí en Palco de Prensa, bajo el título ¡ Campestre o Nada!, que hace 40 años, más de 600 jóvenes estudiantes, recorrieron la principal vialidad del centro de Tijuana, partiendo desde la Calle Octava, a la altura del Jai Alai, siguiendo por la Avenida Revolución, que se transforma en Boulevard Agua Caliente, hasta llegar al Club Social y Deportivo Campestre, donde luego de un mítin, tomaron posesión de dicho centro social y recreativo, permaneciendo ahí aproximádamente 3 meses, hasta que lograron una enorme hazaña : que el gobierno estatal, avalado por el federal, aportara 40 hectáreas, para construir las instalaciones de la UABC.
Recordaba que la consigna era “Campestre o nada”, porque la ICSA, Inmuebles Californianos, S.A., la empresa que ostentaba los derechos de propiedad de la sucesión de la familia Arguello, respecto al Rancho de la Tía Juana, pretendía apoderarse de los terrenos del Campestre, como una compensación por los derechos reclamados, y el gobierno estatal, en apoyo a los socios del Club, procede a expropiarlo, bajo el razonamiento de utilidad pública. Los estudiantes señalaron que mayor causa de utilidad pública lo era la educación superior y entonces pusieron sus ojos en el Campestre, para que ahí se construyeran las instalaciones universitarias tan anheladas.
Este movimiento estudiantil, que es referido aún como “La toma del Campestre”, es el fundamento de la creación del Campus Tijuana de la Universidad Autónoma de Baja California, en La Mesa de Otay, uno de los complejos educativos más importantes del país y en donde cursan estudios de nivel superior miles de estudiantes.
Antes de esto, los jóvenes de esta frontera, si aspiraban a cursar estudios universitarios, tenían que emigrar al centro del país, en busca de oportunidades en universidades de Sinaloa, Jalisco, Nuevo León o Distrito Federal. Pero muchos de ellos veían truncados sus propósitos. Aquí, la UABC solo contaba con las instalaciones de la Preparatoria 2, en la Colonia Juárez, y aunque ya se habían creado las escuelas de Economía, Comercio y Administración, los cupos eran limitados y operaban en edificios prestados.
La “Toma del Campestre”, fue el 5 de febrero de 1971, hace 40 años, y muchos seguramente ya ni lo recuerdan. Es más, en la historia formal de la Universidad Autónoma de Baja California, es como una “página borrosa”, que aparentemente quisieran que pasara desapercibida.
Eran jovencitos de secundaria, preparatoria y otros de la universidad. En edades entre 13 a 28 años, pero la mayoría casi unos niños, los que armándose de valor, salieron a reclamar que la UABC tuviera terrenos propios, donde construir aulas, porque la universidad de entonces, prácticamente era meramente virtual, que se sabia de su existencia, por un decreto que la crea el 28 de febrero de 1957.
Ejemplos de valor, de coraje, héroes populares, que seguramente ni ellos mismos tuvieron una idea exacta del alcance de su movimiento y que, sin embargo, no se habla de ellos en las instalaciones universitarias, donde ahora pasan desapercibidos. Gracias a ese movimiento, en principio, hoy se cuenta con enormes, extraordinarias y excelentes instalaciones universitarias.
Lamentablemente, no son tan grandes como nos parecen, en tanto que no dan cabida a todos los jóvenes con aspiraciones a cursar estudios superiores. La UABC rechaza a miles y miles de estudiantes preparatorianos, cada año, bajo el argumento de falta de cupo. El rechazo se dá, haciendo cada vez más complejo y riguroso el exámen de admisión, a tal grado que los jóvenes que no tengan una excelente formación académica, remotamente tendrán posibilidades de ser universitarios.
Ahora, los jóvenes rechazados, ni siquiera haciendo valer su derecho constitucional a la educación, por la vía judicial, logran ingresar a la Universidad por la que cientos de ellos lucharon hace 40 años. Ejemplo de esto lo son 16 jóvenes, que desde marzo del 2011 obtuvieron una resolución judicial, mediante la que se ordenó a las autoridades universitarias que fueran inscritos. Cuatro meses después, siguen esperando que se dé cumplimiento a la misma.
El Rector Felipe Cuamea, advierte que no les dará cabida, por la simple razón de que la UABC ya no tiene capacidad para admitirlos e incluso que está dispuesto a que lo cesen y lo envíen a la cárcel por no cumplir la citada resolución judicial, a la vez quer advierte que la Universidad Autónoma de Baja California no puede resolver el problema educativo de la entidad.
16 jóvenes, de los miles de rechazados, están evidenciando la incapacidad de las autoridades universitarias para encontrar solución a la demanda de oportunidades y al reclamo del derecho a estudiar, de muchos, y que la UABC, no obstante su magnitud, es pequeña para Baja California y es elitista en tanto que solo los de calidad académica excelente, pueden cotinuar su camino hacia la superación.
Pero no se escucha que alguien convoque a las autoridades en general, de los tres niveles de gobierno, a una junta de trabajo, a un foro o a un encuentro, para discutir este tema. Simplemente se concretan a cerrar las aulas universitarias.
Tal parece que a 40 años de distancia, de aquel movimiento conocido como “La toma del Campestre”, se requiere repetirlo, para exigir, a quien corresponda, se respete el derecho de tantos jóvenes a cursar estudios superiores, antes de engrosar a las filas del crímen organizado.
gil_lavenant@hotmail.com
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