Por Gilberto Lavenant
En los años 60´s, había una costumbre muy arraigada en las escuelas de educación media superior de varias partes del país, consistente en “bautizar” a los alumnos de nuevo ingreso, cortándoles el pelo a rape. Nadie se salvava. Muchos jovencitos terminaban en llanto al perder, contra su voluntad, su cabellera.
Con el paso del tiempo, se fue erradicando dicha costumbre. Actualmente ya no se usa. Para fortuna de los jóvenes de nuevo ingreso. Quienes estudiaron en la Preparatoria de la UABC en Tijuana, ahí en la Colonia Juárez, aún recuerdan las anécdotas personales cuando fueron sometidos por la turba estudiantil, pero también cuando lograron la venganza al pelar a sus sucesores en el siguiente ciclo escolar.
Esto dió lugar a que anualmente se organizara un baile de bienvenida, para los alumnos de nuevo ingreso, llamado precisamente “El baile de los pelones”. Fue una tradición durante muchos años. Qué tiempos aquellos.
A lo largo de la historia de la humanidad, la cabellera, sea hombre o mujer, ha sido un símbolo distintivo y estético de la personalidad de los individuos. Muchos se sienten incómodos ante la carencia de pelo o la pérdida del mismo por cuestiones de salud o requisitos laborales, como en el caso de quienes ingresan a la milicia.
Con frecuencia se hace referencia a la leyenda de Sansón, que perdió su fuerza al perder su cabellera. La fuerza se pierde, porque al perder el pelo, el individuo se cohíbe y experimenta el síndrome de Sansón. Se siente ridículo que lo vean pelón.
Hay quienes, por moda o por costumbre, se rapan la cabeza. La falta de pelo, en muchos casos, distingue a los jóvenes como antisociales, y en otros casos, como los deportistas, por comodidad, en tanto que los intensos entrenamientos e incluso los eventos en los que participan, les hace sudar y a muchos la cabellera larga, o normal, les provoca incomodidad, optan por cortarse el pelo.
También suele ocurrir, que hay quienes, cuando un familiar pierde el cabello por cuestiones de salud, como gesto de solidaridad, ellos se rapan. Muy noble y loable esa medida, aunque no todos están dispuestos a adoptarla, por muy solidarios que puedan ser.
En Tijuana, recientemente se registraron hechos semejantes. La señora Maria Elvia Amaya de Hank, por cuestiones de salud, perdió su cabellera. Su esposo, el Ing. Jorge Hank Rhon, en solidaridad, se cortó el pelo. Los empleados y amigos de este, no queriendo quedarse atrás, incluyendo mujeres, también se cortaron el pelo. Hasta ahí, todo correcto. Total, cada quien hace con su cabellera lo que guste.
Aunque en el caso de los “muchachos” del Grupo Caliente, han exagerado, pues por imitación, sumisión y condición para conservar la chamba o lograr mejor posición en el futuro político de su jefe, hacen lo que él haga. Si se deja crecer la barba, pues ellos también. Difícil para los lampiños. Pero en fin, la lucha le hacen.
Así que aquel que no adopte la misma postura, o sea que no siga la corriente, pues hagan de cuenta que no es leal al grupo o no pertenece a éste.
Sin embargo, andan por ahí varios nuevos pelones, que son pelones, sin querer queriendo. Es más, sin que necesariamente puedan ser considerados como integrantes del Grupo Caliente, ni mucho menos allegados a Hank Rhon.
Resulta que durante un desayuno previo a uno de los partidos de la final de futbol, en los que los Xolos luchaban por el campeonato, el Ing. Hank Rhon sacó su maquinita de cortar el pelo y procedió a “pasar por las armas” a todos los ahí presentes. Siendo el jefe, pues nadie opuso resistencia, ni mucho menos mostró enojo.
Pero ocurre que en el juego en el que los xolos ganaron el campeonato, muchos fueron y se metieron al palco personal del dueño del equipo. Estaban felices por haber “gorreado” la entrada y estar cerca del feliz propietario del nuevo equipo de futbol de primera división, que, por cierto, se dice que sigue aspirando a ser candidato a la gubernatura de Baja California. Jugada doble, disfrutaban la celebración gratis y convivían con don Jorge. Quien quita y les tome en cuenta a la hora de armar su equipo político, seguramente dirían. Por eso estaban ahí.
Es el caso que, casi al concluir el festejo posterior al triunfo, en cuanto se retiraron los Alcaldes, los guardaespaldas de Hank Rhon cerraron los accesos, el ingeniero sacó su maquinita de cortar el pelo y empezó a rapar a los presentes. Y ni modo que dijeran que no. La presión o el compromiso político les sometió y tristemente vieron caer al suelo su cabellera. Varios de ellos incluso en contra de su coluntad.
Ya circulan en la red fotografías que muestran los momentos en los que personalmente don Jorge, convertido en hábil peluquero, procedía a cortar el pelo a los ahí presentes. Dos de los personajes que en ese evento perdieron su cabellera, sin haber sido protagonistas de alguna pelea de lucha libre, de esas de “máscara contra cabellera”, lo fueron el Regidor Mariano San Román y el Consejero Jurídico del Ayuntamiento, el Lic. Edgar Fernández, y muchos otros, que ahora, sin querer queriendo, forman parte del grupo de “los pelones”, aunque no sean xolos, ni “corran” en el Hipódromo.
Definitivamente, para varios de los nuevos pelones, fue algo denigrante, pero se sometieron, porque quien procedió a raparles, no fue precisamente Dalila, como en la leyenda de Sansón, sino por alguien que sueña con ser candidato a la gubernatura de la entidad. Si se le hace, qué importa perder el pelo y que les llamen pelones o xolos. Si hay chamba. Lo demás es lo de menos. Incluyendo el pelo.
gil_lavenants@hotmail.com
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