jueves, 23 de diciembre de 2010

COLUMNA: Palco de Prensa

* Cacicazgos universitarios
Por Gilberto Lavenánt
La operación de la Universidad Autónoma de Baja California, es un desorden. Al menos en el aspecto del funcionamiento y ejercicio de las facultades de cada uno de sus órganos de gobierno. Empezando por el principal de ellos, en jerarquía, que es la Junta de Gobierno.
De acuerdo con el Artículo 27 de su Estatuto, son autoridades universitarias, por jerarquía, la Junta de Gobierno, el Consejo Universitario, el Rector, el Patronato, los Directores de Facultades, Escuelas e Institutos, y los Consejos Técnicos y de Investigación.

Si observamos las funciones, y en especial las facultades, de cada una de las autoridades universitarias, prácticamente todas son inoperantes, ambiguas y obsoletas.

Por ejemplo, la Junta de Gobierno, que es la máxima autoridad universitaria, ni siquiera ha podido cumplir con su cometido de designar al Rector definitivo, en tiempo y forma. Además, no sabe como salir de este atolladero.

Por lo tanto, ¿para qué sirve una Junta de Gobierno, que no gobierna ?

Se queja su Presidente, el Dr. Luis Llorens Báez, que las normas universitarias son ambiguas y que por ello ni él mismo sabe cómo salir de esta situación.

Bajo ese pretexto, y no se le puede llamar de otra forma, pues tales normas ya estaban vigentes cuando llegó a formar parte de la Junta de Gobierno y, que se sepa, no hizo nada para adecuarlas a la realidad, de tal forma que no son lagunas jurídicas las que existen en dicha legislación, sino verdaderos océanos, y en consecuencia, dicho órgano de gobierno, se ha convertido en mero espectador e incluso propiciador de dicho desorden.

No gobierna, el que no controla, el que no dirige, el que no regula, el que carece de autoridad o el que teniéndola, no sabe ejercerla. De ahí surge todo el desorden.

Que disculpe la observación el Dr. Llorens Báez, pero si bien es cierto que existe el grupo de poder que encabeza Alejandro Mungaray, el Presidente de la Junta de Gobierno no fue capaz, o quizás tuvo temor de hacerlo, de denunciarlo públicamente y convocar a la comunidad universitaria para sacudirse ese cacicazgo. No lo hizo y ahí tiene las consecuencias.

Por eso, Felipe Cuamea Velázquez, como en otros casos, el ¨don¨ lo perdió en su alocada aventura por lograr la Rectoría de la UABC, ha hecho lo que ha querido. Nadie ha sido capaz de controlarlo o frenarlo. Por ello ostenta tres personalidades al mismo tiempo : candidato a Rector, Secretario General y encargado provisional de la Rectoría. Por cierto, uno de los requisitos para ser Rector, es ¨gozar de estimación general como persona honorable y prudente¨. En estos momentos, si es que la tenía, Cuamea ya perdió la estimación general como presunta o supuesta persona honorable, precisamente por imprudente.

Actualmente Cuamea solo es encargado de la Rectoría, pero se comporta como si fuese el Rector definitivo, y eso ya es una usurpación de funciones. Y eso ya constituye un delito. Y eso, ya le invalida no solo para ocupar dicho cargo provisionalmente, sino incluso para que siga aspirando a ser candidato al tal puesto.

Si la Junta de Gobierno tuviese la voluntad y el coraje para ejercer su autoridad, aunque la norma universitaria sea obsoleta o ambigua, lo menos que debió haber hecho, es hacer constar que Cuamea actuó ilegalmente, al designar a los tres vicerrectores, pues estaba impedido para ello, conforme a lo dispuesto en la fracción XV del Artículo 78 del Estatuto General.

Cuando Cuamea, no obstante estar impedido para ello, remueve o nombra a los tres nuevos Vicerrectores, violenta la norma universitaria y la Junta de Gobierno debe ejercer su autoridad, retirándolo del cargo y en consecuencia decretar que pierde legitimidad para ser considerado como candidato a Rector.

Pero la Junta de Gobierno, que no sabe gobernar, definitivamente, en lugar de actuar, se adhiere a la sorpresa de toda la comunidad universitaria. Con la boca abierta simplemente alcanza a expresar : Ah que Felipe, ¡qué audaz!

Ante tal desgobierno, Cuamea se convierte en un mero cacique universitario, claro, respaldado por otro cacique, Alejandro Mungaray, en tanto que se conduce al márgen de la ley o por encima de ella.

En segundo lugar, en el órden descendente, jerárquicamente, de los órganos de gobierno de la UABC, está el Rector, pero al no existir en estos momentos y el proceso de designación del mismo es lo que evidenció o propició tal desorden, pues ni para qué comentar algo respecto a dicha figura.

El tercer órgano de gobierno lo es el Consejo Universitario, el cual debe ser presidido por el Rector, que no existe, y que además nadie lo toma en cuenta, pues nadie lo convoca. Ni este despierta de su letargo exigiendo cuentas de lo que está ocurriendo. Como si no existiera.

En conclusión, en tanto que los órganos de gobierno de la UABC, no operan como tales, o sea no gobiernan, resulta evidente que la Universidad Autónoma de Baja California, opera bajo el dominio de los cacicazgos de Mungaray, Cuamea y compañía, con el disfrute de los privilegios que ello implica. Aunque haya quienes opinen lo contrario, este desorden operativo, o de desgobierno, tarde que temprano habrá de reflejarse en el área académica, la principal de esta institución educativa, que parece gobernada por una bola de barbajanes.

gil_lavenant@hotmail.com

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