Por Teresa Gurza
Para dar a su familia y a su país “certeza jurídica” sobre la forma en que murió, el gobierno chileno ordenó la exhumación de los restos del presidente Salvador Allende. Se sabe que se suicidó de un tiro en la cabeza el 11 de septiembre de 1973, durante el bombardeo del palacio presidencial de la Moneda; donde estaba rodeado de colaboradores cercanos y sus hijas Isabel y Beatríz, a quienes poco antes de dispararse pidió salir del lugar.
Pero como su caso es uno de las 726 causas no aclaradas de violaciones a los derechos humanos por el régimen de Pinochet, el juez Mario Carroza solicitó esclarecer las causas exactas de su deceso.
La tesis del suicidio es avalada por la familia Allende por estar basada en la opinión de su médico personal, el doctor Patricio Guijón, quien asegura que oyó el disparó y vio su cuerpo segundos después, pero accedió a la exhumación.
Año y medio antes del golpe yo entrevisté al presidente Allende en Chile enviada por Telesistema Mexicano, en donde entonces trabajaba.
Y como el ambiente militar y de la derecha chilena contra su gobierno eran francamente hostiles, le pregunté si accedería a dejar el poder.
Respondió que estaba totalmente decidido a terminar el mandato dado por el pueblo de Chile; y dejaría la Moneda sólo al terminar su periodo constitucional, “o con los pies por delante en un pijama de madera”.
La traición de parte del Ejército, y la barbarie del bombardeo pinochetista lo obligaron a optar por el pijama de madera.
Con la Moneda humeando, habló por radio advirtiendo que ese sería su último mensaje; y que su voz sería acallada por las bombas.
La figura democrática y congruente de Allende es vista con respeto dentro y fuera de Chile; y muchos medios extranjeros están acá para cubrir la exhumación.
Persiste aún la división entre derecha e izquierda; que se ha agudizado en los últimos meses, luego que en marzo del 2010 llegó a la presidencia el derechista Sebastián Piñera, tras cuatro presidentes y 20 años de gobierno de la Concertación de centro-izquierda.
Y jóvenes que demandan mejoras educativas, gritan frases como “si Allende viviera, aquí estuviera” lo que indica que su memoria está presente en chilenos cuyos padres ni habían nacido, cuando era presidente.
Para mayor certeza de la forma en que murió, siete peritos chilenos y cinco extranjeros tendrán a su cargo el proceso que se inició esta semana con la exhumación.
Y cuyo objetivo es aclarar científica y judicialmente su muerte; porque hay hipótesis que sugieren que habría sido asesinado y que en su cráneo hay dos impactos de armas diferentes.
Sacados los restos óseos de una urna colocada dentro de un féretro que reposaba en el mausoleo familiar, se informó que ellos corresponden a los del presidente; pero para mayor seguridad, serán enviados a Austria con muestras del ADN de dos hijas y una nieta.
Pero aunque los estudios odontológicos mostraron correspondencia con las características antemortem y postmorten de Allende, la identificación total y la investigación sobre las causas de su muerte tardarán tres meses.
En este marco, su hija Isabel que actualmente es senadora, pidió al Ejército investigar el paradero del fusil AK-47 obsequiado por Fidel Castro a Allende y con el que se disparó tras resistir el ataque del Palacio de La Moneda.
Quince días antes de la exhumación de Allende, se procedió a la de su ministro del Interior y Defensa José Tohá, muerto el 15 de marzo de 1974 en el Hospital Militar de Santiago donde lo tenía preso la Junta Militar.
Las autoridades informaron entonces, que se había suicidado colgándose de un clóset; versión que nadie aceptó, porque la estatura y el deterioro físico de Tohá la hacían imposible.
La idea de que fue asesinado, fue ratificada hace dos años en declaraciones que hizo a la agencia EFE el ex médico forense de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones de Chile, Alfonso Chelén.
Chelén fue el primero en entrar a la habitación de Tohá y revisar su cadáver; convencido que había sido estrangulado, se negó a firmar el dictamen oficial, por lo que fue expulsado de la institución.
Sus afirmaciones a EFE detonaron nuevamente el interés por el caso y se ordenó la exhumación; y las investigaciones indican que pudo haber intervención de terceros en su muerte.
El juez deberá ahora establecer quién o quiénes lo mataron. Son sospechosos cuatro militares integrantes de la policía pinochetista
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