Por Carlos Marín
Ayer, Jorge Hank se la pasó bomba en el mejor palco de su estadio Caliente para ver el partido entre la Sub 22 y el Independiente de Medellín.Con porras y gritos de “¡sí se pudo!”, al mal afamado empresario se le vio tan campante como siempre, seguro de que las procuradurías General de la República y de Justicia de Baja California le harán otra vez los mandados con sus inconformidades por los autos de libertad que le otorgaron una juez federal y otro local.
El pastelazo en que terminó su captura inicial y excarcelación, seguido por el sorpresivo, fugaz y desautorizado “arraigo” (que precedió a la súbita puesta en libertad), ha dejado en entredicho el papel que representó una unidad del Ejército en la comedia Flagrancia, pero desatado también una bochornosa confrontación entre los poderes Ejecutivo y Judicial.
Para demostrar las insidiosas versiones de que los jueces cedieron a “presiones” de “medios” o “autoridades” que nadie precisa, las procuradurías están obligadas a detallar las desechadas “averiguaciones previas” que tan mal, por lo visto, realizaron.
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