Por Gilberto Lavenant
Apenas a 7 meses de iniciada su gestión administrativa, el Alcalde de Tijuana, Carlos Walterio Bustamante Anchondo, ha demostrado plenamente que en cuestiones políticas, es un mero aprendiz.Está claro, que para ser político, no basta afiliarse a un partido político e incluso ni siquiera el ser postulado para un puesto de elección popular y ganar.
El político, el buen político, es un individuo hábil, sagaz, negociador. Para decirlo en una sola palabra : diplomático, aquel que es hábil para las relaciones humanas, a fin de solucionar problemas a base de consensos y negociaciones.
Don Carlos, aunque no es propiamente un anciano, ya no es tan jóven para desempeñarse como aprendiz en cuestiones políticas.
Durante años buscó la oportunidad de ocupar algún puesto de elección popular. Ha estado relacionado con el PRI y con los priístas, desde muy jóven. Sin embargo, cuando le llamaban a colaborar, era para hacerse cargo de las finanzas del partido o de algún candidato. De recolector de dineros, pues.
Cuando ya sentía que se le había “pasado el tren” y que ya no tendría ninguna posibilidad, lo invitaron a ser candidato a Alcalde, no porque fuese el mejor priísta para ello, sino porque durante los últimos años el PRI habia venido tropezando, de derrota en derrota, y ya eran pocos los aventados, los dispuestos a lanzarse, a correr la aventura de ganar, o de perder.
Bustamante no lo pensó dos veces, era la oportunidad anhelada, y se lanzó. La imposición presidencial de Carlitos Torres Torres, la inmadurez del jóven candidato panista y guerras intestinas en el partido blanquiazul, aunadas a las fallas y excesos del gobierno estatal y municipales panistas, permitieron que don Carlos obtuviera el triunfo en los comicios del 2010 y llegara a ser Alcalde.
Inexperto en cuestiones políticas, pensó que había ganado, porque fue la mejor opción, cuando que durante la campaña electoral las voces ciudadanas advirtieron que se votaría, no por los mejores, sino por los menos peores. Así logró el triunfo el priísta.
Su edad, su pregonada experiencia empresarial, frente a un gobierno frívolo como el de Jorge Ramos Hernández, parecían garantizar una administración municipal ordenada, eficiente, casi impecable.
Sin embargo, apenas se subió al cargo, don Carlos perdió la proporción de las cosas, se siente como un reyecito y, como “gabino barrera”, no entiende razones e incluso no escucha ni atiende ni a sus amigos.
Quisiera que todos adivinaran sus pensamientos y acataran sus deseos cual si fuesen órdenes directas.
Su administración está en manos de unos cuantos, los que deciden casi a su antojo lo que hacen o dejan de hacer. Rivalizan entre ellos mismos y a base de intrigas y de chismes, tratan de ganar ventaja sobre los demás. Otros, están haciendo su agosto a la sombra del Alcalde, muchos los perciben, son secretos a voces, y el único que aparentemente no se entera, es el propio Bustamante.
Se olvidó, o nadie le explicó, que el Ayuntamiento es un órgano de gobierno colegiado y que él solo es el coordinador, pero que requiere el consenso de los regidores, de todos los partidos políticos, para sacar adelante sus propuestas.
Hace como que los regidores no existen, y sus colaboradores actúan de la misma manera. Cansados de ese trato, los regidores, incluso los priístas -con excepción de 3 de ellos- se aliaron para reclamar respeto y dignidad, que se les reconozca el papel que formal y legalmente desempeñan en el Ayuntamiento.
Cuando se cuestionó a Bustamante sobre este tema, en lugar de manifestar preocupación y voluntad de atender las inquietudes de los regidores, de manera absurda simplemente respondió que le daba risa, aunque acusó de traidores a los que pertenecen a su partido el PRI.
Seguramente ha de pensar que por el solo hecho de pertenecer a su mismo partido, los regidores priístas deben bajar la cabeza o arrodillarse a su paso. De obedecerle ciegamente, como si fuesen esclavos.
Otra muestra de su impericia política, la acaba de dar esta semana. Denostó a los diputados priístas, que determinaron procedente el juicio político solicitado por el regidor panista, Erwin Areizaga, contra la Síndico Procuradora Yolanda Enríquez, al considerar que actuó indebidamente en el caso de los policías municipales involucrados en el caso del “tabledance”. Aquellos que obligaron a una detenida a bailar semidesnuda, a cambio de su libertad.
Carente de oficio político, el Alcalde, en lugar de manifestar que no le preocupaba tal determinación, pues estaba seguro de que la Síndico había actuado correctamente y que se presentarían las constancias correspondientes para acreditarlo, dijo que el pretender enjuiciarla, es solo por cuestiones políticas.
Los periodistas que lo entrevistaron, se mostraron extrañados de que no dijera que ese asunto le daba risa. Quizás por prudencia, guardó las ganas de reírse, para cuando se encontrara solo. Quizás entonces se soltó a carcajadas, hasta el cansancio.
Si de aprendizajes se trata, imaginen a un jovencito, o a un anciano, aprendiendo a manejar un auto. Apenas 7 meses manejando al Ayuntamiento de Tijuana, don Carlos dá amplias muestras de que, como político, es un simple aprendiz. Y malo.
gil_lavenants@hotmail.com
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